Cualquier cocinera con experiencia sabe que tener los ingredientes adecuados no es suficiente para garantizar la calidad del guiso. Lo primordial era eso que las abuelas llamaban sazón, el toque que distingue a la buena cocinera de la que no lo es. Lógicamente, si los ingredientes no son los mejores, mayor relevancia cobra el buen sazón del jefe de cocina, en la medida en que pueda halagar el paladar de los comensales superando el inconveniente de unos componentes de no muy buena clase.
La cuestión es aplicable a los equipos de futbol, donde el DT cumple funciones de cocinero y dispone de unos ingredientes que en este caso son sus jugadores. Lo que se vio en la final concakafkiana del domingo anterior en Arlington (EU 2-0 México) fue no tanto una exhibición de superioridad individual de los ingredientes cocinados por el DT gringo como la notoria falta de punto y sazón del equipo azteca, perdido en los vericuetos de un partido al que nunca le encontró el hilo, pues éste se mantuvo siempre en manos del adversario, que manejó las acciones a su antojo, anotó en los momentos precisos y, cuando el Tri batallaba a la desesperada bajo la sensación de que todo se iba al barranco, administró el contragolpe con mayor criterio y sensación de peligro que los pelotazos inocuos del visitante, lanzado a un ataque sin ton ni son que jamás le permitió oler el gol de descuento.
En conclusión, a nuestra Selección actual no sólo le faltan los jugadores que las dirigencias de la Federación y los equipos han renunciado tácitamente a descubrir, preparar y promover –México atraviesa por su etapa más negra en la producción de jugadores en cuatro o cinco décadas–; tampoco cuenta con una dirección técnica que disimule las carencias derivadas de la extranjerización extensiva, la multipropiedad, los dobles contratos, la ausencia de una crítica seria y, como remate, la supresión del ascenso-descenso, único caso en el mundo con la salvedad de la MLS, que como en tantos otros campos es el único modelo a la vista –pero en precario– del sedicente futbol “mexicano”.
Ya la publicrónica habla de naturalizar más extranjeros de medio pelo, como si no les bastara con Julián Quiñones. Y resulta que sus candidatos –el argentino Berterame, el español Fidalgo– con gusto aceptarían, puesto que ninguno de ellos puede aspirar a una convocatoria desde sus propios países, donde no pasan de oscuras medianías.
Por esos rumbos de mediocridad va discurriendo el futbol “mexicano” a dos años escasos de su participación en un tercer mundial “propio”, así, con comillas, ya que ni por asomo será comparable a los dos anteriores (México 70 y México 86), porque en éste seremos comparsas de EU, el verdadero dueño de la Copa del Mundo de 2026.
En la cocina mundialista estadounidense, poco apetitosa por lo demás, a México le toca ejercer de pinche. Y a la Femexfut unas cuantas propinas con las que sus titulares se darán por satisfechos, sabedores de que su verdadero negocio es la televisión.
Sin rumbo. El Puebla ligó su enésima derrota el viernes, en el Cuauhtémoc. Ninguna sorpresa, dado el abismo que separa su modesta nómina de la de Tigres. Pero, ¿arrollaron los universitarios a la Franja? Pues no, se concretaron a aprovechar que la zaga local tiene la misma consistencia del camote y nada más les regaló tres goles, imposibles de superar por un ataque donde para encontrar red se necesitaron dos voluntarios llegados desde atrás –Alberto Herrera (22´) y Luis García (83´), hermosos goles por cierto–, y en el ciclónico cierre de partido, con los once felinos amontonados en el fondo y a verlas venir, el empate estuvo al alcance de otro par de agregados, Angulo –cuyo cabezazo encontró milagroso manotazo del arquero– y Robles –que cerró muy bien pero remató muy mal a metro y medio del poste–. El Puebla contaba para entonces con tres atacantes netos: Ormeño, Barragán y Cavallini, de los cuales ninguno estuvo cerca de anotar.
Hubiera sido un empate heroico, a contrapelo con el cúmulo de facilidades que la defensiva camotera brinda a cualquier adversario, grande o pequeño. En el primer gol tigre (Brunetta, 62´), Guido Pizarro prosperó como extremo derecho sin que nadie le estorbara, y tampoco al anotador, que remató a bocajarro como quien anda por el patio de su casa; el segundo derivó de un cabezazo bastante defectuoso del central Diego Reyes, desmarcado dentro del área chica, que se desvió me parece que en Orona, que contemplaba la escena (73´); y para que cayera en decisivo tercer tanto felino hizo falta un despeje pifiado del paraguayo Olmedo –straik en términos beisboleros–, que Córdoba cazó delante de la “Araña” para fusilarlo tranquilamente (81’).
