En París 2024 México tiene ya cuatro medallas, dos de plata y dos de bronce. A la presea plateada de la judoka anglomexicana Prisca Guadalupe y la de bronce ganada en tiro de arco femenil por equipos se han sumado esta semana el pase a semifinales del púgil Marco Verde en la categoría de -71 kilogramos, que equivale aproximadamente al peso welter del boxeo profesional. Con la ventaja de que el mexicano sigue en carrera y mañana, a la 1:45 de la tarde, va contra el británico Lewis Richardson por el pase a la final.
Pero la hazaña de la semana habrá que anotarla en el haber de los especialistas en clavados coordinados Osmar Olvera y Juan Manuel Celaya, que desde la plataforma de 3 metros no sólo presentaron batalla a la pareja china de los multifavoritos Long Daoyi y Wang Zongyuan sino estuvieron a punto de derrotarlos. De hecho, quiénes dominan el tema consideran que los jueces se dejaron cegar por la fama de la dupla oriental –moneda corriente en deportes de apreciación—, y fue ese factor subjetivo lo que decidió la contienda en perjuicio de los aztecas, derrotados por apenas 2.07 puntos de diferencia en el conteo final (444.03 por 446.1 de la pareja asiática), luego de un dramático vuelco a la altura del quinto clavado de la ronda decisiva.
“Esta es una plata con sabor a oro”, afirmaba un exultante Olvera Ibarra luego de su proeza. Y no le faltaba razón.
Y muy digna la participación de Uziel Muñoz en lanzamiento de bala: se coló a la final entre los doce mejores y mantuvo consistentemente el octavo puesto con un lanzamiento de 20.88 metros, su mejor marca personal en una disciplina donde nunca habían aparecido mexicanos. Quizá por eso la actitud de Uziel fue de máxima concentración y permanente disfrute, con detalles de compañerismo hacia sus pares que revela en el atleta de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, una interesante filosofía de la vida que rompe con lo habitual en un medio ferozmente competitivo.
La Reina Biles. Simone Biles retornó del inframundo para reafirmarse como la mejor gimnasta de la historia, dicho sea sin perjuicio de otras leyendas de la gimnasia olímpica. No hay que hurgar mucho en el arcón de la memoria para recordar su sorpresiva baja en mitad de la Olimpiada de Tokio, hace tres años, acosada por los fantasmas mentales también responsables de una lesión muscular que, sin embrago, no fue la razón principal de su retirada, de acuerdo con las valientes declaraciones de la propia atleta de color.
Pero esta vez, la norteamericana de 27 años volvió a reinar, catapultó a su país en pos del oro por equipos y recuperó tres de las preseas áureas conquistadas en Río 2016 antes de su bloqueo mental de Tokio. Con ello iguala los siete oros de Vera Caslavska en México 68 y está a dos de Larisa Latynina, que tiene el récord absoluto con nueve. Pero Biles podría igualarla dado su historial en viga de equilibrio y ejercicios en piso, las dos finales en juego hoy lunes.
Oro y honra al viejo guerrero. Un tenista de 37 años es Matusalem. Pero si fuese capaz de vencer al mayor talento joven aparecido en los últimos veinte años, lo suyo merece catalogarse como hazaña sin paralelo. Ocurrió, tal cual, en la final masculina disputada ayer sobre la arcilla roja de París, y consagró campeón olímpico a Novak Djokovic derrotando al murciano Carlos Alcaraz en dos sets corridos –7-6 (7-3)-7-6 (7-2)–. Partido cerradísimo y lección inolvidable del serbio.
Antes del lance decisivo pudiera especularse sobre si la victoria de Nole se debió a que Carlos salió en día de altibajos, tan pronto contundente como impreciso, o si la clave del desenlace radicó en la superior fortaleza técnica y psicológica del vencedor . Pero basta repasar los números (más errores no forzados del español, más amenazas de rompimiento superadas y primeros servicios sostenidos por Djokovic), para comprobar la superioridad del nuevo monarca. Sobre todo porque culminó con incontestable rotundidad en la doble muerte súbita, manejadas ambas con mano maestra y temple de acero por el viejo guerrero nacido en Belgrado el 22 de mayo de 1987. Ahí, lo que Alcaraz había mantenido en suspenso durante las dos horas que duró el partido se inclinó definitivamente hacia el lado de la balanza más cargado de calidad, determinación y recursos. Las cifras de ambos desempates son claras al respecto.
Fue justicia deportiva pero también poética: Nole, plusmarquista absoluto por grand slams ganados, jamás había obtenido el oro olímpico, que durante este siglo fue para el ruso Kafeilnikov (Sidney 2000), el chileno Nicolás Massú (Atenas 2004), Rafa Nadal (Pekín 2008, donde Djokovic quedó subcampeón), dos veces Andy Murray (Londres 2012 y Río 2016) y Alexander Sverev (Tokio 2020). Por cierto, en una especie de desquite tardío Novak Djokovic había eliminado a Nadal en cuartos de final.
La final femenil del sábado fue para la china Zheng Qinwe derrotando a la croata Donna Vekic. La favorita Iga Swiatek, de Polonia, se tuvo que conformar con el bronce.
Guapuras. Ustedes perdonarán, pero si una prueba resulta particularmente atractiva a ojos masculinos es el salto de altura para mujeres, cuyas finales se disputaron ayer en el estadio de Charlety. Y no fue en vano nuestro interés, pues además del desfile de bellezas brillaron la aplicación y calidad de las chicas, al grado que la ucraniana Yaroslava Mahuchikh quebró ambos récords, olímpico y mundial, con un limpio salto de 2.10 metros. La marca anterior era tan antigua como 1987, y lo estableció Stevka Kostadinova, de Bulgaria.
Futbol basura. Tenía interés en asomarme al futbol olímpico y el duelo de cuartos de final entre Francia y Argentina parecía un platillo a la medida. Chasco total. Los galos anotaron pronto (Mateta, 5´) y lo que siguió fue un choque de hueso contra hueso con poco o ningún futbol de por medio. Cero elaboración y poquísimas llegadas (par de buenas atajadas del arquero francés y dos remates galos a la madera), con el añadido de la bronquita final, provocada por burletas del francés Enzo Millot ante la banca que le costó la tarjeta roja. Visto lo visto, como que ni al Jefecito Mascherano ni a Tití Henry los ha llamado dios por los caminos de la dirección técnica. Aunque las causas de fondo parecieran estar en los derroteros que está tomando el futbol bajo la presión del gran dinero y la ansiedad generalizada que eso provoca en entrenadores, jugadores y el medio en general. Sin genios como Messi ni figuras mediáticas como Cristiano, y con la inflación, la corrupción y las apuestas a todo tren, esto se va al garete a menos que algún milagro se interponga.
Lo que faltaba. Aunque la deriva del futbol mexicano es cosa sabida y se ilustra en absurdos integrales como la actual Leagues Cup, jugada exclusivamente en territorio apache, la cosecha de aportaciones groseras por parte de las dirigencias parece no tener fin. La última de ellas a cargo de quienes manejan al equipo de Cemex –es decir, Tigres–, denunciados por su ex DT Dante Siboldi luego que su auxiliar, de apellido Ramos, fuera acusado de vender el partido contra Monterrey en la liguilla última, lo que habría llevado a los mandamases del equipo felino a rescindirles el contrato a ambos.
Por otro lado, se oficializó por parte de la Femexfut la titularidad de Javier Aguirre como DT de la Selección, con Rafael Márquez más como novedad mediática que como segundo de a bordo del Vasco, que tiene su propio cuerpo técnico (españoles ellos) y no lo va soltar.