Uno de los puntos más críticos donde se está viviendo la devastación que dejó la reciente contingencia pluvial lo constituyen las pequeñas comunidades del municipio de Pahuatlán, donde muchas familias perdieron sus casas y han quedado al margen de la llegada de ayuda alimentaria y de servicios de salud.
Estas pequeñas rancherías están totalmente incomunicadas, producto del desgajamiento de varios cerros, lo cual ha provocado que no tengan energía eléctrica y quedaran inoperantes los pozos donde se surte agua para consumo humano.
Tal es el caso del barrio de Tatamá, perteneciente al pequeño poblado de Xochimilco, donde 11 familias perdieron sus viviendas y hasta al momento no han recibido ninguna visita de ninguno de los niveles de gobierno.
En un recorrido que hizo La Jornada de Oriente se logró llegar hasta este pequeño asentamiento humano, y lo que primero preguntaron los pobladores es si se les podían compartir agua y alimentos.
Uno de los hombres de la comunidad preguntó: “Nos hemos acercado al camino que está servible, pero solo vemos pasar las camionetas que llevan despensas, pero no se detienen a dejarnos nada a nosotros”.
Otro problema que está surgiendo en está región es que hay muchas quejas de los ciudadanos de que la ayuda o se está politizando o se lucra con las despensas.
En San Pablito la gente se queja de que el presidente auxiliar repartió primero las despensas que llegaron de ayuda gubernamental a sus parientes y a los dueños de las tiendas para que estos comercialicen los productos.
Este día sobrevoló un helicóptero de la Marina la zona siniestrada, lo que por momentos creo un expectativa positiva en la que ya estaba llegando el auxilio del gobierno federal, pero después de varias horas de espera, los habitantes de varias rancherías se percataron, con desconcierto, de que todavía no son ubicados en el mapa de los damnificados.
En Paciotla los pobladores han estado abriendo los caminos con sus propias herramientas de trabajo, ya que no han tenido la posibilidad de que hasta ese lugar arribe la maquinaria pesada que en otras partes de la Sierra Norte se ha utilizado para despejar las vías de comunicación.
También en este poblado se ha visto un gesto que habla de la bondad de la gente, pues algunas señoras con sus propios insumos se han puesto cocinar para compartir la comida con aquellas familias que perdieron todo en el siniestro y están pernoctando en el atrio de una iglesia.


