Sin duda, la frecuencia de enfermedad respiratoria en las poblaciones se incrementa en una forma grave en esta temporada de otoño–invierno. Sobresalen las infecciones de la porción superior del aparato respiratorio; pero tal vez uno de los problemas más menospreciados es el de la sinusitis, que no es otra cosa más que la infección de uno o más de los “senos paranasales”, que son verdaderas cavidades o huecos que se encuentran dentro de los huesos que forman elementos óseos, constituyentes esenciales de la cara.
Existen muchas teorías que explican el porqué de su forma y función, aunque una de las más importantes plantea que, si estos huesos fuesen sólidos, sería muy difícil que mantuviésemos la cabeza erguida simplemente por el peso. Hay cuatro grupos de senos: los senos frontales, situados por arriba de los ojos; los senos etmoidales, en el área de las mejillas; los senos maxilares, en ambos lados de la nariz y por debajo de las mejillas y finalmente los senos esfenoidales, en la porción interna de los oídos. Sin embargo, aunque es una enfermedad muy frecuente, también a menudo es mal manejada por el médico de primer contacto, debido a que la comprensión del padecimiento es difícil.
De hecho, históricamente fue hasta los años de 1967 cuando un médico llamado Walter Messerklinger descubrió que los senos paranasales tenían un flujo de mucosidad (al que denominó flujo mucociliar) e hizo una serie de descripciones en la función que indudablemente revolucionaron el tratamiento médico de la sinusitis aguda y el quirúrgico de la sinusitis crónica.
En la enfermedad aguda los síntomas son relativamente claros (dolor de cabeza por la mañana que se intensifica o se alivia al mover la cabeza; dolor de cabeza, arriba de los ojos y en ambos lados de la nariz, para culminar en la molesta congestión nasal); pero en el problema crónico, es decir, el que tiene una duración de más de dos semanas, estos síntomas se convierten en algo vago e inespecífico de muy difícil diagnóstico para cualquier médico, ya que puede haber desde epistaxis (sangrado de nariz), malestar general, tos, hiposmia (disminución del olfato), dolor a la masticación y diversos grados de alteraciones en la emisión de la voz (disfonía). Otros síntomas son mal aliento (halitosis) y secreción nasal de larga evolución. El intenso dolor facial es un síntoma que paradójicamente no es tan frecuente en los pacientes con sinusitis crónica.
Incluso hay algunos casos en los que simplemente, no hay síntomas. La inflamación suele desencadenarse a partir de una infección viral o bacteriana que comienza en la nariz. Generalmente la causa es el resfriado provocado por un virus. En algunos casos, la inflamación se debe a alergias crónicas que afectan a la parte superior del sistema respiratorio.
Otro de los desencadenantes es la irritación por el cigarrillo. En casos menos comunes, la infección se origina por un absceso dental. A veces, el resfriado o la alergia se agravan con una infección bacteriana secundaria. A medida que la mucosidad se acumula en el área y las membranas se inflaman, se obstruye la comunicación entre la nariz y los senos paranasales. El material infectado no puede salir de la nariz y se produce una presión que al cabo de un determinado tiempo causa dolor de cabeza y el abigarrado conjunto de síntomas. El Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis son las bacterias encontradas con más frecuencia en los cultivos de exudación (pus).
Las causas víricas comprenden rhinovirus, virus gripal tipo A y virus parainfluenza. En los pacientes con “bajas defensas” pueden producirse infecciones por hongos como Candida albicans o Aspergillus fumigatus, entre otros.
Por último, el diagnóstico depende esencialmente de dos elementos: la Historia clínica y la exploración física minuciosa. Si bien en el problema agudo se pueden visualizar elementos muy sugestivos como mucosa nasal enrojecida, inflamada, el pus y la sensibilidad a la presión; en la enfermedad crónica la exploración física puede resultar normal. Aquí debe recurrirse a elementos diagnósticos de imagen, como radiografías y la Tomografía Axial Computarizada (o TAC, por sus siglas), la cual es útil para visualizar el contenido y la anatomía ósea de los senos, sobre todo si se sospecha sinusitis esfenoidal y etmoidal o neoplasia (tumores).
Desde la introducción de los antibióticos, las complicaciones graves de la sinusitis no son frecuentes. La terapéutica médica actual se dirige a tratar la infección y a lograr el drenaje de los senos.
Aunque el médico general debe estar bien capacitado en el diagnóstico, se recurre a la alternativa quirúrgica por el especialista en los casos de sinusitis aguda complicada, sinusitis insensible a la terapéutica médica enérgica y sinusitis crónica recidivante (más de cuatro episodios al año). Las intervenciones quirúrgicas actualmente son muy seguras y comprenden el “lavado”, la liberación de obstrucciones para proporcionar drenaje efectivo y por último, la resección del tejido enfermo.
Efectivamente la infección respiratoria aguda es un proceso común que suele resolverse espontáneamente, incluso sin medicamentos (nada es mejor para un “resfriado” que un día de descanso); sin embargo, nunca se debe dejar de considerar que, hasta la infección aparentemente más banal se puede complicar.
Por eso la automedicación indiscriminada (sin una buena exploración física y una cuidadosa historia clínica, llevada a cabo por el médico), es considerada actualmente peligrosa y de consecuencias impredecibles a la larga.