Para la poeta y narradora Citlalli Xochitiotzin Ortega (Puebla, 1957), el poeta estridentista Germán List Arzubide (Puebla, 1898- Ciudad de México, 1998) implica todas las capacidades de un intelectual que siempre se mantuvo joven, que nunca se permeó en los sistemas, sino que fue un hombre con una gran capacidad de respuesta estridente.
Cuando uno revisa el Estridentismo, dice la también promotora cultural, Germán List es un provocador pues sabía que el hombre tiene que ser un provocador de rupturas, ya que de no hacerlo no tiene vitalidad y muere cuando dice que ya no hay posibilidad de encontrar soluciones.
“Germán es apoteósico porque cuestiona todo: no se queda a la mitad, es telúrico. Su ficción no es ficción sino provocación y posibilidad telúrica para innovar ante la crisis, como la de un estadio o un fusilamiento, una la guerra o la indiferencia”, señala la también presidente de la Fundación Desiderio Hernández Xochitiotzin.
Durante una entrevista, Citlalli Xochitiotzin recuerda que en los años 80 del siglo anterior, como parte de las jornadas de lecturas del ISSSTE, a Tlaxcala llegaron poetas como Sergio Mondragón, Juan Bañuelos y Thelma Nava, entre otros. A sus 20 años, como parte de un grupo de jóvenes escritores, tomó un taller con el poeta Juan Bañuelos, de quien reconoce gran influencia.
A Tlaxcala, ciudad en la que reside, llegó también Germán List Arzubide, quien le impactó por su temperamento, su actitud crítica y analítica, y su visión sobre la democracia. “Cuando llegó fue una hecatombe, pues aunque mi visión de la poesía ya tenía toda esa transformación que traía el poeta, fue aún más por su fuerza moral, lúdica, por su capacidad de seguir aventando bombas donde se paraba. Tenía una vitalidad impresionante y una gran capacidad de cuestionar. Era un hombre de herramientas lúdicas que era, al mismo tiempo, sólidas, éticas y coherentes”, describió.
Menciona que en su caso, al tener una investigación sobre el poeta tlaxcalteca Miguel N. Lira, quien firma el segundo manifiesto Estridentista, pasaba las tardes platicando con Germán List sobre Miguel N. Lira, Arqueles Vela, Concha Urquiza y Tina Modotti, personajes “que eran descritos a su manera”, consolidando una amistad que siguió presente y conservándose hasta el fallecimiento del poeta fundador del movimiento estridentista en 1922.
“Juan y Germán siguen siendo intelectuales coherentes con una conformación crítica y de autocrítica porque siguen generando una estética que está a la par de la expresión colectiva. No es casual que se lean y sigan siendo jóvenes: un poema de Germán o de Arqueles están presentes, otros ya tienen el polvo de la moda”, sostiene la autora de poemarios como Geometría de la incertidumbre (1991) y Días del polvo (1996).
En el caso de Germán, afirma, es apoteósico como poeta y como persona. Como ejemplo, es que a él se debe la creación de la primera biografía de Zapata, cuando los medios lo llamaban ´el vándalo robavacas´. “Fue el primero que se atrevió, cuando todo estaba a contracorriente y no estaba sostenido por una institución política, que se atrevió a escribir sobre Zapata y visualizó lo que significó para el movimiento revolucionario”.
Citlalli Xochitiotzin apunta que a propósito de la Revolución Mexicana y su institucionalización, Germán List quedó marginado, lo mismo que Arqueles Vega, porque los puestos de poder del ejercicio administrativo, burocrático y cultural se quedaron con la contra vanguardia: “fueron casi 80 años que German y los estridentistas se pasaron en resistencia teniendo una gran juventud, la misma con la cual yo me identifiqué”.
Continuó que Germán List siempre fue un hombre que creyó en América Latina como un modelo de conjunción: “fue un bolivariano y no hablo de dogmas, sino de alguien que comprende su vocación de escritor y la vive. No entenderíamos a Germán atravesando el océano con la bandera envuelta, sino tuviera la capacidad de entender y comprender que el arte es perpetuo en la medida en que puede proponer, con acciones estéticas, la modificación de formas en donde el hombre ha perdido la capacidad de la sorpresa, de la vitalidad, de la crítica”.
Apunta que a sus 100 años, cuando se decía él mismo el poeta de los tres siglos y era un galán con lucidez impresionante, Germán seguía sostenido en el arte porque, como expresión estética, el expresionismo le permitió ser ese hombre con esa gran fuerza.
Incluso, a 100 años del movimiento artístico, Citlalli Xochitiotzin considera que ahora el arte puede dar esas otras coyunturas frente a una sociedad que busca formas de significarse después de la epidemia, de las crisis, de la guerra.
“Hay manifestaciones de búsqueda y es pertinente recordar a personajes como Germán. La sociedad mexicana dice no queremos más de lo mismo. Podrán haber otros grupos de poder que dicen sí, pero el conjunto dice no. En la sociedad, con la manifestación de las mujeres que es el movimiento de vanguardia, el sujeto histórico es la conciencia colectiva y de alarma sobre el medio ambiente, el cambio climático, la alineación del hombre, los empleos subarrendados, la pobreza extrema y su justificación, que se han ido agudizando y que no han dado respuesta.
“Ante esta situación los movimientos plantean alternativas, son manifestaciones del descontento, de la frustración. Plantean la búsqueda no de soluciones, sino de significaciones. El arte tiene que estar ahí como lo hizo esta vanguardia, el artista tiene que discutir lo que discutió. La función entre Estado y sociedad se llama arte”, concluye.