Los conflictos poselectorales continuaron en diversas partes del estado, como consecuencia de la inconformidad de miles de ciudadanos con la manera en que se llevó a cabo el proceso comicial del domingo pasado, tal vez el que más irregularidades ha tenido en los años recientes.
A lo largo del proceso en este medio se hicieron trabajos que consignaron el gran número de abusos cometidos principalmente por los candidatos de la coalición oficial Puebla Unida, mismos que fueron denunciados por la alianza opositora Cinco de Mayo ante el Instituto Electoral del Estado de Puebla, sin que hubiera siquiera un extrañamiento, mucho menos una sanción.
Quedó no sólo denunciado sino expuesto que el Instituto Electoral del Estado de Puebla fue un órgano que no sirvió sólo de ornato, sino que en verdad colaboró en avalar una serie de delitos o de irregularidades que saltaban a la vista, como la promoción anticipada desde el año pasado de quien resultó ser, a la postre, el candidato vencedor de la contienda.
Por eso ahora es necesario hacer una reflexión profunda y detallada sobre los despojos que quedan del Instituto Electoral del Estado, porque su contribución a los conflictos que en muchos de los municipios han sido sumamente violentos, al grado de dejar heridos de bala, debe ser analizada y sobre todo considerada para determinar cuál es el papel real de un órgano que debería ser garante de la legalidad y la certeza, pero que se ha convertido en un protagonista más en la contienda.