Un contingente de alrededor de medio kilómetro conformaron las mujeres que participaron en la marcha separatista del 8M, convocado por el Frente Feminista Radical, así como por las colectivas Morras Sororas Histéricas e Históricas y Ajolotas Revolucionarias.
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Madres de jóvenes localizadas sin vida, que llevaron una cruz de flores en señal de luto; familiares de desaparecidas, como Damaris González Amador, a quien buscan desde hace nueve años; así como víctimas de violencia vicaria, encabezaron el numeroso grupo que partió poco después de las 15 horas de la Fiscalía General del Estado (FGE) hacia el zócalo de la ciudad de Puebla.
En uno de los extremos laterales, las asistentes sostuvieron una cuerda con la cual realizaron un tendedero en que exhibieron los nombres y rostros de más de una veintena de feminicidas, acosadores, violadores, deudores alimentarios y violentadores.
Las mujeres salieron a alzar la voz para exigir respeto a sus derechos, pero también con una forma de aliviar el dolor que han experimentado en su corta o larga vida.
Varias fueron acompañadas de sus hijas e hijos, desde meses de edad, cargando con ellos en los brazos o en la espalda, otras más los llevaron en carriolas o bicicletas.
También algunas mujeres de edad más avanzada acudieron en sillas de ruedas e incluso en muletas.
“Ni una más, ni una más, ni una asesinada más”, “yo sí te creo”, “señor, señora, no sea indiferente, se llevan a los hijos con ayuda de los jueces”, “mujer, escucha, esta es tu lucha”, “las niñas marchando, también están luchando”, corearon fuertemente una y otra vez durante todo el trayecto.
Las pancartas fueron una catarsis para varias de ellas, puesto que en estas plasmaron las malas experiencias que han tenido, tales como abusos de progenitores o acoso laboral.
“Una se vuelve feminista por su propia historia”, se leía en una de las centenas de cartulinas.
La sororidad se hizo presente, pues en la medida de sus posibilidades cada una pensó en sus compañeras de lucha, hubo quienes llevaron agua embotellada y alimentos para regalar a quien lo necesitara.
Al arribar a la avenida Juan de Palafox, justo frente a una iglesia, un grupo de católicas realizó una cadena humana, portando pancartas con leyendas como: te abrazo en su dolor.
Una de las participantes indicó que esta actividad la hicieron como una forma de reconocer que las mujeres están siendo violentadas, aunque acotó que no están a favor del aborto ni de pintar inmuebles.
En su paso, una de las participantes de la marcha les espetó: “¡la iglesia protege a los padres pederastas!
Otras mujeres que tuvieron que trabajar el 8 de marzo, desde sus centros laborales se sumaron a la protesta, como el caso de las trabajadoras de una tienda de ropa ubicada frente a catedral, quienes exhibieron una bandera morada, al igual que sus gorras.
Al pasar el contingente por el Congreso del estado, policías estaban instalados para impedir que las manifestantes pintarán las paredes, aunque ninguna lo intentó.
En el zócalo de la ciudad destacó una ofrenda colocada por Chicas de la 14 A.C., quienes pidieron que se respete la actividad que ellas ejercen: “Trabajo sexual es trabajo, no reconocerlo también es violencia.
Alrededor de las 17 horas, otras multitudinaria marcha partió del Paseo Bravo hacia la Fiscalía General del Estado
Un acto que llamó la atención fue que algunas estudiantes regalaron flores y de principio a fin la protesta se desarrolló sin contratiempos.
“Esta fue la primera marcha a la que asisto. Rompió con todos los malos comentarios que, por prejuicios e ignorancia, amigas y familiares me decían que no asistiera”, comentó Alejandra, una de las miles de participantes.
A lo largo del recorrido también se pudo ver a decenas de mujeres vistiendo prendas moradas y observando desde las ventanas de su trabajo, como una forma de solidarizarse con el movimiento.