Después de la posibilidad de iniciar la llamada transición democrática en México, que le significó al PRI la pérdida de la presidencia y el ascenso de la otra derecha representada por el PAN y Vicente Fox, se mantuvo el neoliberalismo como la forma de organización social dominante; sin embargo, la falta de resultados que ayudaran aminorar la desigualdad y mejorar el bienestar social, provocaron una creciente insatisfacción que se expresó por el surgimiento de la organización popular para cambiar el régimen político.
En la medida que Fox labraba su propio fracaso, se fue desarrollando un periodo de intensa lucha social contra el neoliberalismo, del cual surgió el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Ese proceso, fue interrumpido en 2006 por un escandaloso fraude electoral en 2006, que impidió a López Obrador llegar a la Presidencia de la República.
A pesar de todo, el pueblo soportó, paciente, otros dos gobiernos neoliberales que profundizaron la desigualdad y aumentaron la pobreza, a cambio el movimiento popular se fortaleció discutiendo y conociendo el proyecto de la Cuarta Transformación. Así, el momento del pueblo llegó en 2018, cuando en las elecciones presidenciales una avalancha de votos impidió un nuevo fraude. Ahora sí, el triunfo popular llevó a la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador y su compromiso transformador. Esta victoria, conviene recordarlo, se produjo con un programa antípoda a los de distinto corte neoliberal presentado por la derecha, apoyada por la oligarquía con todo su poder financiero y mediático.
El hecho fundamental de la ofensiva electoral popular anti neoliberal, hizo el inobjetable el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, cuyo programa transformador fue legitimado por los más de 30 millones de votos que obtuvo en 2018 y mostró que era posible derrotar a los aparatos políticos e ideológicos neoliberales y a los resabios de los aparatos represivos heredados de una larga estancia en el poder de gobiernos neoliberales, gobiernos que no estuvieron exentos de represión y persecución de los movimientos sociales y sus líderes; al mismo tiempo, el triunfo popular fue una alentadora señal del ascenso popular y de que el neoliberalismo iba en retirada; ahora, la aceptación de su gobierno que alcanza al 77 por ciento de la población, muestra de que el impulso popular frente al neoliberalismo no ha cesado.
Claudia Sheinbaum, ha heredado la convicción del cambio necesario en nuestro país; pero, también, heredó lo que mejor sabe hacer la derecha: la guerra sucia, las calumnias que le lanzan, las mentiras que le atribuyen, el racismo, el odio de la derecha al movimiento popular y una larga retahíla de ofensas más que, sin embargo, no la doblan y sigue reafirmando la confianza de la población en continuar la transformación iniciada por Andrés Manuel López Obrador.
De nada sirve la crítica al capitalismo, sino se tiene un proyecto alternativo, la derecha ni critica los excesos neoliberales y su proyecto es volver al neoliberalismo; en cambio, Claudia Sheinbaum propone cien compromisos, con los que configura su visión de país y en 15 puntos –– entre los que destaca uno fundamental: mantener la separación del poder económico del poder político––, en los que resume la forma en que será construido el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Por esa historia y porque hay proyecto d país en construcción, el neoliberalismo no volverá.
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