Para el verdadero equipo de campaña de Enrique Agüera.
Esta es la segunda parte de mi entrega que relacioné con los eventuales movimientos que pudieran darse en mi “alma mater” a raíz de la contienda electoral, en donde mi amigo Enrique Agüera contendió a ocupar el cargo de primer regidor del cabildo en 2014. Expresé que, en los cafés, mentideros, y siendo parte de la rumorología se hablaba no de dos o tres aspirantes al cargo de rector en sustitución de Enrique, entre ellos José Antonio Robledo Meza, orgullosamente primo carnal y más amigo que primo del que esto escribe.
Hace unos días surgieron los nombres de Guillermo Nares Rodríguez; de Jaime Vázquez López, vicerrector de Docencia y de Daniel Alcántara León, director general de Difusión Cultural, también amigo mío.
Recuerdo a mis lectores que conocí a Alfonso Esparza hace algunos años, más de 10, y entablé con el adusto rector interino y seguramente rector electo por el Consejo Universitario que su eficacia y eficiencia eran incuestionables; que su habilidad política le permitió granjearse los afectos y lealtades de personajes que han dado muestra, en todo tiempo de su talento y capacidad para que esta, nuestra Universidad Autónoma de Puebla haya transitado por el sendero del desarrollo, opinión que comparten propios y extraños y a guisa de comentario me referí a mi cuasi hermano Oscar Gilbón Rosete, a Arturo Camacho Vaca, a Damián Hernández y a otros colaboradores que no se ven pero palpitan y gravitan en cada uno de los logros obtenidos durante años atrás, sin embargo en actitudes de exasperación blasfema y sin olfato alguno hay quienes pretenden desestabilizar o modificar el curso del rielar del agua, se desvelan, conjuran, intrigan, espían, entretejen una serie de escenarios no solo inapropiados sino perjudiciales para una institución reconocida a nivel mundial.
Los dardos con veneno de la hidra que se lanzan, no darán en el talón de Aquiles, único espacio sin inmunizar por Tetis, su madre. Conjuran sotto voce, “¡Alfonso pronto dejará el cargo!”; “el candidato del Gober es…”; “el Consejo Universitario no lo quiere”; “Enrique Agüera continuará como jefe y hombre señero del futuro de nuestra Universidad”. Se equivocan, pocos conocen las capacidades de Alfonso Esparza y de su equipo de colaboradores, pocos saben que su actitud enhiesta no representa tibieza, por el contrario, análisis, percepción y posterior toma de decisiones mediante una acendrada intensidad de acciones que de siempre ha llevado a cabo y de las cuales ha salido airoso.
Me queda claro que en esta lluvia terca de elucubraciones de analistas de quinta terminarán por asumir lo que de cierto sucederá. Un Enrique Agüera brindando su apoyo incondicional a su sucedáneo. Exequias para sus detractores; lavas repentinas de coraje para luego incorporarse a la sumisión; entonces el tósigo lanzado por los adversarios de Alfonso será inocuo.
Me queda claro entonces que Alfonso Esparza fue trazando un camino sin diques ni esperando elogios y al despertar, sin haber pasado una noche ojerosa, interminable, se percató que ahí estába, sentado arriba del caracol con la humildad que le asiste, con los colaboradores que le han mostrado lealtad y compromiso porque la UAP no requiere de la miga de quienes no comparten sus ideales, requiere de solidaridad y de amor a su alma mater; requiere de paciencia breve para cerciorarse de que habemos quienes apostamos por él y por el cuerpo de colaboradores que lo arropa; entre ellos me cuento yo y de cierto Enrique Agüera, traicionado impunemente. ¿Hacia dónde va la UAP? Reitero, hacia el desarrollo y la prosperidad.