Genoveva Huerta Villegas fue quien gestionó que el Comité Ejecutivo Nacional panista determinara que el próximo dirigente del partido sea mujer, por un asunto de paridad de género, sabedora de que en el albiazul no hay cuadros femeninos –disponibles—que puedan emerger como candidatas fuertes para disputarle la presidencia del PAN en Puebla.
En el entorno de Huerta Villegas se cuenta que la dirigente albiazul tiene muy claro que eran nulas sus posibilidades de derrotar, en una contienda abierta y con candidatos mixtos, a los aspirantes Rafael Micalco Méndez y sobre todo Marcos Castro, pues el segundo venía caminando ya con un fuerte apoyo de la militancia albiazul de todo el estado.
Incluso también se veía derrotada ante la posibilidad de que el líder histórico del partido de derecha, Francisco Fraile García, mejor conocido como “el Pastor”, tuviera la tentación de buscar por enésima vez ser dirigente del PAN para el siguiente periodo del Comité Directivo Estatal.
El asunto de fondo no es solamente un asunto de popularidad, sino que hay un clamor generalizado en el albiazul que esta fuerza política ya no puede seguir en manos de los morenovallistas –corriente que tiene en Genoveva Huerta uno de sus resabios–, por su carácter de excluir a los grupos que no le son afines.
Huerta en el actual proceso electoral –que concluye en octubre próximo—creó las condiciones para que exista ese rechazo al morenovallismo.
Los triunfos más importantes del albiazul –en los comicios del pasado 6 de junio– fueron a pesar de la oposición de Genoveva Huerta, como los casos de Eduardo Rivera Pérez en la capital y Edmundo Tlatehui Persino en San Andrés Cholula, que enfrentaron un abierto bloqueo de la dirigente para que no fueran aspirantes a ediles.
Y donde metió la mano Genoveva Huerta en la elección de candidatos, el PAN perdió la oportunidad de recuperar plazas de la máxima relevancia, como son Tehuacán y San Martín Texmelucan, que son la segunda y tercera ciudades más importantes del estado, en las cuales el albiazul acabó derrotado por la necedad de imponer como aspirantes a Jacobo Aguilar y Edgar Salomón, respectivamente, que no gozaban de la más mínima popularidad entre las bases panistas.
Por eso la única vía que encontró Huerta Villegas, con la complicidad de Marko Cortés, el presidente nacional del PAN, para eliminar a sus rivales en la disputa por la presidencia estatal del partido, era evitando su participación por un asunto de género.
La dirigente dio un paso bien calculado, por dos razones:
En el albiazul prevalecen los liderazgos masculinos y son pocas las mujeres que destacan para tener la capacidad de llegar a los cargos directivos. Es un reflejo de la misoginia panista y de la derecha poblana.
Y por otro lado, los liderazgos femeninos con capacidad de ser candidatas están enroladas en proyectos que les impiden ser potenciales aspirantes a la dirigencia del partido.
Son los casos de Guadalupe Arrubarena García, así como de Ana María Jiménez y Myriam Arabian Couttolenc, que tendrían el apoyo decisivo de Eduardo Rivera Pérez, el próximo alcalde de la capital, pero precisamente las tres están involucradas en la construcción del nuevo gobierno de la ciudad de Puebla, ya que la primera será la síndica del ayuntamiento y las otras dos ocuparán posiciones estratégicas en el cabildo de la Angelópolis.
Otros dos liderazgos importantes, como el de Mónica Rodríguez Della Vecchia y Blanca Jiménez Castillo, no tienen ninguna posibilidad porque ambas son identificadas como cuadros destacados del morenovallismo y es más probable, de que jueguen electoralmente a favor de Genoveva Huerta.
La carta más fuerte que podría hacerle una fuerte sombra a Genoveva Huerta es sin duda alguna Ana Teresa Aranda Orozco, quien el pasado 6 de junio ganó una diputación federal y es vista como una líder de la resistencia frente al morenovallismo, además de ser una dirigente histórica del albiazul.
El problema es que Aranda Orozco no tiene el ánimo de volver a ser dirigente del PAN y enfrenta aspectos vulnerables, como es el hecho de que se separó del partido durante el morenovallismo y en esa época, hizo fuertes críticas contra los directivos del albiazul, una situación que es sancionada por los estatutos de esta fuerza política.
Luego de examinarse el anterior panorama, sería aventurado decir que Genoveva Huerta ya tiene la presidencia del partido en las manos, pero si lleva un tramo muy largo de ventaja frente a sus detractores.
Los opositores a Huerta Villegas tendrán que buscar debajo de las piedras a una candidata fuerte que frene la permanencia de lo poco que queda del morenovallismo en la presidencia del PAN.