Un cúmulo de fotografías antiguas ayudan al lector a construir la figura de uno de los protagonistas de la gesta revolucionaria. Como parte del libro A 100 años, iconografía de Venustiano Carranza se da forma, desde un carácter testimonial y humano, al caudillo y constitucionalista mexicano.
Publicado en el marco del primer siglo de su asesinato, ocurrido en 1920 en Tlaxcalantongo, Puebla, el libro editado por la Secretaría de Cultura federal y los gobiernos de Puebla y Coahuila prepondera a la imagen gráfica.
“De los cientos de fotografías que de él se conservan unas cuantas tienen las características de instantáneas captadas sin darle oportunidad de prepararse”, anota Javier Villareal Lozano, en el texto Hermético y enigmático.
El investigador señala que, en pocas imágenes, Carranza aparece “esbozando una sonrisa, recostado a la sombra de un arbusto o tirado en el suelo”, pues parece que el resto de las imágenes el general “posaba para la historia”.
Prosigue que “ya fuera a pie, a caballo, vestido de jaquette o en el sobrio atuendo de campaña, con sombrero tejano, sombrero de copa o bombín, el hombre era consciente de su presencia y su capacidad de transmitir firmeza y preeminencia a través de la imagen”.
En el prólogo, Javier García Diego señala que la iconografía de Venustiano Carranza presentada en el libro “confirma la imagen que se tiene de él: la de un hombre mayor, grande y fuerte”, la cual le dio un aspecto de seguridad que se impuso por encima de sus contemporáneos.
Explica que el libro, como primeras imágenes, presenta a Carranza en la “célebre Casa de adobe” en Ciudad Juárez, así como otras que lo ubican en el inicio del movimiento constitucionalista, del “rechazo al golpe usurpador” de Huerta, y un par de valiosas fotografías sobre el Pacto de Monclova, en 1913.
Apunta que hay también fotografías de su estancia en Sonora previa a su viaje en Chihuahua y Coahuila. Se incluyen además de la llamada Convención y de su periodo veracruzano, incluido el sepelio de su hermano Jesús.
“Los últimos dos grupos de fotografías -escribe García Diego- corresponden a sus dos etapas biográficas finales: las hay sobre su presidencia constitucional, entre mediados de 1917 y mediados de 1920, y, sobre todo, esta iconografía incluye varias que muestran lo que fue su caída y su muerte”.
El autor ubica que, a 100 años de su asesinato, ocurrido la madrugada del 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalantongo, “resultan especialmente conmovedoras las varias fotografías que nos cuentan el proceso: el alzamiento en Agua Prieta, Sonora, con varias imágenes de sus protagonistas; el desastre del convoy presidencial luego de su salida de la Ciudad de México, en especial la destrucción de trenes en Aljibes, en el estado de Puebla…Otras valiosísimas sobre el breve pero trágico paso por Tlaxcalantongo, con una fotografía del jacal donde pasó Carranza su última noche y otra del nefasto Rodolfo Herrero, su asesino”, así como escenas del traslado de su cuerpo y de su sepelio.
Javier García Diego concluye que las fotografías “son un testimonio paralelo a las muchas páginas historiográficas que se han escrito sobre Venustiano Carranza. Ciertamente se reducen a sus últimos 10 años de vida, los del periodo revolucionario, pero precisamente confirman lo que antes se ha dicho: Carranza fue ´el único don de la Revolución´”.
Destaca que el centenar de imágenes incluidas en el libro A 100 años, iconografía de Venustiano Carranza provienen de las colecciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, del Centro de Estudios de Historia de México Fundación Carso, del Archivo gráfico de El Nacional, de la colección Ruth Becerra Velázquez, del Museo Casa Carranza, del Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec, y del Sistema Nacional de Fototecas.