Básicamente, la acusación del Departamento de Justicia de EU en contra de Televisa se refiere a la adquisición fraudulenta de las transmisiones por televisión de la Copa del Mundo en sus versiones que van de 2018 a 2030. Es decir, que habiendo ofertas mejores por parte de otros consorcios televisivos, el que presidía Emilio Azcárraga Jean maniobró en contubernio con la FIFA –soborno a funcionarios del ente afincado en Zúrich– para hacerse de los derechos de transmisión oficiales. Nada que no fuera sabido de antemano, se trata del mismo sistema seguido a nivel doméstico para doblegar al Grupo Pachuca, cosa nada complicada pues bien sabemos que la alianza Femexfut-Televisa ni siquiera es tal porque en realidad son una y la misma cosa. Y a escala mundiales de futbol, el consorcio de Chapultepec 18 mantiene la manga muy ancha con el conglomerado de Zúrich desde los felices tiempos de Guillermo Cañedo de la Bárcena. Los dos mundiales mexicanos (1970 y 1986) así lo demuestran.
¿Cuál es, entonces, la diferencia? ¿Y cuáles los motivos de la renuncia fulminante de Azcárraga Jean a su cargo de cabeza principal de la empresa de medios fundada por su abuelo, y cuyos mandos ejecutivos y mayoría accionaria nunca habían salido de la familia? Para contestar esas interrogantes hay que remontarse a las acusaciones de la propia fiscalía estadounidense contra un grupo de mafiosos enquistados en la FIFA que determinó, en 2015, la pérdida de la presidencia de la misma por Joseph Blatter, uno de los acusados. Aquella investigación contó con la participación de la CIA y llevó a juicio y condena por corrupción al hondureño Alfredo Hawit y al trinitariotobaguense Jack Warner, presidente y expresidente de la Concacaf respectivamente. Ya entonces llamó la atención que no se tocara a funcionarios del futbol mexicano… ni del estadounidense. Olía a pacto de inmunidad entre los vecinos norteños.
Pero, mientras los lazos entre las federaciones mexicana y norteamericana se estrechaban –con tristes resultados para nuestro futbol, pero también con la obtención de la sede mundialista de 2026– Televisa siguió rodando por la pendiente del descrédito. En 2023, tuvo que resarcir con un pago acordado de 95 mdd a un grupo de accionistas norteamericanos que la demandó por las pérdidas sufridas tras la revelación del “FIFA Gate”, y por inflar artificialmente el valor de las acciones del consorcio en la Bolsa de NY.
Desenlace provisional. Finalmente, el jueves 24 de octubre Emilio Azcárraga Jean solicitó una licencia con efecto inmediato de su cargo como presidente del Consejo de Administración de Televisa mientras se resuelve la investigación. A raíz de eso, las acciones de la televisora en la Bolsa Mexicana de Valores tuvieron pérdidas de 8.86%, mientras que en Estados Unidos las acciones del grupo cayeron 9.75%.
Algunos comentaristas han manifestado temor por las consecuencias que el escándalo Televisa pudiera tener para el futbol mexicano. Pecan de pesimismo. Las consecuencias llevamos décadas de sufrirlas el deporte y la afición, pese a las maniobras mediáticas y propagandísticas puestas en juego para disimularlas, con cada vez menos resultados, porque la gente no está dormida. La multipropiedad, la importación masiva de troncos foráneos, la infame supresión del descenso, la venta-remate incondicional de la Selección a oscuros socios estadounidenses, todo eso que ha redundado en la degradación acelerada de nuestro futbol son al mismo tiempo causas y consecuencias de su mafioso proceder.
Más lo que falta por ver.
Pobre Franja. Viendo asumir al Puebla el papel de víctima prácticamente desde el silbatazo inicial, el sábado en San Luis, daban ganas de preguntarle al Chepo de la Torre si no existe una táctica menos derrotista y elemental que esa que acostumbra emplear en sus partidos como visitante. Que no es ya la clásica de cinco defensas en línea propia de los equipos chicos, sino de los once jugadores dentro de su terreno, que cuando no revientan balones a cualquier parte intentan conectarse con un Luis Quiñones cuya única virtud es emprenderla a codazos y pisotones contra cualquiera que se le acerque, mientras el llanero solitario en turno –el uruguayo Gómez en los últimos partidos– espera algún pase casual cercado por tres o cuatro mastines.
Claro que, a esa pregunta, José Manuel de la Torre seguramente respondería que a él le pagan por rescatar cuantos puntos se posible –lleva 14 en 16 partidos jugados y parece que de ahí no pasará–, con un plantel que se las vería moradas para ganar en cualquier canchita de la Liga de Expansión. Y ni modo de no darle la razón si esa fuera su respuesta. Después de todo, hace dos días el Puebla hubiera podido salvar el cero hasta el final del primer tiempo de no mediar el obsequio de un córner al Atlético San Luis –galantería del Wacho y defensores, que no se hablaron ni entendieron cuando podían haberlo evitado–, a cuya rechace en corto el francés Salles-Lamonge, desoladoramente solo en el vértice del área, respondió con un perfecto toque al ángulo (45+4´). El 2-0 lo puso el mineiro Oliveira Lemos aplicando su izquierda dentro del área a servicio retrasado de Klimowicz (50´). Y ya no hubo más porque los locales se dieron a la siesta y la Franja se entregó a un perfecto ejercicio de resignación.
