Este 2023 será muy prolífico para el músico Guillermo Briseño (Ciudad de México, 1945): la aparición de un nuevo disco, de un nuevo poemario y de ideas que nunca deja de trabajar. En todo, afirma el cantautor, existe un impulso autocrítico que le lleva a remirar su trabajo y trayectoria, y deducir que si ahora lo que hace, escribe, canta y toca le puede emocionar y estremecer por dentro, entonces siente que ha cumplido.
“Me parece que el instinto de conservación no para: además de hacer música, hay que tocar”, dice el guitarrista y pianista durante una entrevista posterior al homenaje musical que hizo al diseñador Germán Montalvo, aquí en Puebla.
De inicio, cuenta el autor de una serie semanal por internet denominada Me la pellizcan, donde lee e interpreta su obra, trabaja en la edición de un disco que viene acompañando una necesidad: el desalojar sus obras, como si estuvieran atoradas en su garganta y tienen que salir. “Hay meses que lo estoy cantando y del que tengo que oír ciertas respuestas para que sea posible”, señala.
Indica que titulado De sirenas y otros monstruos, este disco es uno de otros más que quisiera ver también producidos, quizá de manera digital y rolando en plataformas de música. “Hay más material que cuatro discos, porque me gustaría que se editarán como un álbum digital; hay mucho qué hacer”.
Aunado a estos proyectos discográficos, completa Guillermo Briseño, hay mucha música y canciones nuevas, además de un libro llamado Movimiento que ya está terminado, pero del que falta hacer ciertas acciones y relecturas para que quede como un producto terminado para el lector.
“Estoy trabajando duro, últimamente, en la captura de poemas, décimas, relatos y canciones que hacen los alumnos de la Escuela de música Del rock a la palabra, pues hace cinco años se robaron un disco duro en donde había una enorme cantidad de trabajo, y que había tomado mucho tiempo hacerlo. En una incursión por mi casa, encontré una bolsa con muchos materiales que pasé en limpio, que son 90 cuartillas de documentos capturados y los que faltan, y que serían los tomos siguientes de la colección Parir chayotes”, relata el autor del poemario Música dicha, silencio intacto y otros elogios.
El músico que inició su carrera musical en los años 60 del siglo anterior apunta que se suman “cosas locas” como sus apariciones en el tianguis del Chopo, al lado del escritor, gestor y conductor de televisión Mardonio Carballo, que lo llevaron a cantar en medio de este mercado cultural para un programa de televisión.
“Hay más cosas: continuamente tengo la suerte que me llaman, suena el teléfono, llega un correo, un WhatsApp. Yo respondo y me hacen pensar, desear otras cosas. Siempre estoy deseando componer”, dice con júbilo.
Lo cierto, señala convencido, es que cada vez le cuesta más trabajo decir que hizo un proyecto. “Se vuelve más dura la cuestión autocrítica. No es demoledora que te impida hacer las cosas, pero me cuesta decir que ya están. Hay cosas que hago que no se quedan, que no son, y otras que cuando me prendo y me gustan, entonces sí son. Hay muy buenas rolas de antes, y eso me lleva a cuestionarme porque las quiero mucho, las aprecio y entonces tengo que ser capaz de conservar ese grado de inspiración y si se puede superarlo, no sé si decirlo pues no son carreras, pero sí sentir que lo que hago, escribo, canto y toco, me puede emocionar, estremecer por dentro, entonces me siento bien”.