Por el apoyo que representa el intercambiar productos que entre vendedor y comprador sin que medie la moneda de por medio, sino sea la palabra y el acuerdo lo que permite el intercambio de objetos, insumos y artesanías, y porque con ello se conserva una práctica cultural milenaria. Esos, son dos de los aspectos que Carolina Martínez destacó del tradicional trueque de este 8 de septiembre que sigue siendo una “moneda” viva en San Pedro Cholula.
Con un par de años que no se realizó por la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19 y a un año de que la práctica cultural fuera declarada como Patrimonio Cultural Intangible del Estado de Puebla, este domingo el zócalo lució abarrotado de intercambios: manzanas por un par de zapatos, suéteres por una olla de barro, un kilo de arroz y una botella de aceite por un petate tejido de palma.
El trueque, señaló Cecilia Flores desde su puesto de productos de palma como tenates y pequeñas bolsas, comenzó temprano, alrededor de las ocho de la mañana. Hubo “despensa”: aceite, frijol, arroz, pastas, chiles y hasta jabón. No faltaron los vestidos, las blusas, los pantalones e incluso los juguetes que niños llevaron y, animados por sus papás, se animaban a preguntar: “¿no haces cambio?”, en espera de recibir un sí, y empezar con el trueque.
El intercambio, como consideró la propia Cecilia Flores, “es justo”, porque como productores llevan no sólo dinero en efectivo sino “algo de comer”, o ropa para los suyos.
“Es algo de años y está lindo que se mantenga porque uno se apoya”, dice contenta Carolina Martínez, desde su tendido de tejidos y bordades tradicionales de lana, que se distinguen por sus vcolores obtenidos por tintes naturales como la grana cochinilla.
“He cambiado despensa, unos tenis, ropa para niños porque tengo niños y otras cosas que veo puede o me conviene dar”, dice entusiasta mientras observa lo ganado hasta el mediodía de este domingo.
También entre los pasillos estaba Mari, originaria de Chiapas que ofrecía vestimenta y otros objetos tradicionales de ese estado, caracterizados por su detallado bordado. Segura, señala que en su entidad natal no conoce una práctica similar a la ocurrida en San Pedro Cholula. Contenta, muestra una bolsa llena de trastes, despensa y un poco de ropa que intercambio con la gente local.
Como ellas, cientos de vendedores asentados en la plancha y calles aledañas no sólo ofrecieron sino que intercambiaron sus productos. Hubo quien lo hizo por primera vez y quienes mostraron más práctica. Éstos últimos, de manera rápida, pedían el cambio: de una cubetita de manzanas panocheras a tres tlacoyos de frijol.
Destaca que realizado desde hace cuatro siglos, el trueque convoca a cientos de comerciantes que se reúnen en la plaza de Cholula: alfareros, artesanos, tejedores, pulqueros, productores de frutos y otros alimentos, lo mismo de comunidades poblanas aledañas al volcán del Popocatépetl que venidos de Guerrero, Tlaxcala, Morelos, Veracruz y Chiapas, quienes prescinden de la utilización de la moneda para la compra de los productos de temporada.
En el tradicional trueque, campesinos y gente de la región hacen alusión a una actividad que heredaron de sus antepasados, canjean productos como chapulines, escamoles, queso, incienso, canastas, hierbas de olor, tamales de charales, pan, cueclas, textiles, dulces típicos, además de frutas y verduras.
El trueque de Cholula coincide además –el 8 de septiembre- con el festejo de la natividad de la virgen de los Remedios, con una larga procesión a la iglesia que se ubica en la cúspide de la pirámide, erigida en honor a Quetzalcóatl y visitada por miles de fieles de diversos rincones de la República.
En tiempos mesoamericanos, “el trueque era la forma para intercambiar bienes durante la Época Prehispánica y con ello satisfacer las necesidades, donde se podían encontrar granos de cacao, mantas de algodón, hachas y cascabeles de cobre, cuentas de piedras preciosas, conchas rojas, sal y cañas de plumas verdes rellenas con polvo de oro, como una forma de cambio ante la falta de una moneda”.
Asimismo, por su permanencia milenaria, por su manera espontánea de realización, y por contener una serie de valores culturales antropológicos, históricos, artísticos y tradicionales, el Trueque de San Pedro Cholula fue declarado como Patrimonio Cultural Intangible del Estado de Puebla, Por medio de un decreto el gobierno estatal, a través de la Secretaría de Cultura (SC), declaró como patrimonio esta práctica cultural única en su tipo que representa la veneración velada a Quetzalcóatl, dios de la lluvia, los comerciantes y la fertilidad.
El decreto se dio porque, a lo largo del tiempo, “esta forma de intercambio no ha variado significativamente, al ser una forma simple de canje de productos al establecer un acuerdo por su equivalencia, adaptándose a la oferta y el consumo de ciertos productos conforme cambian las sociedades; actividad que de forma adicional favorece la economía de los participantes, ya que les permite obtener productos que no consiguen de manera local, sin necesidad de contar con una moneda para realizar la transacción”.
Alrededor del año 500 de esta era en común, Cholula era un importante centro ceremonial dedicada a Quetzalcóatl, considerada una “ciudad sagrada” y lugar de peregrinación dentro del Altiplano Central, a la cual asistían comerciantes de distintas partes trayendo diversos productos a la “gran plaza”, los cuales eran intercambiados por otros productos elaborados por los habitantes de diversos pueblos.
El trueque en Cholula “no cambió después del periodo de conquista; esta concurrencia hizo de San Pedro Cholula una ciudad multicultural y un importante centro de intercambio, a tal grado, que se le llegó a conocer como ´ciudad mercado´, e incluso uno de sus barrios se llamaba Tianguismanalco”.


