La montaña, señala su director Diego Enrique Osorno, es un filme que registra la travesía marítima de siete delegados zapatistas hacia Europa, a la par que es un intento de reivindicar no sólo el zapatismo, sino el idealismo que tiene cualquier persona, el pensamiento utópico, el ser subsecuente con lo que se piensa, algo que es difícil de lograr en un sistema como este que impulsa la apatía, la desazón, el individualismo o la resignación.
De manera previa a su exhibición desde este fin de semana en cines comerciales de 11 ciudades del país, incluido Puebla, el también periodista señala que eso es lo que le interesa: las personas o grupos que orbitan en torno al anhelo idealista.
“La película trata, además de dejar el registro del viaje, de ser un homenaje a las personas que tienen ideales y son consecuentes de ellos, e incluso un bálsamo para quienes están agobiadas por el vértigo de las ciudades y las ansiedades digitales: es estar en un barco y darse cuenta que en medio del Atlántico, se está en una montaña de la selva de Chiapas”, refiere.
En La montaña, Diego Enrique Osorno retrata el viaje que durante más de 50 días compartió con la tripulación de esta embarcación y con una delegación indígenas rebeldes de Chiapas: el Escuadrón 4-2-1 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Aquel viaje, señala el también director de Vaquero del mediodía (2019), El poder de la silla (2015), y El Alcalde (2012), se dio por la iniciativa de los indígenas rebeldes: de “declaración por la vida, de buscar a quienes tienen todavía tienen la idea de que es posible cambiar el mundo, a los otros, a los diferentes”.
Así, su participación como director se dio porque el grupo zapatista quería integrar a alguien externo que se subiera al barco y dejara registro de este periplo. “Como documentalista y periodista he seguido el zapatismo, me cimbró desde 1994 con el levantamiento. No sé por qué (me eligieron) a mí, me dio emoción y luego preocupación, pues no tenía experiencia para la travesía pero creo que valió la pena”.
El documentalista acotó que frente a la sensación de apatía e indiferencia que se parecen a una niebla que es imposible despejar, la película trata de un pequeño grupo de personas en un rincón del planeta que se niegan a eso, que piensan que sí se puede cambiar al mundo, desde el colectivo y desde las culturas diferentes, que tienen una idea delirante de hacer una travesía y de enviar a un grupo de marineros zapatistas que no habían ni conocido el mar.
“Es una combinación que me gusto, eran todos estos elementos que estaban en el viaje y cuando bajamos del barco, de la Montaña, el trabajo fue tratar de reflejar esa utopía, esa épica zapatista”, confió Osorno.
De paso, destacó que esta bitácora hecha de propios materiales zapatistas es narrada por Ofelia Medina, quien aporta no solo cualidad técnica sino legitimidad; lo mismo que la cinefotógrafa María Secco, quien es capaz de reflejar la intimidad del EZLN, a través del registro más íntimo y cercano que hizo del grupo de zapatistas.
“Como yo entiendo el cine documental es producto de un anclaje con la tierra y un delirio, una magia, un misterio, algo que está arrastrado por una idea que parece poderosa de seguir y no se puede más que abordar”, concluyó el director de La montaña.