La memoria tiene capacidades insólitas para traer de vuelta a los que ya se han ido.
Despierto esta mañana, y de la nada, como si el tiempo se expandiera y se contrajera, han pasado cinco años.
Los días de estos años se volvieron un ruedo en donde la muerte nos ha embestido de una manera cruel y sobrenatural. Celebro que mi querido Juan Huerta no haya tenido que pasar por el limbo del encierro que ha traído consigo esta peste que no acaba. Su personalidad taurina y esa salvaje libertad que lo precedía, no lo hubiera soportado.
Bien están sus hijos y su viuda.
Bien los nietos a quienes les han de hacer siempre la memoria de la raíz poderosa de la que provienen.
Cada año escribo un memorial al amigo generoso, al empresario boyante y a la cabeza de una familia que aprecio.
Así como Borges pensaba que la lluvia es una cosa que ocurre siempre en el pasado; así también el trance de las últimas despedidas.
Dejamos de ver a Juan, pero no de hablar con él. De escucharlo de pronto en alguna remembranza o anécdota.
Los hombres polémicos dejan una huella profunda, imperecedera.
En eso sí la vida no se parece al ruedo, en donde la arena se renueva y se mueve después de la ceremonia de la espada.
Mi sentido de la orientación no es bueno, sólo sé llegar con los ojos cerrados a aquellos lugares que amé y donde me hicieron sentir querido; la casa de mi madre, la escuela a la que fui de niño, la tortería del Tío Memo, el lugar donde nacieron mi hijos, y curiosamente, extraviado en esta ciudad que ahora se antoja imbatible, siempre puedo reconocer el camino que me llevaba a visitar a Juan. Lo que me confirma que la nostalgia es una excepcional y precisa brújula.
Termino este texto justo un día después del aniversario luctuoso de mi amigo, una tarde en la que, por casualidad, pasé fuera de donde tenía sus oficinas y la agencia.
Su presencia sigue ahí, aunque las cosas se hayan movido de lugar.
Para quienes tuvimos la dicha de compartir con él, este día siempre será un poco más triste que los demás, pero al mismo tiempo feliz, por la fiesta significó su paso por la vida.