El corcel negro salta y jaquea.
El rey blanco recula.
Los peones avanzan
formando una saeta.
Como aquél rey es ilustrado,
recita un verso de Dante:
“Quien ve venir la saeta,
la considera lenta”.
El modesto paso de los peones
parece confirmar el adagio.
Cargado de confianza,
el comandante en jefe
dispone una batería de misiles desde sus torres.
Ordena un bombardeo con alfiles relámpago
e interna entre el enemigo del pobrerío negro
sus caballos blancos,
uno a la izquierda como espía,
el otro acosa desde la derecha y provoca.
Mas los negros tienen alta la moral:
sus caballos y su dama guerrillera
maniobran con audacia,
los alfiles y las torres afirman sus puestos.
El mando negro alerta tanto como alienta.
Los peones oscuros y esforzados perseveran
dan un paso y aguardan.
El avance es riesgoso
por ello pierden un caballo.
Pero ocupan el hueco los peones,
pasa un alfil negro a mejores posiciones.
El rey blanco se despereza
tras una larga noche junto a su dama.
Asoma por la ventana de su torre
y urge a sus peones que combatan.
La saeta negra les impide el paso,
y el azabache asalta causando estragos.
Montado en ira el petulante,
pide a su dama y al alfil
que inicien la masacre.
Mas la defensa negra aventaja.
En su denodada y veloz acometida,
el alfil del imperio
abrió la puerta a dos peones insurgentes
y a su compañero el hipocampo.
Nuevo jaque intempestivo al imperio blanco.
Este se cubre con su escolta de peones.
Los aplastan los cascos del corcel enemigo.
El tirano quisiera ocultarse en su torre de marfil.
Ya es tarde, perdió la iniciativa,
el contraataque del pueblo funciona,
les entusiasma la voz del comandante,
es un alarido de trompetas y tambores.
Las filas imperiales se dispersan.
La dama sombra -con una inmersión profunda-
ahoga a los rivales
en el mar de las lamentaciones.
¡JAQUE AL REY!
¡MUERA EL REY!
¡VIVA EL PUEBLO ORGANIZADO!
Ricardo Antonio Landa, 29 de diciembre de 2020.