No se sabe en qué momento, ni cómo fue ni quiénes lo hicieron, pero previó al inicio de la campaña electoral de 2016 operadores de mucha confianza de los dos principales contendientes, Antonio Gali Fayad y Blanca Alcalá Ruiz, llegaron a un acuerdo de que durante la pelea por la gubernatura de Puebla no habría ataques personales que dañaran a las familias de ambos abanderados. Lo que parecía un entendimiento civilizado, adecuado, necesario, se rompió porque Javier Lozano Alarcón, quien era parte de la coalición del PAN, impuso una serie de mensajes de guerra sucia contra la aspirante priista.
Lo anterior viene a colación por la actuación que ayer tuvo Javier Lozano Alarcón, quien en su carácter de vocero del Poder Ejecutivo, adoptó un discurso bravucón, amenazante, contra el edil de San Pedro Cholula, rompiendo el esquema de reconciliación que ha impreso a su administración el gobernador Antonio Gali Fayad.
Para nadie es un secreto que Lozano no respeta jerarquías, es protagónico y le gusta diseñar ataques mediáticos sin consultar a sus superiores o respetar normas de urbanidad.
Otro ejemplo de ese comportamiento pendenciero se vivió durante el proceso electoral del año 2012, a la mitad de la campaña, cuando surgió un breve rompimiento entre el círculo cercano de Rafael Moreno Valle Rosas y Javier Lozano, ya que desde Casa Puebla quisieron corregir la errática estrategia de mensajes que desplegaba el segundo de ellos como candidato del PAN a senador y el entonces aspirante a legislador prestó oídos sordos a las recomendaciones que le hacían. El resultado de esa soberbia que le caracteriza a Lozano es que perdió la elección de senador, pese a que contaba con el aparato morenovallista de su lado, que incluía docenas de operadores y mucho dinero que no tenían el resto de los contendientes.

Al final Lozano pudo ser senador porque en la madrugada siguiente del día de la elección se desplegó una operación para impedir el triunfo electoral del candidato del frente de izquierdas, Manuel Bartlett Díaz.
Esas maniobras permitieron que al PRI lo posicionaran –los alquimistas electorales– en el primer lugar de la contienda y al PAN en el segundo, luego de que el aspirante del albiazul había quedado en una tercera posición, como consecuencia de que Lozano no atendió las recomendaciones para enderezar su campaña electoral.
A 15 días de iniciado el actual gobierno, la administración de Antonio Gali Fayad ya tendría que empezar a evaluar el daño que Lozano va a causar a la actual administración estatal con su comportamiento pendenciero y su falta de institucionalidad.
El tema de la reforma en torno a la administración del agua potable en los municipios ya está en manos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y ellos decidirán si le asiste o no la razón al edil José Juan Espinosa. Las bravatas de Lozano en nada abonan a resolver dicho diferendo jurídico y en cambio sí dañan a la imagen de la gestión de Gali Fayad.