En México nos está tocando vivir dos situaciones complicadas como consecuencia del deterioro de los recursos naturales; este año, particularmente, ha presentado un retraso considerable de lluvias, las temperaturas siguen intensas, los embalses están por debajo de un tercio de su capacidad, y muchos cuerpos superficiales de agua, practicante se han secado. El resultado de estos fenómenos, es la falta de agua potable disponible para consumo humano; además de su afectación en la producción de alimentos frescos del campo y la ganadería.
Sorprende que al día de hoy un manojo de cilantro cueste cuatrocientos pesos; el chayote sesenta pesos/kg; chile Tampico cien pesos/kg, aguacate ciento veinte pesos/kg; de veinte a treinta pesos la pieza de lechuga romana, la coliflor, el manojo de espinacas y otras verduras. Y podremos seguir enumerando diversas frutas y legumbres cuyos precios siguen a la alza. La razón es sencilla: la escasez de agua en los campos de cultivo; toda vez que, se trata de agricultura de riego.
Muchos agricultores han tendido que acortar la superficie de cultivo ajustándose a la disponibilidad y tandeo de agua, hablando de sistemas de riego colectivos. Aquellos que disponen de concesión de agua de pozo profundo, se sujetan a la recarga de sus pozos, ya que algunos acuíferos están más sobrexplotados que otros.
México es uno de los 25 países del mundo que enfrenta un mayor estrés hídrico, su nivel de estrés es “alto”, lo que significa que cada año se extrae una media del 40 por ciento del agua disponible para su uso. Es el segundo lugar en América Latina por estrés hídrico; es decir, la demanda es más alta que la cantidad disponible.
Cuenta con 653 acuíferos subterráneos, y su sobreexplotación a lo largo de los años ha crecido de manera alarmante. En 1975, había 32 acuíferos sobreexplotados; para 2019, la cifra había ascendido a 157. Además, en dos años se sumaron 50 acuíferos a los más sobreexplotados.
Durante el periodo neoliberal, el número de concesiones de agua pasó de 2 mil a 528 mil 535 concesiones a manos de 376 mil 845 titulares. Lo que refleja el hecho de que, al día de hoy, haya miles de comunidades y familias que carecen de agua, o si bien les va, la reciben a cuenta gotas. En México, se podría decir que el agua está en manos de carteles hídricos que controlan el uso y distribución del agua a favor de grandes empresas refresqueras, cerveceras, mineras, plantas manufactureras y de cadenas hoteleras principalmente.
El artículo 4º Constitucional, en su párrafo 6º, establece “el derecho de toda persona al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. Además, establece que el Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines” (Párrafo adicionado el 8 de febrero de 2012). Durante el periodo neoliberal el agua se mercantilizó y privatizó en varias entidades federativas, el derecho humano al consumo del agua paso a un segundo término.
Ante el actual escenario hídrico, sería una vez más irresponsable culpar a la naturaleza y el mal tiempo que no trae lluvias, cuando se sabe de antemano que el deterioro de los recursos naturales y sus ecosistemas, ha sido consecuencia de la prevalencia de un modelo extractivista, rapaz, devorador, consumista y de acumulación; además, se sabe que el agua está controlada por unas pocas manos de señores del dinero. El ambiente climatológico no podrá modificarse en lo inmediato, pero si se pueden impulsar acciones para restaurar los territorios en el mediano y largo plazo.
Es urgente que el Estado mexicano tome acciones concretas y contundentes en el tema hídrico. Debe revisar las concesiones de agua al sector industrial y de servicios, cancelar y/o reducir concesiones, sancionar, regular y controlar el uso del agua a las grandes industrias, es responsabilidad seria que el Estado no debe postergar. Ahora que el Congreso entrante alcanzó mayoría calificada, podrán dar trámite a la nueva Ley General de Aguas más humana que se quedó a medio camino en el Senado en 2021, una ley que privilegie el consumo humano y la producción de alimentos del campo; de otro modo, sabremos si el Congreso se sigue doblegando ante el poder económico.
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