Miércoles, junio 18, 2025

El rastro de la serpiente, un proyecto colectivo que caminó y sumó: Maya Goded

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El rastro de la serpiente, definió la artista Maya Goded (Ciudad de México, 1967), son viajes, miles de voces y de gentes, de un todo colectivo, de una colectividad que caminó, sumó y dio sentido en un proyecto que retrata la lucha y la resistencia de las mujeres en México y América Latina por defender su territorio, la naturaleza y la vida, haciendo frente a la violencia sistémica ejercida hacia sus pueblos, una lucha que se encarna en el cuerpo femenino. De paso, la pieza audiovisual comisionada y ahora exhibida en la Galería 3 del Museo Amparo, le ayudó a comprender que “cada vez la fotografía era menos importante”, pues el proyecto le llamó a ver de otra forma al mundo.

Acompañada por el curador Rafael Ortega y la productora Elena Navarro, contó que dicha pieza nació tras el término del documental La plaza de la soledad, cuando se enteró de una serie de cursos holísticos y de sanación que tomó y la llevó de regreso a su casa para comenzar esta búsqueda que implicó a pueblos, viajes y personas que conoció a partir del encuentro. En Oaxaca, por ejemplo, se encontró con las plantas medicinales y con las mujeres que sanan; en Chiapas, saber cómo sanan las mujeres y se organizan para defender su territorio. Cada lugar que visitó iba dando cosas que conectaban y daban sentido al proyecto.

En todo este periplo, contó la artista, se preguntó cómo podría expresarlo si lo que sentía y experimentaba era sutil, y no todo era fotografía o palabras, o pasaba por lo racional. “Yo vengo de una evocación muy racional, para mí fue salir de ahí, lo que modificó mi mirada”.

Dijo que como temáticas, al proceso personal y artístico se sumaron temas como la contaminación, la epidemia por Covid-19, llevándola a conocer otros países y personajes como un científico que le dio un archivo visual sobre bombas explotando en el desierto; o su estadía en Chile en donde conoció a una mujer que es “intermediaria” entre la naturaleza y el ser humano, viaje del que regresó sin fotografías pero con más entendimiento sobre la Tierra y su capacidad para reponerse.

“Me fui dejando guiar mucho, por eso se llama El rastro de la serpiente. Yo desde que soy chica sueño con serpientes. Yo venía con esa visión freudiana, de repente se fue transformando en el viaje, me iba dando señales todo el tiempo”, contó emocionada.

La fotógrafa completó que la llamada rueda medicinal, le permitió sistematizar y ordenar las imágenes, cómo irían en las pantallas, de manera circular, encajando. A la par de que le permitió perder el “respeto” a la fotografía, de donde ella viene. “Todo tenía como un sentido, todo cupo bien, fue un mapa para empezar”, acotó entre risas.

Elena Navarro, productora de la videoinstalación, señaló que El rastro de la serpiente comenzó a tomar forma en 2018 en México y prosiguió su ruta por América Latina y Estados Unidos como un proyecto de la artista en búsqueda de la sanación, a través del conocimiento ancestral de las mujeres que entienden la existencia humana a partir del vínculo entre el cuerpo y la naturaleza.

“Desde que Maya comenzó a fotografiar en los años 90 del siglo anterior, primero en la Costa Chica oaxaqueña y el barrio de La Merced en la Ciudad de México, luego con las series Desaparecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua, y Welcome to Lipstick en Reynosa, Tamaulipas, pasando por su acercamiento a la brujería hasta que presentó su documental La plaza de la Soledad en 2016, la violencia contra las mujeres ha sido una constante en su obra al igual que el retrato y la atmósfera que rodea los barrios de prostitución y la vida nocturna de estos lugares”, mencionó.

Acotó que en El rastro de la serpiente, Maya Goded modifica la narrativa y la forma de aproximarse a los temas de su interés estableciendo un diálogo con la naturaleza a través del desierto, las montañas, los ríos y el cielo, de los elementos agua, tierra, fuego y aire, y del cosmos. De paso, recupera la presencia de las mujeres a través de sus voces y sus vínculos con la madre tierra.

Notó que este cambio de mirada reunió una serie de imágenes desbordadas que escapaban a la idea de una exposición. “De la misma forma en que Maya había extendido los límites de la investigación teníamos que explorar otras narrativas para mostrar el proyecto y la manera de conceptualizarlo no era otra que la videoinstalación”.

En ese sentido, Navarro afirmó que El rastro de la serpiente es la extensión de un cuerpo de trabajo resultado de los viajes realizados por Latinoamérica y el sur de Estados Unidos durante cinco años: por Oaxaca, Chiapas, Puebla, Jalisco, Quintana Roo, Chiapas y Yucatán aquí en México, llegando a Nuevo México, pasando por la selva de Panamá y, en los dos últimos años, ubicándose en el “triángulo del litio”, entre el desierto de Chile y la comunidad minera de Bolivia, donde la artista se apropió de la rueda medicinal y los cuatro puntos cardinales, conoció rituales de sanación, estableció conexión con las mujeres que luchan desde sus propios cuerpos y se dejó llevar por el rastro de la serpiente.

En su búsqueda, concluyó, Maya Goded fue documentando la destrucción del medio ambiente, la destrucción de la tierra, el extractivismo minero y la industria bélica, así como la fuerza laboral de las mujeres y su activismo.

Por último, destacó que la pieza es de enorme riqueza visual y sonora, con imágenes muy poderosas, fotografías de la artista que fue encontrando en los viajes y de archivo. De paso, definió que es un proyecto colaborativo, con mujeres y habitantes de los lugares que visitó, y el equipo de trabajo que se sumó.

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