Ella es una mujer a la que admiro mucho: muy bien cuidada en su físico, en su presencia y sobre todo en su interior. Es excelente conversadora, activa, emprendedora, cautivadora y nada la amedrenta. Además es una muy buena amiga: solidaria, compasiva, alegre, jovial.
Él es un hombre amable, se ve que la adora. Son una pareja muy agradable y juntos no requieren de más en el mundo. A él lo conocí a lado de ella y me sorprendió de manera muy agradable un detalle que me tocó presenciar en nuestra Puebla conservadora.
Cenábamos tacos en un local y estábamos muy divertidos cuando de repente ella, que miraba hacia la puerta de entrada, se vio un poco perturbada. Volteé a mirar quién entraba y vi a una pareja mayor que se acercaba a la mesa. Ambos eran amigos de mi amiga, quien de manera instantánea se levantó a saludarlos y presentarnos. El señor saludó y se retiró a apartar mesa, por lo que la mujer apartó a mi amiga lejos de la mesa para decirle algo.
–¿Cómo le hiciste? –preguntó intrigada y venenosa la señora a mi amiga.
–¿Cómo le hice de qué? –respondió curiosa mi amiga.
–¿Cómo le hiciste para andar con un hombre que se ve que es mucho menor que tú?
–Le dije que sí.
–¿Cómo?
–Me insistió meses que anduviera con él, y recién acepté.
–¿No fuiste tú quien lo acosó?
–No. Al contrario, él no aceptaba un no como respuesta, y sin acosarme, me convenció que valía la pena tener una relación con él.
–¿Y no te sientes rara?
–¿Rara de qué?
–¡Pues de la diferencia de edades!
–No, él es un hombre adulto, yo una mujer adulta. Nuestra relación está basada en nuestras decisiones. Él es soltero, yo divorciada. A nadie le hacemos daño. ¿De qué te asustas?
–No me asusto…
–Lo que quieres saber en realidad es cómo le hice para quitarme todas esas telarañas del qué–dirán que muchas personas traen en la mente, de que una mujer no puede andar con un hombre menor y ser una relación sincera y auténtica. Como mujeres tenemos que estar conscientes que si se vale para arriba, es decir andar con hombres mayores, como es tu caso, y nunca ha sido mal visto, pues se vale para abajo, es decir andar con hombres menores. ¡Despierta mujer, el mundo ya cambió! –y le dio un sincero abrazo a la vez de despedirse.
Cierto, ¡el mundo ya cambió!