Jornada 15. Aunque Chivas y Pumas se apuntaron al 0-0 en el Akron como si no estuvieran urgidos de puntos, fue un fin de semana generoso en goles de los colores y sabores más diversos. América dio la pauta en su visita a un desarbolado Mazatlán (0-5) y dos que jugaban en casa, Monterrey y Pachuca, siguieron a pie juntillas la partitura triturando al Atlas los Rayados (4-0) y al Necaxa los Tuzos (6-2). No anduvo muy lejos Tigres en su visita a Tijuana (0-3), y también vio goles a destajo la afición toluqueña pese a que no ganó su equipo, que sigue sublíder pero no pudo con el temible León de Berizzo (2-2).
Al lado de ese surtido rico de anotaciones, el Cruz Azul se vio hasta discreto (2-0 al Santos en Insurgentes). Y Querétaro se confirmó como el peor de todos, que ya es mucho decir, al perder en casa con el tampoco muy solvente equipo Ciudad Juárez (1-2). Con lo cual continúa el cemento encabezando la tabla con 40 unidades –a dos fechas del final, sus partidarios más optimistas ya lo ven rompiendo récords de goleo y puntaje para torneos cortos–, mientras el Toluca se estacionaba en 32 seguido por Tigres (30), Monterrey (28), San Luis (26), Pumas y Tijuana (25), América (24), Chivas (22), Atlas (20), León (17), Puebla (14), Necaxa, Pachuca, Mazatlán y Juárez (13), Santos (10) y Querétaro (9).
Max, campeonísimo. Verstappen inició la remontada –había arrancado desde el puesto número 16– poco antes de que una lluvia torrencial pusiera a los autos a planear sobre una pista de patinaje. Los despistes, trompos y colisiones obligaron a dos o tres interrupciones con auto de seguridad y la consiguiente compactación de la serpiente de acero, y eso sin duda favoreció a Mad Max. Pero que el coloso holandés haya concluido la carrera líder con casi 20 segundos de ventaja sobre el segundo (Esteban Ocon y su Alpine) habla de una sombrosa, inobjetable e inolvidable lección de manejo bajo condiciones extremas, que desde ya acredita y justifica el tricampeonato mundial que Verstappen prácticamente amarró ayer en Sao Paulo, sobre el hermoso y siempre emotivo trazado “Carlos Pace”, en Interlagos.
En una prueba en la que, bajo cortinas de agua, casi nadie se libró de perder el control en alguna ocasión –con llantas para lluvia o sin ellas–, Max se mantuvo imperturbable, lo mismo al rebasar sin problemas a quien se fuera ofreciendo que para ir incrementando su ventaja cuando se apoderó de la punta para no soltarla más. Lando Norris, su retador más notorio, que había conquistado la pole durante la clasificación mañaneras sobre una superficie todavía seca, fue perdiendo posiciones hasta quedar reducido a la insignificancia de un 6º lugar que lo alejaba irremediablemente de la pretensión de dar alcance al líder del campeonato. Si en las últimas carreras fue evidente la inferioridad de los Red Bull frente a los McLaren y los Ferrari, el aguacero que se descolgó desde el cielo paulista puso de relieve la autoridad aplastante del piloto holandés en eso que es manejo puro, lo que idealmente debiera prevalecer sobre las condiciones mecánicas de los bólidos de supervelocidad que son los autos de F1.
Las condiciones en que se corrió ayer en Sao paulo de alguna manera acreditan la calidad de quienes fueron llegando detrás del extraterrestre nacido en Bélgica que corre con bandera holandesa. Los que lo acompañaron en el podio (los pilotos de Alpine Ocon y Pierre Gasly) y quienes fueron llegando detrás: Russell (Mercedes), Leclerc (Ferrari), Norris (McLaren), Tsunoda (RB), Piastri (McLaren), Lawson (RB) y Hamilton (Mercedes).
Checo, en el limbo. El tapatío continuó impertérrito su marcha hacia la nada. Había rescatado un puntito al entrar octavo en la carrera Sprint de la víspera, pero ayer fue incapaz de defender de Hamilton el 10º sitio, que fue lo mejor que llegó a situarse, y se quedó sin puntuar. En el curso de la prueba hubo cinco abandonos definitivos, todos por despiste y golpe (Hulkengberg, Stroll, Albon, Colapinto y Sainz). Dirán los checófilos que su ídolo al menos se libró de ese baldón. Pero lo que parece cada vez más claro es que Sergio Pérez puede estar viviendo sus últimos días como piloto de Fórmula 1.