Conocí a Enrique Dussel en 1996, cuando ingresé a la carrera de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fui mi profesor desde el primer semestre. Recuerdo cómo me impresionó que no solo estudiantes de reciente ingreso, sino oyentes de todos los semestres y de otras carreras, facultades y universidades llegaran a su clase ávidos por encontrar un lugar dónde sentarse al menos en el piso. Cuando se trataba de sus cursos, el salón siempre se abarrotaba como si fuera la hora pico del metro.
Sus clases de filosofía eran de una densidad teórica tremenda, acompañadas de pasajes de la historia latinoamericana o mundial: pasábamos de Aristóteles a Levinás, dando saltos por Heidegger, Egipto y Mesopotamia, el idealismo alemán, el pensamiento chino, los movimientos sociales de América Latina, Feuerbach y siempre, siempre Marx.
No olvido nunca una sesión en la que Dussel nos explicaba algunos pasajes de la Fenomenología del Espíritu de Hegel, con el libro en la mano, pero totalmente desojado y con señas claras de haber sido quemado parcialmente. Cuando un estudiante le preguntó qué le había pasado a su Fenomenología, “el viejo” (así le decíamos con cariño), nos explicó que fue de los pocos libros que logró rescatar luego de que grupos paramilitares de derecha le hubiesen puesto una bomba en su casa en 1973, allá en su natal Argentina.
Después de aquella anécdota, todos quedamos enmudecidos.
La obra de Enrique Dussel es impresionante, tanto por la cantidad de libros escritos como de temas abordados. Fue filosofo, teólogo, e historiador. Recibió siete doctorados honoris causa y dictó cátedra en numerosas universidades de Europa, África, Asia y América Latina.
Junto a Juan Carlos Scannone, Rodolfo Kusch y Arturo Andrés Roig, entre otros profesores, Dussel fue fundador del movimiento conocido como “filosofía de la liberación”, allá por 1971, corriente permeada por una profunda perspectiva latinoamericana y también marxista.
Además de sus aportes a la historia de la filosofía contemporánea, Dussel fue un militante, un luchador social que acompañó activamente a numerosos movimientos populares.
La filosofía de la liberación era entendida por Dussel como una praxis, como un pensamiento-acción que se construye desde la periferia del sistema hegemónico a partir de la afirmación de la vida de los oprimidos que a su vez ha sido negada por la lógica depredadora de la dominación capitalista, eurocéntrica y colonial.
Planteaba además que la acción política para la liberación de los pueblos debía tener al menos tres principios fundamentales. Es decir, que afirmara materialmente la producción y la reproducción de la vida en comunidad, que fuera válida a través del consenso y que fuera viable, es decir, factible o materialmente realizable, preferentemente por medios pacíficos. Materialidad, facticidad y validez siempre fueron el núcleo duro de su praxis política.
Dussel fue un profundo conocedor de la obra de Marx. Publicó y tradujo al español muchos de sus manuscritos inéditos. En varios de los cursos que tomé con él, como “16 Tesis de Economía Política” y “Política Latinoamericana de la liberación”, entre muchos otros, Dussel nos mostró numerosos rostros y facetas de un Marx desconocido para la mayoría, un Marx que iba más allá de los clichés que circulan entre marxistas y antimarxistas que hablan de marxismo sin haber leído a Marx directamente.
Enrique Dussel Ambrosini (1934-2023) será recordado en América Latina y en el mundo no solo por su vastísima obra filosófica, sino por su compromiso crítico con la Cuarta Transformación, lo que le llevó a ser Secretario de Formación Política de Morena.
“Ayudó mucho en la creación de este movimiento de transformación con sus aportaciones (…) como lo hicieron millones de mexicanos”, dijo esta mañana con cariño, el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Como su discípulo por muchos años en la universidad y en la militancia política, me considero afortunado por haberme cruzado en el camino de este gigante de la filosofía universal. Quienes nos formamos con él, tenemos el compromiso de seguir leyendo y difundiendo su pensamiento que estuvo siempre al servicio de la liberación de los pueblos oprimidos, explotados y excluidos por el sistema de dominación capitalista. Gratitud eterna, maestro.
