Me hubiese gustado haber escrito de los resultados de la sesión de la SCJN y la respuesta de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, pero cuando redacto esta colaboración, el punto todavía está en proceso, por lo que no tendría los elementos completos para hacerlo. Por lo que mejor trato un tema que, mucho habría que analizar con más calma y profundidad y que, desde mi punto de vista, está relacionado a lo primeramente señalado. Me refiero al significado de la Cuarta Transformación.
Durante todo el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, se nos habló que su periodo y movimiento impulsaban un proyecto alternativo de Nación, que era heredero y continuador de las otras tres transformaciones (Independencia, Reforma y Revolución), pero en esta Cuarta, a partir de un proceso pacífico, no violento y con apoyo popular. Desde un principio, se mencionó que habría separación del poder político del poder económico; se implantaría un gobierno para todos, pero “primero los pobres”; se deslindaría de las concepciones y políticas neoliberales, se lucharía contra la corrupción y la impunidad. Todo ello bajo lo que se instauró como Humanismo mexicano.
Implícitamente todo lo anterior dibujaba un régimen diferente, distinto a los prevalecientes en sexenios anteriores, los gobernados por el PRIAN. El actual es expresión de las nuevas concepciones del país y de las fuerzas hegemónicas representadas en Morena y sus aliados. Esto no lo acaban de entender los que ahora se encuentran en la oposición, quienes defiende las características del pasado, un statu quo ya fracturado por las nuevas circunstancias. Son aquellos que ahora hablan, desde su óptica, de violación del Estado de Derecho; fraude Constitucional; autoritarismo entre otras afirmaciones.
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AMLO no alcanzó, ni tuvo tiempo suficiente, para profundizar lo que llamó como Cuarta Transformación. Un escollo no atribuible a él fue la pandemia y los efectos electorales del 2021, que evitaron que se tuviese la mayoría absoluta a fin de impulsar reformas constitucionales en congruencia con su proyecto político. Quizá a esto se deba que nunca haya estado de acuerdo a la convocatoria de un Congreso Constituyente, como si se hicieron posterior a las otras tres transformaciones: 1824, 1857 y 1917.
La estrategia que en consecuencia se siguió fue impulsar la concreción del llamado Plan C y la presentación de veinte iniciativas (18 de ellas constitucionales), presentadas por el entonces Presidente el cinco de febrero de 2024 de manera destacada, la reforma al Poder Judicial: se logró lo primero y lo segundo fue heredado a la nueva mayoría calificada en el Congreso y a la nueva presidenta.
No hay acciones violentas ni armadas, pero sin duda si hay el inicio de una transformación real y tangible que ahora se empieza a ver, donde la reforma al Poder Judicial es su mejor expresión transformadora. Reacciones tenía que haber, pero las cosas van para adelante, quiéranlo o no la oposición, con un gran apoyo popular.
Concluyo con una afirmación de José Blanco en La Jornada, que me parece contundente. Dice: “La reforma del régimen político por la 4T tendrá lugar porque nadie puede impedirlo. Es la soberanía del pueblo actuando; nada menos”.
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