Desde hace varios años, desde los medios de propaganda masiva, se ha intentado inocular la idea de que las políticas de subsidios son perjudiciales para el desarrollo económico, incluso se ha dicho que las políticas de subsidios son las responsables de la baja productividad en el sector agrícola. Un día sí y al otro también, los pregoneros de la ortodoxia económica, sin entenderlo, repiten esa cantaleta.
Sin embargo, su pregón acusatorio dirigido a campesinos empobrecido que reclaman subsidios para la producción de alimentos, cobra un cariz distinto cuando se trata de los 160 mil millones de pesos con los que la hacienda pública subsidia a compañías productoras de energía por métodos alternativos. Eólicas y fotovoltaicas son las principales beneficiarias. No solo ocurre esa transferencia directa a los bolsillos de los magnates energéticos, sino que adicionalmente se les considera prioritarios en el orden de distribución de la energía producida. Por si fuera poco, los contratos de distribución de la energía producida por los privados no incluyen el cobro de renta por el uso de las instalaciones de CFE, propiedad de todos, apropiada por un puñado.
El dos de febrero el ejecutivo federal presentó una iniciativa de reforma que contempla la eliminación de los privilegios de las compañías receptoras de los subsidios a la producción de energía eléctrica. Como consecuencia del uso eficiente de esos recursos, se estaría consiguiendo el financiamiento activo y real de las actividades de investigación y desarrollo de tecnologías de producción de energía limpia bajo la directriz del Estado mexicano, a menores costos y con impacto directo en el bolsillo de los usuarios. Por otra parte, el desarrollo de tecnologías propias fortalecerá la soberanía energética de nuestro país.
Contrario al discurso anti subsidios, ya tradicional en los medios de propaganda masiva, hoy se erigen defensores del proteccionismo económico. Ya suenan las alarmas, pero sobre advertencia no hay engaño. Con la propuesta de reforma al Banco de México y el proyecto de masificación financiera del Banco del Bienestar, se anuncia la siguiente fase en la ruta crítica de la Cuarta Transformación. Vendrán tiempos interesantes en la configuración de los mercados financieros y el energético. La moneda está en el aire y la derecha al parecer tiene claro lo que se juega en las elecciones intermedias. La pregunta pertinente es: ¿Los disputantes de las candidaturas por la opción de izquierda lo tienen claro?
A veces es inevitable la melancolía por los movimientos que privilegiaban la formación de cuadros de vanguardia. Claro, con sus respectivas reservas.