El sábado, en Pahuatlán, Andrés Manuel López Obrador enfrentó uno de los escenarios más difíciles como presidente de la República, pues aunque el recibimiento de la gente tuvo el clamor acostumbrado, esta vez la mayoría de los asistentes al diálogo con el mandatario llevaban la consigna de impedir una consulta en votación económica sobre el repudiado gasoducto Tuxpan–Tula.
Desde días antes, el Consejo Regional de Pueblos Originarios en Defensa del Territorio de Puebla e Hidalgo había advertido que no validaría el proyecto “a mano alzada”, como sucedió con el Tren Transísmico.
La organización ejecutó un despliegue estratégico para colocar mantas y pancartas de rechazo al proyecto de Transcanada desde el camino hasta el sitio en San Pablito donde se efectuaría el Diálogo con los Pueblos Otomí, Náhuatl, Totonaco y Tepéhuatl.
Los periodistas que viajaron para dar cobertura a la novena gira del titular del Poder Ejecutivo por territorio poblano, de inmediato dieron cuenta de los mensajes, publicando fotografías y videos en sus medios y redes sociales.
Fue así que desde antes de que el tabasqueño arribara al lugar, ya había noticia de lo que antojaba como una protesta.
De hecho, algunos miembros del Consejo Regional de Pueblos Originarios en Defensa del Territorio de Puebla e Hidalgo que fueron entrevistados, advirtieron que si López Obrador se atrevía a hacer la votación económica en ese momento, todos los integrantes presentes gritarían que no y sabotearían la consulta.
Pero cuando el mandatario apareció, la acogida que le dio la gente fue la acostumbrada en cualquier lugar que pisa: aplausos, porras, gritos de júbilo, abrazos, palmadas y fotos con el recién llegado.
Se llevó a cabo el tradicional rito indígena para saludar al presidente de la República. A López Obrador y al gobernador, Luis Miguel Barbosa, les colocaron collares y coronas de flores. Le obsequiaron al primero un sombrero que portó todo el acto.
El primero en tomar la palabra fue Gabino Hernández Cruz, presidente de la junta auxiliar de Xolotla y vocero de los pueblos indios de la región. Su discurso fue largo y abundante en el detalle de carencias y las demandas de obras y servicios, además de la denuncia de tala clandestina.
Los rostros del presidente y del titular del Poder Ejecutivo federal estaban sumamente serios.
Dejó casi para el final el tema del gasoducto. Cuando pidió que se cancelara, hubo vítores y aplausos.
López Obrador tomó la palabra al final y dijo que se comprometía a variar el trazo del conductor para que no pase por el cerro sagrado.