Un edificio en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla da un paseo por más de cuatro siglos de historia. Se trata del exconvento de Santa Rosa que nació en el siglo XVII como un beaterio de monjas dominicas, que luego fue un convento dedicado a Santa Inés para después ser renombrado en honor de Santa Rosa de Lima, convirtiéndose años más tarde –tras las Leyes de Reforma- en un cuartel, en hospital psiquiátrico y para 1968 en una vecindad que albergaba a más de un millar de personas.
Entre el ambiente popular y de comercio de este cuadrante del Centro Histórico de Puebla, entre la 12 y la 14 Poniente, sobre la 3 Norte, la fachada de un edificio resguarda el ahora Museo de Arte Popular de Santa Rosa, convertido así en 1973 y en donde se exponen artesanías de las siete regiones de Puebla, así como frescos que pertenecieron al convento.
De inicio, al visitante lo recibe un espacio vital: la cocina de Santa Rosa, la cual ha resistido al tiempo y a los cambios del propio exconvento. Totalmente forrada de mayólica poblana, la cocina es una de las más bellas que se conservan hasta la fecha, por lo que es considerada “una joya de la arquitectura”.
En su forma rectangular se ubican dos tornos de servicio, un área de refrigeración, además de pretiles, alacenas, braseros, lavaderos, pileta, hornos y fogones ocupados por utensilios de cocina como moleras, atoleras, cazuelas, cucharas, chimoleras y molcajetes.
En esta larga historia, sobresale el momento de creación de uno de los platillos emblemáticos de esta urbe novohispana: el mole, una guiso nacido de las manos de las religiosas dentro de en una cocina tapizada en talavera, y luego de una expresión equivocada al decir: “que bien mole hermana”.
La historia relata que ahí sor Andrea de la Asunción creó el mole poblano, asando, friendo y moliendo chile mulato, pasilla, ancho, chipotle, cebolla, ajo y jitomate, así como almendras, ajonjolí y cacahuate, logrando crear un platillo peculiar que identifica a la gastronomía poblana.
Si bien esta versión es la más conocida, expertos señalan que el platillo no es producto de la casualidad, sino del resultado de un lento proceso culinario iniciado en la época prehispánica perfeccionado en tiempos coloniales, momento en que la cocina se enriqueció con sabores asiáticos y europeos.
Luego de la cocina, en el patio principal que destaca por su fuente central también cubierta de talavera, resalta la sala histórica en la que se explica, con detalle, la historia y el devenir del espacio: la fundación en 1683 del beaterio de la Tercera orden de nuestro padre Santo Domingo, bajo la advocación de Santa Inés; el inicio de la construcción en 1685 por Miguel Raboso del monasterio y templo de Santa Rosa con proyecto del arquitecto Nicolás Castañeda; y la autorización de Carlos II y el papa Clemente XI en 1688 para que el beaterio sea un convento formal, pese a la negación del Consejo de Indias.
Asimismo, se dan otras fechas clave: la proclamación en 1696 de la virgen de San Juan de los Lagos como patrona del beaterio; el término de la construcción del monasterio en 1697 a cargo del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, y el traslado de las monjas al recinto; y la insistencia de los dominicos, en 1701, para que el beaterio sea convento formal.
Otras fechas refieren a 1740 cuando se inaugura el monasterio de Santa Rosa con una procesión de las beatas; la decoración que el arzobispo Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu hizo en 1784 del coro alto y bajo, del interior del claustro, de la portería y de la cocina; y la exclaustración suscitada en 1861, debido a las Leyes de Reforma, que llevó a fraccionar la enorme extensión del convento.
Datos extras compartidos en esta sala dan cuenta que en 1954 el edificio fue declarado Monumento nacional, asimismo que en 1973 el conjunto conventual y el claustro se rescatan para crear el Museo de arte popular poblano y luego, en el año 2000, conforman el Centro Cultural Santa Rosa.
En su portería, destacan la serie de frescos que son alusivos a las devociones y santos propios de la orden de Santo Domingo, que fueron hechos –según cornistas- en 1746. En ellos, aparecen los santos Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, de igual forma Santa Juana de Portugal, quien se alejó de la vida palaciega para pertenecer a las monjas dominicas en 1472.
Asimismo, se ven representaciones de la virgen protegiendo a Santa Rosa, a Juana de los Ángeles de Monteagudo, originaria de Perú del siglo XVI; y Santa Catalina de Siena nacida en Italia en el siglo XIV, cuyo mural representa el momento de intercambio de corazones entre Jesús y la santa.
También al fresco, hay representaciones de la virgen con el niño Jesús en cuyo cuadro aparece el verdadero retrato del fundador del monasterio fray Bernardino de Andía; además del momento en que los ángeles ciñen a Santo Tomás de A quino, y otras monjas dominicas como Lucía de Narni, Margarita di Castello, y Santa Columba de Rieti.
El Museo de arte popular exconvento de Santa Rosa, ubicado en la calle 3 Norte número 1203, en el Centro Histórico de Puebla, se puede visitar de martes a domingo, de 10 a 17 horas, y domingo entrada libre.