El pasado fin de semana, el Consejo Nacional de Morena, sin sorpresa alguna, formalizó la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum. Solo falta la confirmación de los partidos aliados, dígase el Verde y el del Trabajo. Pero más allá de eso, viene un mes de febrero más que caliente por las condiciones procedimentales con que se están definiendo las candidaturas sobre todo en los estados. En Puebla, este problema ha alcanzado una intensidad francamente preocupante, sobre todo, por el previsible desplazamiento de cuadros importantes de Morena por parte de chapulines provenientes de otros partidos, sobre todo del PRI. Destacan los casos de la capital del estado y la Mixteca, con cabecera en Izúcar de Matamoros.
El gobernador del estado ha llamado a que se termine con la guerra sucia y se respete el resultado de las encuestas, adelantando que algunos de los quejosos ya conocen el resultado de las mismas y, aun así, no aceptan la realidad de las cosas. El punto es que el proceso interno en el partido guinda tiene muchas aristas que se requiere valorar con más calma, sobre todo por lo que puede provocar para el futuro inmediato. Me pongo en el lado de aquellos que defienden la integridad de Morena, pero sobre todo de su perfil político e ideológico. Por su parte, aquellos cuadros provenientes, especialmente, del PRI y que ahora se quieren colar por la vía del Partido Verde, ninguno garantiza una postura tan siquiera progresista, ya no digamos de izquierda, aunque sea sin apellido. Si en lo personal cuestionaba la composición del grupo parlamentario de Morena, en mucho conservador, aunque se digan de izquierda, ¿qué pasaría en la vida política poblana con personajes como José Chedraui o Jorge Stefan Chidiac, habría un corrimiento al centro, o francamente a la derecha?
No dudo que traerían votos consigo, pero ¿en qué ayudarían para lograr un cambio con cambio? Me parece que nada, al contrario, garantizarían mantener en Puebla el conservadurismo en un partido que se dice de izquierda. Por ahí no creo que sea el mejor camino, aunque presuntamente ganen las encuestas. Tampoco creo que sea factible aceptar la propuesta en aras de proteger la alianza con el Verde.
A cambio, hay cuadros que seguramente mantendrían los postulados de la Cuarta Transformación, como es el caso de Alejandro Carvajal, candidato a la capital del Estado y Melitón Lozano para Izúcar de Matamoros, que son garantía para ganar la elección, pero sobre todo para mantener una postura política acorde a la que defiende su partido y eso, parece mucho en estos tiempos de confusión.
Y el asunto no es si en sólo dos meses Morena ha disminuido en ocho puntos en la capital, o si habrá voto de castigo, como augura el dirigente estatal del PRI, sino que se pueda ir disolviendo una fuerza progresista que debiera radicalizar sus posturas y demostrarse en las propuestas y después en las políticas de gobierno.
Creo, sin embargo, que la decisión no está en las bases morenistas, sino en la cúpula nacional, que ha demostrado un criterio pragmático y de equilibrio para definir las cosas, aunque vaya dejando en el camino, lo que otros llamarían daños colaterales.