La infraestructura ferroviaria de la línea, las condiciones del ferrocarril, las vistas del paisaje, la arquitectura vernácula y escenas de la vida cotidiana en el México del siglo XIX aparecen retratadas en la exposición Un sueño interoceánico: viaje por el Istmo Tehuantepec.
Hasta el 11 de agosto, en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos –11 Norte 1005, Centro Histórico– podrá verse esta muestra fotográfica y documental que permite ver el proceso de construcción del proyecto interoceánico del Ferrocarril en el Istmo de Tehuantepec.
A partir del álbum Las obras del Puerto de Veracruz y el Istmo de Tehuantepec desde el Atlántico al Pacifico, perteneciente a Carlos de Landa y Escandón, que se resguarda en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero, se muestran esta serie de imágenes en blanco y negro que dejan reflexionar sobre la importancia de las vías de comunicación en el país.
Curada por Antonio Ruiz Jarquín y Patricia Albores, y traducida al zapoteco y al náhuatl por Rosalía Ruiz López y Francisco Jiménez González, respectivamente, la muestra deja ver cómo, desde el siglo XVI, ya era reconocida la importancia geográfica de la región del Istmo de Tehuantepec, pues su ubicación permitía el acceso a muchas rutas comerciales y de conexión a mercados de la economía global.
En el texto de sala, se indica que desde la época colonial el sueño de conectar al Atlántico y el Pacífico, se vio frustrado por las políticas económicas de la corona española, que no permitían el desarrollo de sus colonias.
Asimismo, que la primera concesión para abrir una ruta ferroviaria interoceánica se otorgó durante el gobierno del presidente Antonio López de Santa Anna; sin embargo, el proyecto no logró realizarse, despertando una serie de pugnas por la concesión.
A pesar de ello, se dieron los primeros intentos de construcción, entre los años de 1842 y 1879, mismos que resultaron infructuosos.
Fue el 23 de enero de 1907 cuando se inauguró oficialmente el Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, por el entonces presidente Porfirio Díaz, asociándose el gobierno de México y la compañía Samuel Pearson and Son Limited, para administrar el ferrocarril y los puertos.
Esta sociedad entre el gobierno y la compañía estadunidense permitió que “el sueño interoceánico tocara las dos orillas”.
De los viajes a caballo, diligencias y buques a vapor que ofrecía la Louisiana Tehuantepec Company para viajar de Nuevo Orleans a San Francisco por el Istmo de Tehuantepec en 1859, se cuenta con la memoria de Viaje por el Istmo de Tehuantepec, 1859–1860, que escribió el abate francés CharlesEtienne Brasseur.
De los viajes por ferrocarril, en cambio, se cuenta con reportes de su construcción a partir de 1894, destacando Obras del puerto de Veracruz y el Istmo de Tehuantepec desde el Atlántico al Pacífico, del año de 1897.
Este álbum, cuenta con una colección de vistas fotográficas que tomó Carlos de Landa y Escandón, quien fuera el secretario particular del presidente del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec.
De este álbum, 72 imágenes forman parte de la colección de vistas del Ferrocarril de Tehuantepec, que permiten hacer un viaje visual por los 309 kilómetros de vía de Coatzacoalcos a Salina Cruz, Oaxaca.
Con ello, el espectador es testigo de este registro en el que resaltan las imágenes de mujeres con sus huipiles y resplandores, que son propios de la identidad de la región del Istmo, que no se perdieron con la llegada del ferrocarril.