Un youtubero famoso denominado Mr. Beast (Jimmy Donaldson) estuvo en Calakmul, en Chichén Itzá y Balamcanché para realizar un video denominado “Sobreviví 100 horas en un templo antiguo” . Después de su publicación hace unos días, la controversia no se hizo esperar. Una amiga mía, Elizabeth Lara me compartió una publicación de una usuaria de Facebook que se quejaba amargamente de que el INAH permitiera que personajes como ese no solo tuvieran la posibilidad de entrar a hacer un video en las zonas arqueológicas, sino que pudieran ingresar a espacios donde, según el mismo Mr. Beast, ni siquiera los arqueólogos entran. Ni tardo ni perezoso me fui directo al canal del interfecto para ver el material. Supuse que se trataba de un explorador de YouTube, como he visto uno que otro, pues no tenía idea de que existiera este personaje. Mi sorpresa vino cuando me di cuenta de que no se dedica a realizar divulgación arqueológica, como sí lo vemos en el canal Exploración Maya de Eduardo González Arce, basante recomendable, por cierto. En realidad, se dedica a ponerse retos en diferentes partes del mundo y gana una millonada con esos contenidos. De hecho, el video tiene en el momento en que escribo estas líneas, más de 55 millones de vistas (¡!). Según una nota publicada en el Diario de Yucatán hace unos días, “Hasta hoy 11 de mayo de 2025, Mr.Beast cuenta con 393 millones de seguidores en YouTube, a los que se agregan otros más de 240 millones de fanáticos en otras redes sociales que se enlistan a continuación (sumando más de 600 millones de fans en diversas plataformas). (…) Según el propio streamer, gana aproximadamente 4 millones de dólares por publicidad en cada vídeo de YouTube, incluyendo acuerdos con marcas”. Como se ve, hablamos de un auténtico éxito comercial del mundo tiktokero y youtubero de hoy que hace palidecer a influencers de todo el planeta y ya veo a numerosas personas que creen que eso es muy importante, levantarle monumentos por todos lados, incluidos los pasillos de escuelas y facultades de comunicación y mercadotecnia. Para mí, la cosa es bastante grave, por cierto.
En realidad, a él le importa un pepino a dónde vaya, si tiene una historia que vender, no importa lo ficticia, exagerada o burda que sea, lo importante es generar contenido para seguir recibiendo millones. Con decir que engaña al público diciendo que sobrevivió “100 horas en un templo perdido”, lo cual es claramente falso, además de que, como veremos más adelante, miente en varias cosas que afirma en los 15 minutos que dura el producto. Sin embargo, pese al engaño, el video sigue acumulando vistas por millones, lo que me hace confirmar aquello de que en el presente se celebra la estulticia y se aplaude la mentira: Trump y Milei en la presidencia; Mr. Beast es visto y seguido millones de veces pese a que miente. El video es problemático por donde lo veamos. Para empezar, representa al típico gringo springbreakero superfluo e ignorante que, de manera ruidosa e histriónica, narra su paso por ciudades prehispánicas de Campeche y Yucatán que apenas nombra. El video inicia en Calakmul en Campeche y ni siquiera dice que se encuentra en esa importante ciudad, sólo se menciona en un pequeño rótulo que se trata del templo Ox Tee’ Tuun, pero nada más. Donaldson va acompañado de algunos de sus “springbrakers buddies” y es guiado en el interior por el arqueólogo Ernesto Arredondo, del que no tenemos ninguna referencia, es decir, ni siquiera se coloca un rótulo con su nombre, un cintillo o un faldón, o al menos una mención por parte del protagonista. Son introducidos a diversas cámaras y etapas constructivas internas -y anteriores a la estructura externa del templo- donde vemos parte del programa escultórico de la que considero es la Subestructura II de Calakmul con un sorprendente mascarón de estuco y un exquisito friso, mismo que podemos revisar en el artículo “Un lugar repleto de dioses. Nota preliminar sobre el programa escultórico de la Subestructura II C de Calakmul, Campeche, México” de Daniel Salazar, publicado en el Journal de la Société de Américanistes en 2022. En otra parte las sorprendentes pinturas del Mural del edificio I de la Fachada sur de la Acrópolis Norte, también llamados de Chiik Naab -que sí aparece rotulado en la imagen-. Mr. Beast se sorprende de que el gobierno de México les permita estar ahí en lugares donde ni los arqueólogos pueden entrar, lo cual es totalmente mentira, pero no habla de los sitios, de sus nombres ni da información relevante. Algo similar sucede cuando son llevados a vivir una experiencia con murciélagos en una cueva, sin nombre, por supuesto, acompañados del biólogo Roberto Rojo, defensor de la biodiversidad de la zona maya de la Península y fuerte crítico del Tren Maya y su impacto. Como es de esperarse, Rojo ni es mencionado en el video y tampoco merece un rótulo con su nombre. Luego, van a Chichén Itzá y visitan la zona Clásica de la ciudad llamada Chichén Viejo -esa sí rotulada- para entrar a la cueva de Balamchen guiados por el arqueólogo Guillermo de Anda, especialista en arqueología subacuática en cenotes. Y, ¡adivinaron!, tampoco es mencionado en el video. Más adelante, juegan pelota con un marcador de utilería -menos mal, eran capaces de entrar a una cancha a jugar- y mencionan aquello del sacrificio humano relacionado con el juego, para darle el suficiente morbo al video, imprescindible para el público que suele ver las producciones de este personaje. Incluso, añade el ya estereotipado elemento de “búsqueda de tesoro perdido” para darle un dramatismo bastante ramplón. Para finalizar, simulan entrar con un dron al templo en la cúspide del edificio de Kukulkán que, al parecer, tampoco hicieron en la vida real. El video lleva animaciones y mapas atractivos, pero cuya exactitud es dudosa y no hay fuentes de ningún tipo. Hasta los videos de NatGeo y algunos del History suelen presentar especialistas y brindar fuentes para el estudio posterior. Aquí, como dicen los jóvenes, “nadota”.
