El próximo viernes 24 de junio se cumplen 25 años del fallecimiento del oaxaqueño Rufino del Carmen Arellanes Tamayo (25 de agosto de 1899–24 de junio de 1991), mejor conocido como Rufino Tamayo, pintor, muralista, filántropo, fundador de museos, en suma artista, además de hombre de izquierda.
A Puebla, su trabajo y su interés intelectual llegarán representados en la exposición Ensayo Museográfico núm. 2, una curaduría proveniente del Museo Tamayo de Arte Contemporáneo que comenzó ayer en Capilla del Arte UDLAP –2 Norte 6, Centro Histórico– su itinerancia nacional.
En dicha muestra se integran 22 piezas de 17 artistas, todos ellos contemporáneos a Rufino Tamayo, a quienes –en algunos de los casos- conoció y admiró, y con quienes supo dialogar artísticamente desde disciplinas como la pintura, escultura, grabado, dibujo, fotografía, instalación y textil.
Ese mismo diálogo se continúa ahora en la exposición. Como advirtió Daniela Pérez, subdirectora artística del Museo Tamayo, el ensayo curatorial reúne lo mismo a artistas modernos que a contemporáneos, en una especie de conversación interna que se proyecta, hacia afuera, en un tono de conciliación entre obras, procesos, soportes y discursos.
Se trata, dijo, de un ejercicio con el que se busca visibilizar y hacer accesibles las dos colecciones del Museo Tamayo: la colección original que conformó el propio artista a través de sus viajes y amistades, y la otra, la que perpetua la colección del pintor y muralista iniciada en los años 90 del siglo anterior, a partir de su fallecimiento, con el objetivo de reunir a los exponentes del arte de su tiempo.
En Ensayo Museográfico núm. 2, como exponentes del modernismo, se integran un tapiz del español Pablo Picasso, obras de René Magritte, Mark Rothko, Williem de Kooning, Carlos Mérida, Manuel Álvarez Bravo, Giuseppe Rivadosi, Theodoros Stamos, David Smith, y el arquitecto Félix Candela, cuya exploración de la figura denominada “paraboloide hiperbólica” funge como punto de partida de la exposición.
De este núcleo, además, destacan dos obras del propio Rufino Tamayo: una obra que transita el arte abstracto, camino poco recurrente en la trayectoria del oaxaqueño, y un bosquejo sobre un mural, el cual se propone como “un discurso abierto que lleva a pensar el arte no como un asunto acabado sino como elemento abierto que posibilita pensar en los procesos”, como definió Daniela Pérez, acompañada por Andrea Paasch, subdirectora técnica de dicho recinto.
Esa línea, incluso, se continúa en el núcleo de artistas contemporáneos que incluye este ensayo y que integra a Pedro Reyes, al colectivo Claire Fontaine, a Luisa Lambrí, a la dupla Fischli/ Weiss y al búlgaro Christo, que permiten en conjunto mostrar la amplitud del arte.
Destaca que al igual que sucedió en la Ciudad de México, en donde la arquitectura del Museo Tamayo se convirtió en la pieza número uno de este ensayo curatorial, aquí las instalaciones de Capilla del Arte se convierten en elemento central de la exposición que se podrá visitar hasta el 4 de septiembre, porque las piezas dialogarán de manera distinta.
Rufino Tamayo, un innovador de su tiempo
Rufino Tamayo, a diferencia de los muralistas José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, confió Marie France Desdier, coordinadora de espacios culturales UDLAP, se caracterizó por la revitalización que hizo de los elementos precolombinos en su plástica. Ejemplo de ello, es el propio Museo Tamayo construido por Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, que contiene elementos arquitectónicos mesoamericanos como el talud.
“Tamayo contemporiza estos conceptos y los reinterpreta en sus propias técnicas. Incluso va más allá de los muralistas y escapa a la Ruptura, –movimiento artístico de la década de los 50. Su propuesta capotea a lo otro y se distingue porque además el artista es un filántropo que se pone a la par de otros artistas”.
A estas características, señaló Daniela Pérez, a Tamayo hay que abordarlo como un “innovador de su tiempo” por el impulso que dio al Museo de Arte Prehispánico en Oaxaca, al cual donó su colección para que abriera en los años 70, lo mismo que al Museo Tamayo. “Hay que revisar en su legado la importancia de su filantropía, de un trabajo que hace falta cultivar en el México actual. Él llevó su obra y su colección de lo privado a lo público. Fue un visionario que supo abrir un museo y hacer una fundación”, expuso.
Incluso, como acotó Andrea Paasch, subdirectora técnica del Museo Tamayo, un referente del valor que tiene Rufino Tamayo es el valor que actualmente alcanzan sus obras en el mercado del arte y su lugar en la historia del arte pues es considerado como un referente del arte y la plástica mexicana.