De todo lo anterior se desprende que, sin importar quién sea el DT –ahora tenemos en el banquillo a un argentino más, naturalmente del montón–, el equipo no ofrece garantías en ninguna zona de su tambaleante estructura, aunque quizá lo más crítico esté atrás, en esa zaga sin laterales que defiendan –los dos extremos son anchas avenidas para los contrarios– ni centrales que sepan ordenarse y marcar –un misterio la permanencia del tal Olmedo, que acumula errores cada partido–, mientras De Buen, en su peor campaña desde su regreso a la Franja, ya no se sabe si juega de líbero, de contención o de cazador furtivo desde las afueras del área visitante, pues en ninguna de dichas funciones está obteniendo siquiera calificación de aprobado.
De modo que, con cinco puntos de 39 posibles, nada tiene de raro que este Puebla permanezca abonado al fondo de la tabla.
Jornada 13. Una vez que el América alcanzara la punta (28 puntos) a costa de su cliente más conocido, que es el Atlético San Luis (2-1), y de que los Xolos de… ¿el Piojo Herrera?… mantuvieran la costumbre de perder, ahora de visita en Mazatlán (2-0), el sábado se ofrecía cuajado de prometedores duelos, con la fase las definiciones cada vez más cerca.
A la vista del triunfo del Guadalajara como visitante, quebrándole el invicto al líder Monterrey, pudiera suponerse que las Chivas hicieron un partido épico, coronado con victoria inobjetable y clara. Nada más lejos de la realidad. Por el contrario, se sospecha que el silbante Adonay Escobedo llevaba una camiseta rojiblanca disimulada debajo de la propia, pues el resultado final (0-2) tuvo relación directa con las expulsiones de dos piezas clave del entramado regio, Arteaga, que vio la roja por protestar (45+2´), y Jorge Rodríguez, penalizado de igual manera por una falta común, teatralmente magnificada por Alvarado (83´). A mayor abundamiento, el gol que abrió la pizarra lo marcó Héctor Moreno en su portería de manera accidental, al rebotarle el rechace de su arquero tras un mano a mano mal resuelto por el gringuito Cowell (72´), y el segundo llegó en un contragolpe cuando el local jugaba ya con nueve y, volcado al ataque, carecía de retorno (Macías, 90+3’). No sobra mencionar que el DT de Rayados nunca dio con la receta adecuada a su inferioridad numérica, mientras, del otro lado, Gago, tardaba un mundo en aprovechar esa circunstancia: lo salvaron aquellos dos goles, ocurridos de manera aleatoria.
A la misma hora, Toluca se alzaba en Pachuca con una importante victoria (2-3), demostrando que el trabajo de Paiva, su DT portugués, empieza a dar frutos –importante la contribución de Marcel Ruiz como organizador y promisoria la recuperación de Alexis Vega, que anotó su primer tanto desde su retorno a las tortas de chorizo–. Y decepcionante el derby Pumas-Cruz Azul (0-0), que les dieron portazo a sus seguidores con un duelo caracterizado por los mutuos temores y una absoluta falta de ideas.
Tabla general. Los resultados faltantes (Atlas-Querétaro, Necaxa-León y Juárez-Santos, programados para la tarde-noche de ayer), no afectan lo esencial de la clasificación, ahora liderada de consuno por Monterrey y América (28 puntos), con Toluca como tercero en discordia (26), seguido, en ese orden, por Tigres (24), Cruz Azul (23), Pachuca (22) y Necaxa (21 y la posibilidad de rebasar a los tres anteriores, campaña la suya sin duda meritoria).
Las Chivas, con su “hazaña” en territorio regio, apenas alcanzan 19 unidades y un octavo lugar amenazado por Querétaro y León, que tienen los mismos 17 que Pumas pero con un juego menos. Los últimos en alcanzar puntaje de dos guarismos son Santos (14), San Luis (13), Mazatlán (12) y Atlas (10).
Y los tres que ni a eso llegan son Tijuana (8, todos por empates, porque luego de 13 fechas sigue sin ganar), Juárez (6) y el sotanero Puebla (5), a estas alturas el peor de todos. Incluidos seguramente los equipos “estrella” de la falsaria liga de Expansión.