Mr. Beast y su producción han generado harta controversia, al grado de que ya hasta la Presidenta ha mencionado alguna cosa en la Mañanera y la Secretaria Federal de Cultura, Claudia Curiel Icaza ha dicho que se investigará el hecho y se buscará deslindar responsabilidades. Según reportó el La Jornada el pasado 13 de mayo, la “funcionaria federal declaró en conferencia que pidió información a Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) sobre el tema e hizo énfasis en que “por supuesto que no estamos de acuerdo (…) porque para eso no son esos espacios”. Por su parte, el INAH emitió un comunicado donde afirma que “La visita y grabación que se llevó a cabo en las zonas arqueológicas de Calakmul, Campeche, y en Chichén Itzá y Balamcanché, Yucatán, se realizó de acuerdo con solicitudes realizadas de manera formal por la Secretaría de Turismo federal y los gobiernos de los dos estados mencionados. (…) Los permisos se tramitaron ante la Coordinación Nacional de Asuntos Jurídicos del INAH, instancia que determinó los derechos aplicables conforme a la ley”. Informó que la visita contó constantemente con personal del INAH para garantizar que ninguna de las áreas sufriera daños. También dijo que “el video posee un amplio trabajo de postproducción audiovisual y hace alusión a eventos que no ocurrieron, como es el que los productores jamás descendieron desde un helicóptero, ni pernoctaron dentro de la zona arqueológica ni tuvieron en su poder alguna máscara prehispánica, pues la que presentan es claramente una reproducción contemporánea. Todas ellas son aseveraciones falsas que obedecen a la teatralidad propia del youtuber en cuestión”. Remata con esto que, a mi parecer, no sólo es poco consuelo, sino representa, a final de cuentas, la frivolidad de este material: “El INAH considera que, a pesar de la información distorsionada ofrecida por el youtuber, la difusión de esta clase de materiales puede motivar el interés en audiencias jóvenes de México y el mundo para conocer nuestras culturas ancestrales y visitar los sitios arqueológicos que son un valioso patrimonio nacional, acercándose a interpretaciones apegadas al conocimiento científico y a la debida apreciación de nuestras culturas originarias”. He ahí el problema del asunto. La divulgación científica, hoy también denominada Comunicación Social de la Ciencia, es algo que considero fundamental para compartir el conocimiento que se produce en nuestro país, en especial en torno a los más recientes hallazgos arqueológicos. Imagino que los gobernadores de Campeche y Yucatán, lo mismo que la Secretaría de Turismo e incluso el INAH, como lo vemos aquí, juzgaron pertinente que semejante personaje hiciera uno de sus videos en la región para incentivar el turismo. Pero, contrario a lo que ingenuamente afirma el INAH, los videos de este tipo ni construyen, ni llevan a la reflexión e investigación posterior, porque no es ese su objetivo; esto es que ni siquiera son de divulgación. Son simple, banal y frívolo entretenimiento, ni más, ni menos. De los millones de vistas que tiene el video y de los millones de seguidores que tiene Mr. Beast, apenas unos cuantos -contados con los dedos de la mano, sin exagerar- se interesarán legítimamente por aprender de estas culturas y en verdad estudiarán e investigarán el mundo maya. Dejémonos de malabarismos: la idea fue montarse del influencer para hacer un video promocional de la “maravilla maya” y así traer recursos vía turismo a ambos estados, tan claro como suena. No me sorprende que existan este tipo de personajes en el mundo de hoy, tan frívolo, tan intrascendente; lo que me pasma es la terrible trampa que las autoridades se auto colocaron y en la que cayeron. Me molesta sobre manera también, que no le dieran el lugar a los especialistas que los acompañaron y que llevan años de trabajo arduo y comprometido con la región y la ciencia. Este tipo de personajes, muy a la Trump, ni edifican, ni colaboran; más bien, generan un ruido que a la par de estorbar, refrendan frivolidades y contribuyen a que la ignorancia, el eterno ganador del afamado juego de mesa “Maratón”, se convierta en el contundente ganador del juego del mundo. No nos extrañe que Israel haga lo que quiera con Palestina, que Putin y Trump jueguen a los dados con los destinos del mundo y que el planeta se encuentre en la peor debacle ecológica y social del mundo. Mientras el Mr. Beast y sus millones de seguidores sigan viviendo en ese mundo de caramelo, absorbiendo todo a su paso, cosechando millones, nada pasará.