La información que se divulga en una forma extraordinariamente rápida por redes sociales, así como la pobre oferta de calidad que entra en los hogares a través de la televisión, tiene definitivamente un impacto negativo en la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad Covid-19 y me atrevería a afirmar que se refleja en la salud general.
La vulnerabilidad a la que estamos sometidos todos los seres humanos debido a las afirmaciones que se encuentran en internet y a las opiniones que emiten individuos en cualquier medio masivo de comunicación, es motivo de controversia, cuando las fuentes que alimentan los comentarios que se emiten, son de dudosa procedencia. Y es que resulta verdaderamente imposible saber lo que es real y lo que es mentira, cuando tenemos como factor de estímulo, la curiosidad, que es patrimonio de todos y cada uno de los seres humanos.
Estos pensamientos me nacen después de leer un artículo cuya referencia escribo al final de este documento y que tiene como título “The impact of Covid-19-related changes in media consumption on public knowledge: results of a cross-sectional survey of Pennsylvania adults” que podría traducir más o menos como El impacto del consumo mediático y cambios en el conocimiento público relacionado con la Covid-19: resultados de una encuesta de corte seccional en adultos de Pensilvania.
En este documento se afirma contundentemente que aquellos individuos que se informan a través de redes sociales y la televisión, están menos instruidos que el público en general, hablando estrictamente sobre la pandemia que nos afecta en una forma negativa con alcances indescriptibles, aunque podemos fácilmente deducir que esto abarca por supuesto, otras áreas del conocimiento. En pocas palabras, quienes dependen de redes sociales y de la televisión para ver noticias, tienen menos probabilidades de conocer hechos reales sobre el SARS-CoV-2, lo que induce a cometer innumerables conductas negativas.
Las redes sociales están en un verdadero auge que se relaciona con la búsqueda de información. Desde el punto de vista neurológico y psicológico, hay razones que explican puntualmente este fenómeno; pero independientemente de que es internet actualmente la fuente principal de adquisición de conocimientos, resulta verdaderamente un acto perverso (e incluso delictivo) que sujetos sin escrúpulos o individuos ignorantes, se encarguen de difundir información con una dudosa fuente de investigación.
Esto es preocupante, pues el impacto se refleja en enfermedades y mortandad que se pudieron haber evitado en la medida en la que el conocimiento que se ha desarrollado con un esfuerzo sobrehumano por infinidad de científicos, pudo haber tenido ya, un efecto distinto al actual.
La investigación del artículo que tomo como referencia, hablando en términos específicos, se refiere a Estados Unidos, concretamente en Pensilvania, lo que le da una validez específica a ese país y ése estado; sin embargo, no es difícil deducir que su importancia puede ser universal considerando que, a nivel mundial, gradualmente se va generando como fuente de información en una forma más o menos similar, en todos los países y en la mayoría de estratos sociales, el mismo fenómeno de comunicación.
Las fuentes de noticias más confiables fueron los sitios web del gobierno de Estados Unidos; pero la polarización que en México se ha ido acentuando por las condiciones electorales que están prevaleciendo y que representan un verdadero “caldo de cultivo” para difundir información literalmente alejada de lo real, convierten a este fenómeno en algo verdaderamente preocupante.
Es fundamental resaltar la importancia de considerar de dónde se obtienen las noticias cuando se trata de diseñar intervenciones en la salud pública. No hay conductas aplicables que sean efectivas si no se comprenden en su justa dimensión.
Resulta ofensivo que, por citar un caso, se tenga qué pagar por tener acceso a una televisión privilegiada, en el caso de la programación “de cable” y al mismo tiempo tenga qué aceptarse en una forma estoica, la emisión de infinidad de anuncios comerciales. Esta es una cuestión de elección individual; pero lo que no es definitivamente justo gira en torno a información de acceso libre a medicamentos, cuyas cajas de distribución ostentan la leyenda que reza… “su venta requiere receta médica” y que en nuestro país, se venden un una forma indiscriminada.
Referencia: Surav Man Sakya, Lauren Jodi Van Scoy, et al. The impact of Covid-19-related changes in media consumption on public knowledge: results of a cross-sectional survey of Pennsylvania adults. Current Medical Research and Opinion. https://doi.org/10.1080/03007995.2021.1901679
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