Difícil y lento será que las tasas de embarazo adolescente en el país y Puebla disminuyan, debido a que esta problemática se encuentra estrechamente ligada a condiciones de desigualdad, por lo que las instituciones involucradas tendrían que reducir esta también.
De acuerdo con Claudia Alonso González, académica de tiempo y responsable de Género del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría SJ de la Ibero Puebla, el embarazo adolescente es cinco veces más probable en mujeres pobres, indígenas y con baja escolaridad.
Aunado a ello, existe una presión social, como parte de una cultura de roles de género en nuestro país, que centra a la maternidad como el único horizonte para la población femenina.
“Hay un mandato casi compulsivo, un mandato social de la maternidad. Cuando en realidad tendríamos, sobre todo cuando son mujeres muy jovencitas, pues estar enviando también el mensaje social de que pueden ser científicas, pueden dedicarse a las artes, es decir construir un proyecto de vida que va más allá de la maternidad y la familia”, comentó en el programa Las Reporteras, de La Jornada de Oriente.
Abundó que tener hijos, casarse o vivir en unión libre no significa que no sean un buen proyecto de vida, pero no tiene por qué ser el único.
No obstante, Claudia Alonso comentó que al mismo tiempo existe una contradicción, pues si bien se presiona a las mujeres para ser madres, también se les pide virginidad, castidad, no ejercer la sexualidad o tener pocas parejas.
En los hombres es lo contrario, ya que se espera que tengan mucha actividad en la sexualidad, es bien vista la capacidad de conquista y los varones suelen presumir que tienen más parejas de las que en realidad tuvieron.
Agregó que además hay rituales de paso (o transición) y en nuestro país todavía hay regiones en donde los mismos padres llevan a los varones con una sexoservidora para dar por inaugurada la vida sexual.
La académica indicó que mujeres y hombres están teniendo una preparación diferenciada, ya que a las primeras les falta información y los segundos, aunque tienen más, no es necesariamente la que requieren.
En la prevención del embarazo adolescente, remarcó, se tienen que deconstruir los patrones culturales y dotar las jóvenes de recursos para decidir, para saber que su cuerpo es suyo, para que sepan cuándo, cómo y con quién tener actividad sexual, de tal forma que no quede lugar alguno a la manipulación que puede ejercer un hombre mayor que ellas, a la violencia sexual y a la romantización de la relación, que llega obnubilar el riesgo de embarazo.
Alonso González añadió que también se tiene formar a las madres y padres de familia, pues sus hijos e hijas reciben una información sexual en la escuela y otra en sus hogares, dando lugar a confusiones y contradicciones.