Jerusalén. Ataques aéreos israelíes sobre Gaza causaron la muerte de más de 400 personas, dijeron ayer las autoridades sanitarias palestinas, lo que amenazaba con el colapso total de un alto el fuego de dos meses; mientras, Israel prometió utilizar la fuerza para liberar a los rehenes retenidos por Hamas.
El grupo militante palestino, que aún tiene a 59 de los cerca de 250 rehenes secuestrados en octubre de 2023, acusó a Israel de incumplir el alto el fuego en vigor desde enero y poner en peligro los esfuerzos de los mediadores para lograr una tregua permanente.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, indicó que su ejército intensificará sus renovados ataques contra la franja de Gaza y que a partir de ahora, las negociaciones (sobre un cese al fuego en Gaza) sólo tendrán lugar bajo fuego, en tanto su ministro de Defensa, Israel Katz, dijo que las puertas del infierno se abrirán en Gaza.
El ejército israelí describió sus acciones como una ofensiva preventiva destinada a diezmar la capacidad de Hamas de lanzar ataques y reconstruir y rearmar sus fuerzas.
Afirmó que sus objetivos son mandos militares de rango medio, dirigentes e infraestructura terrorista del grupo.
Los bombardeos alcanzaron viviendas y tiendas de campaña que albergaban a civiles desde el norte hasta el sur de la franja de Gaza; tanques atacaron la línea fronteriza del enclave, según testigos. Fue una noche infernal. Parecían los primeros días de la guerra, relató Rabiha Jamal, habitante de Gaza de 65 años y madre de cinco hijos.
Entre los abatidos por el embate israelí figuran Essam Addalees, jefe del gobierno de Hamas; Ahmed Al-Hetta, viceministro de Justicia, y Mahmoud Abu Watfa, viceministro del Interior y jefe de los servicios de seguridad.
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La ofensiva fue mucho más amplia en escala que los ataques regulares con drones que Israel ha declarado haber efectuado recientemente contra presuntos militantes, y se producen tras semanas de esfuerzos fallidos para acordar una prórroga de la tregua pactada el 19 de enero.
Testigos en Gaza señalaron que los tanques israelíes bombardearon zonas de Rafah, en el sur de la franja. Niños desconcertados se sentaban junto a sus pertenencias embolsadas, listos para huir de nuevo hacia el norte tras haber regresado a Rafah con el alto el fuego.
En los hospitales se apilaban cadáveres envueltos en sábanas blancas manchadas de sangre.
El Ministerio de Salud gazatí reportó que perecieron 413 personas en uno de los días con mayor número de víctimas desde que estalló la guerra y que muchos eran menores. Hubo también 562 heridos.
Un alto funcionario de Hamas dijo que la decisión de Netanyahu de reanudar la guerra equivale a una sentencia de muerte para los rehenes restantes. Izzat al-Risheq acusó a Netanyahu de lanzar los ataques para intentar salvar su coalición de gobierno de ultraderecha y pidió a los mediadores que revelen los hechos sobre quién rompió la tregua.
A su vez, el presidente palestino, Mahmoud Abbas, llamó a la comunidad internacional a frenar los ataques israelíes.
En Tel Aviv, familiares de los rehenes rechazaron la reanudación de la ofensiva y exigieron detener la matanza. El Foro de Rehenes y Familias Desaparecidas acusó al gobierno de retirarse del alto el fuego, diciendo que eligió renunciar a los rehenes.
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