Mucho se dijo que, a buena parte del pueblo de México, la política no entraba en sus preocupaciones cotidianas, que estaba despolitizado y no podría diferenciar entre un partido y otro, que era fácilmente manipulable y muchas otras cosas más, que todo mundo las tomaba como verdades absolutas y sin discusión. Sin embargo, quienes fueron a votar el pasado 2 de junio, 33 millones no lo hicieron por el PRI, mucho menos por el PRD (que está a punto su registro como partido político al no alcanzar un mínimo de 3 por ciento de la votación total), ni por el derechista Acción Nacional; supieron distinguir los proyectos y a los partidos que los presentaban y votó en favor de “Sigamos Haciendo Historia”, que representa la continuidad de la Cuarta Transformación.
El resultado final fue: Claudia Sheinbaum 33 millones 226 mil 602 votos, lo que hizo a su candidatura presidencial la más votada de la historia del país, al tiempo de darle una ventaja superior a 30 puntos sobre la candidata opositora. Este nuevo triunfo popular, hizo del domingo 2 de junio de 2024, una jornada histórica, que trajo algunas consecuencias.
De entrada, se puede decir que ese domingo se demostró algo fundamental para el presente y el futuro del país: el neoliberalismo no tiene cabida en México, dejó de ser opción para la población que echó una paletada más de tierra en la tumba de ese modelo que pertenece a una historia irrepetible para los mexicanos, representados por esos más de 33 millones de ciudadanos que votaron a favor de Claudia Sheinbaum. apoyando su proyecto económico y político que supera los resabios persistentes del neoliberalismo. El pueblo de México, confirmó lo que decidió hace 6 años: no aceptar un proyecto de país basado en la desigualdad, en la riqueza de unos cuántos y la pobreza de millones.
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Sin duda, el neoliberalismo ha sido difícil de extirpar, no en balde mantuvo su hegemonía durante seis gobiernos prianistas. Fueron más de 36 largos años de una pesadilla, de un ciclo de violencia y connivencia entre el gobierno y las bandas delincuenciales, ciclo que se rompió en 2018 con la primera victoria electoral popular que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, además de sentar las bases para pasar del neoliberalismo al proyecto de desarrollo con bienestar sin una crisis que pudiera afectar a la población. Esto no lo ha entendido la derecha: evitar una situación de crisis, que no es extraña cuando se pasa de un régimen a otro, y que en México se ha evitado, es uno de los méritos de AMLO.
De la misma importancia histórica es el hecho de haber ganado con el voto popular masivo, por primera vez una mujer la Presidencia de la República, después de 200 años de haber tomado posesión el primer presidente de la República, Guadalupe Victoria (1824–1828). Dos siglos tuvieron que pasar para que una mujer alcanzara la titularidad del Poder Ejecutivo. Con ello, Claudia Sheinbaum, según el artículo 107 constitucional, será la primera mujer en ser la Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas del país, aspecto de ninguna manera menor.
Muchas sorpresas trajo consigo la elección de este histórico 2 de junio, por ejemplo, el triunfo de Morena en Yucatán, tradicionalmente panista; en el Estado de México de 40 distritos electorales federales, 39 los ganó Morena; Puebla, aportó más de 2 millones de votos al triunfo de Claudia Sheinbaum; el berrinche de Aguilar Camín, quien fuera de sí, intentaba ofender a los mexicanos, señalando que Morena “compró” a la población mexicana mediante el dinero otorgado a través de los programas de ayuda del Bienestar que el presidente López Obrador implementó durante casi seis años de mandato, lo que influenció directamente en las elecciones del 2 de junio.
Pero la derecha no se acostumbra a la democracia y si bien su candidata reconoció el triunfo de Claudia Sheinbaum, más tarde anunció que va a impugnar el proceso democrático, en el que participaron cerca de 56 millones de ciudadanos que emitieron libremente su voto y 15 millones 534 mil 168 correspondieron a la derecha.