A Luis Nishizawa, notable pintor
¿Cuántas veces hemos oído que se hará justicia, especialmente en los casos de matanzas contra estudiantes y otros seres considerados “menores” por la clase gobernante? Y es que a los que se les niegan sus derechos, empiezan por catalogarlos como revoltosos, inconformes ante todo y no apegados a la ley, se les violenta doblemente: primero difamándolos y luego eliminándolos. Luis Echeverría en su casa, vive sin olvidar pero evadiendo el 68 y el 71, matanzas en las que está involucrado. Carlos Salinas ni veía ni escuchaba a los más de 600 perredistas que cayeron durante su régimen. Ernesto Zedillo, hace poco, fue exculpado en Estados Unidos- país al que sirve y continúa sometiéndose- de la matanza de Acteal, donde acribillaron a 45 indígenas en 1997. Vicente Fox y Felipe Calderón mostraron que lejos de combatir el narcotráfico fueron útiles a diferentes cárteles, los cuales aumentaron sus operaciones, su influencia y el número de muertos en esa docena tragicómica, citando a José Agustín. Y ahora lo de Tlatlaya, asunto que no se sabe cómo abordarlo, ya que hasta Eruviel se niega a sí mismo, y sobre todo lo de Ayotzinapa, en Guerrero, no dejará muy contento, no obstante el resultado que se logre, al gobierno de Enrique Peña Nieto. Es cierto que se enjuiciará a varios militares, sin una ruta precisa ya que se aumentó el número de involucrados, en el primer caso, y que se le ha echado la bola al inútil de Ángel Aguirre Rivero, culpable por ese y otros asuntos, en el segundo. Pero nada es claro y hay antecedentes que de haberse actuado anticipadamente y con tino, hubieran evitado uno y otro asunto. En el del estado costeño, existieron anteriores homicidios. Arturo Hernández Cardona, Félix Beltrán Román, Ángel Román Martínez, integrantes de la Unidad Popular de Iguala, fueron ultimados el 31 de mayo de 2013(Proceso, número 1979; reportaje de Gloria Leticia Díaz), y desde entonces se supo que uno de los involucrados era el actual prófugo, José Luis Abarca, el que fingió que no sabía nada porque estaba bailando el 26 de septiembre con su esposa, María de los Ángeles Pineda, a quien deseaba heredarle el puesto de presidente municipal en Iguala. Pero era fingida su ignorancia, ya que dio la orden al jefe de policía, Felipe Flores, también fugado, para que detuviera los camiones de los estudiantes y les diera “un escarmiento”. Los dos sujetos, insisten varias informaciones, están ligados a los Guerreros Unidos, organización criminal de la entidad donde se insubordinó Genaro Vázquez. Si la secretaría de Gobernación, por medio de Luis Miranda, y el gobernador, Ángel Aguirre, hubieran puesto atención a la denuncia de organismos civiles por la muerte de los tres líderes, muchas otros asesinatos se hubieran evitado. Y el PRD que postuló al señor Abarca, enriquecido rápidamente, ahora quiere tapar ese pozo que huele a dinero mal habido con una simple expulsión. Malas cuentas. Esperemos que ahora sí tengan sentido las palabras de Peña Nieto, y no exista impunidad.
Aguirre en el escándalo
Quien llegó a la gubernatura del estado más complicado en muchos sentidos, Ángel Heladio, ya debería saber que administrar bien, resolver problemas y cuidarse de los videos son asuntos cotidianos de los políticos. En los dos primeros casos, ha sido una nulidad, pues o está en fiestas, como le ocurrió durante el huracán Manuel, o se encuentra en comilonas en el DF; por lo tanto su gestión sólo es para favorecer a sus cuates, a quiénes lo ayudaron a llegar- el dinero que le dio José Luis Abarca, entre otros- o para incorporar a su parentela en su administración o la de sus amigos gobernadores. Respecto a lo segundo, debería recordar que hace 19 años en Aguas Blancas, cerca de Coyuca de Benítez, fueron ultimados 17 campesinos de la Organización de la Sierra del Sur. Quien gobernaba, entonces, Rubén Figueroa Alcocer, negó los hechos, pero un video que se grabó y el cual fue analizado por la CNDH entonces, demostraba como la filmación oficial estaba alterada ya que no coincidían las escenas enviadas con la posición del sol. Entonces se llegó a la conclusión que los campesinos, quienes se trasladaban a un mitin político a Atoyac de Álvarez, fueron masacrados por diferentes cuerpos policiacos. Resultado: dimitió un hombre que era hijo de un cacique guerrerense; por cierto, el Figueroa citado enviaba dinero a montones a una orquesta sinfónica estadounidense y no aportaba cantidades decorosas para actividades culturales, tan necesarias en esa pobre entidad. Ahora Reporte Índigo (6 de octubre), muestra varias filmaciones de cómo, nuevamente, la policía detiene y balea a los estudiantes, amén de testimonios de muchachos que se salvaron milagrosamente. El poder no aprende. Hace poco, se decía: la lucha por la deseada alcaldía de Acapulco sería entre el nieto de Rubén Figueroa Figueroa, secuestrado por Lucios Cabañas, y el hijo de Ángel Aguirre. El caciquismo peor que antes de la Revolución Mexicana.
Dos
Los linderos de la ética, de Luis Villoro (coordinador; Siglo XXI), es una joya que deberían leer aquellos que no lo hacen y quienes están en las decisiones de poder, ya que el gran maestro está presente en una reflexión tan necesaria en estos momentos: la ética en la política, donde los grillos sólo ven signos de pesos en la conquista de posiciones; entre los ensayos que se incluyen sobresalen los de Ambrosio Velasco, León Olivé, Arnoldo Kraus e Isabel Cabrera. Ya lo habíamos recomendado, pero vale la pena hacerlo nuevamente; se trata de: El cártel español. Historia crítica de la reconquista económica de México y América Latina (1898- 2008)- ediciones Foca-, del enorme periodista, Oriol Malló; ello debido a que en los últimos años la influencia económica de la antes llamada madre patria ha crecido enormemente, y lo hará más con las reformas de telecomunicaciones y energética; vale, pues.
@jamelendez44