El Antiguo Egipto se desarrolló a lo largo del río Nilo; inició cuando Alejandro Magno conquistó el Egipto ptolemaico en el año 3150 AE y terminó a la muerte de Cleopatra VII, año 30 AE.
En esta época la mayoría de las mujeres relacionadas con el ámbito real vivían en un harem, institución independiente de la Casa del Rey, que albergaba a cientos de ellas como esposas secundarias del faraón y otras con diversos títulos como ‘Ornamentos del Rey’ y ‘Bellezas Vivas de Palacio’.
El término ‘harén o harem‘, en árabe harim, significa ‘algo prohibido’; en persa ‘ḥaram’ significa santuario o lugar sagrado. Entre los otomanos y safávidas es un lugar sagrado inviolable, prohibido a cualquier hombre que no sea un miembro de la familia inmediata. El harem era administrado por personal masculino de confianza del faraón que no era un eunuco, que al parecer nunca existió en el Egipto faraónico.
Según fuentes textuales, iconográficas y arqueológicas, en la ciudad de Menfis ya existía un harén durante la Dinastía V bajo el reinado del faraón Sahure, que recibió a una princesa de Biblos, a la que el rey otorgó el título de ‘Segunda Esposa del Rey’.
Pero sobre todo a partir del Imperio Nuevo, bajo las dinastías XVIII y XIX, los faraones además de casarse con mujeres egipcias, lo harían con princesas extranjeras con el objetivo de consolidar alianzas diplomáticas entre sus respectivos pueblos. Muchas solían llevar el título de Esposa del Rey; la presencia de estas princesas extranjeras en el entorno real también favoreció la introducción de nuevos conocimientos y costumbres tanto entre las élites de la sociedad egipcia como en la corte faraónica, además de ser una inyección de savia nueva en la familia real, en especial a partir de la dinastía XVII.
Fuente; https://historia.nationalgeographic.com.es/a/haren-faraones-trafico-princesas-antiguedad