Fortalecida y en resistencia. Así es como llega la Xochipitzahuac, la fiesta de los pueblos indios en San Bernardino Tlaxcalancingo a 20 años de realizarse de manera independiente, continua y en comunidad, y pese a las invasiones territoriales que ha tenido este pueblo originario.
“Sigue preservándose por un grupo de gente que le ha ido dando validez, que al seguir diciendo ‘nosotros somos del pueblo originario’, le seguimos dando autoridad a nuestro pueblo, a nuestra autonomía”, como señala Eufemia Cuaya Huanetl, una de las fundadoras de esta fiesta que celebra y reflexiona alegremente sobre la diversidad, la riqueza y la presencia de los pueblos indígenas, particularmente de Tlaxcalancingo.
Al lado de Miriam Vargas Teutle y Bárbara Elías Coatl, Eufemia Cuaya informa sobre la realización de la edición 20 de la Xochiptzahuac programada para el próximo domingo 13 de octubre a partir de las 10 horas en el cerro del Acahualtepetzi y sus alrededores, que reunirá música, poesía, danzas, palabra y recetas tradicionales para compartir.
Durante una entrevista conjunta, agregan que la Xochipitzahuac llega fortalecida y en resistencia: frente a la ciudad que “sigue comiendo” a este territorio original compartido entre las Cholulas, con la pelea vigente del agua potable y los altos costos que significan para la población impuestos como el pago del predial, al querer igualar una vivienda popular con un departamento o una casa de lujo, como los miles que existen en la zona de Lomas de Angelópolis, con la cual comparten el territorio.
“Es una lucha constante, del día a día, del no dejarnos y de ir demostrando que seguimos vivos”, afirma Bárbara Elías, también fundadora de la fiesta y danzante.
Como completa Miriam Vargas, la fiesta de la Xochipitzahuac es, al mismo tiempo, el lugar y el producto de la resistencia y del proceso vivido por la comunidad a lo largo de las décadas. “En el proceso están las mujeres que realizan sus blusas y ese día ya las llevan hechas; o el centro cultural Tlaxcalancin que lleva a su grupo y sus danzas; así como la constante lucha de este y todos los pueblos de San Andrés Cholula para que el territorio permanezca no sólo físicamente, sino en la cultura”.
En el fondo, continúa, la Xochipitzahuac es una forma de enunciar que, como pueblo originario, Tlaxcalancingo puede autodeterminarse como territorio. “Ha sido un proceso que hemos llevado desde hace 30 años, al exigir que no fueran expropiadas nuestras tierras, que se respetara nuestra forma de vida. Esos 30 años se han caminado de muchas maneras desde protesta, defensa legal, cierres de carreteras, medidas que como pueblos podemos tomar para que se nos respete”, señala.
En todo, como coinciden Cuaya, Elías y Vargas, destaca el trabajo de las mujeres de Tlaxcalancingo que es “grande” por sus mujeres. “Hace mucho tiempo, las señoras de ahora 80 años me platicaban que sin ellas Tlaxcalancingo no fuera lo que es”, como afirma Bárbara Elías, para quien las mujeres han ido ganando terreno y voz en la toma de decisiones, en un mundo en el que de por sí ya resolvían asuntos familiares y cotidianos, pero no eran reconocidas.
En ello coincide Vargas, pues si bien las mujeres del pueblo ya decidían, ocurría que su palabra no era escuchada, negando su participación en espacios como las asambleas o impidiendo su voz en ellas. “Creo que cada vez ha habido ese esfuerzo de nosotras mismas y entre nosotras para estar en espacios públicos, de toma de decisiones”.
En ese sentido, para Eufemia Cuaya, el “tiempo de las mujeres” no sólo es ahora, sino que ha sido siempre: “cuando vamos a hacer las tortillas y la comida, cuando llamamos a nuestra familia a comer, porque hacemos un tejido que hacia afuera se va entretejiendo (…)”. Así, afirma, las mujeres siempre han sido una parte fundamental de todo el desarrollo comunitario de cada lugar. No sólo es la comida, ni la tortilla, sino lo que cada una realiza dentro y fuera de la comunidad”.
De paso, reflexionan que la Xochipitzahuac ha tenido sus frutos: las fiestas que se dan en el propio San Andrés Cholula imitando el sentido de ésta, el rescate de la vestimenta tradicional, y la forma de convivencia en el propio San Bernardino Tlaxcalancingo.
La Xochipitzahuac que se hace, desde su inicio, sin apoyos gubernamentales, sino solventada por el propio pueblo que da apoyos económicos directos y en especie, celebrará la edición 20 con la publicación de un libro que recopila las Actas de Cabildo de Tlaxcalancingo desde la mitad del siglo XIX, un trabajo del antropólogo y vecino de la comunidad Raúl Chiquito Chiquito, además de la proyección de documental elaborado por menores, quienes recogieron los recuerdos de los abuelos del pueblo; así como la proyección de las pinturas que año con año han sido mostradas en la fiesta, que ilustran las tradiciones, costumbres y sucesos ocurridos en la comunidad.
Habrá también poesía y cuentacuentos en náhuatl, la danza de los Moros y la Azteca, así como el huapango de medianoche del sábado 12 de octubre, y por supuesto, la boda que le da nombre a la fiesta en la que dos vecinos de Tlaxcalancingo contraen nupcias la usanza tradicional.
Destaca que la fiesta, que se transmitirá por la radio comunitaria, a través del 107.1 de frecuencia modulada, tiene una sola petición para los visitantes: el no llevar desechables ni introducir refrescos o bebidas alcohólicas, ello para cuidar la naturaleza de la fiesta que es de resistencia y de vida.