La poética de mi espacio, dice Nicté Díaz, “habla de cómo los espacios construyen quién eres y se reflejan en ti como tú te reflejas en ellos”. En este proyecto que fue apoyado por el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (Pecda) de Puebla 2023, la joven artista presenta 12 dioramas en miniatura de tintes simbólicos y surrealistas, entre el espacio habitado y el ser interior, entre lo cotidiano y el refugio poético.
Montado durante septiembre y los primeros días de octubre en en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM), el proyecto es la segunda parte de la pieza homónima presentada en 2023 que incluso fue seleccionada en la segunda convocatoria del festival We Now celebrado en Madrid, España.
Durante una entrevista, la artista formada en la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales de la UAP señala que, inspirada en La poética del espacio de Gaston Bachelard, La poética de mi espacio II, es una interpretación plástica y autobiográfica de este texto filosófico. “Es la consistencia teórica del proyecto: mi interpretación autobiográfica; habla de cómo el ser humano representa mucho a través de los espacios simbólicos y del imaginario”.
De ahí, indicó, que las piezas son escenarios imaginarios con excepción de Unas partidas de damas chinas, la obra más grande y la única que representa un espacio real a escala: la cocina de su abuela materna, ubicada en la Sierra Norte de Puebla.
Esta es la pieza principal “y es un poco un retrato familiar además de un homenaje hacia la memoria de mi abuela, a las dificultades que tuvo para construir su patrimonio y cómo orilló a sus hijas a auto exigirse mucho para construir el patrimonio, y de paso, como ese linaje sigue vivo en mí”.
Esta segunda parte del proyecto, continúa la también realizadora del corto de animación La Piedrita, es mucho más personal y autobiográfica, pues aborda temas que no había abordado en la primera versión, además de que abunda sobre algunos aspectos ya planteados.
“Ha sido muy diverso el cómo plantee varios escenarios, porque esta vez tomé la idea de la identidad del bosque que es la contraparte de la casa”, dice en referencia a la primera versión de este proyecto que consistió en la construcción de pequeña casa de tono surrealista en la que contuvo parte de su historia personal.
En esta segunda parte del proyecto, acota, integró elementos del bosque, del campo y del mar, este último vinculado a su lado paterno, del cual es más lejana. No queda fuera un panteón, que habla sobre las mujeres de su familia y la forma en que su vida se ha roto, incluso de manera violenta. “Es apreciar lo que han perdido y el yo tratar de no perderlo también”.
Para su ejercicio técnico, minucioso y narrativo, Nicté Díaz encuentra sustento en la cartomancia del tarot, como elemento que subyace en las historias personales y familiares que se presentan en los dioramas. Como ejemplo es la pieza Tres de espadas, que aunque pequeña, ayuda a entender la obra y el “dolor que hay intrínseco en las piezas”, el mismo que puede llegar a tocar las fibras del espectador.
Destaca que construidas con apoyo del Pecda 2023, la serie de 11 piezas fueron realizadas en un tiempo récord, en el que tuvo el apoyo de un grupo de artistas que le ayudaron a concretar la obra. Ejemplo es la propia pieza Tres de espadas, además de El estanque de peces y La cabaña, entre otras, que fueron hechas por ella misma, mientras que el equipo le apoyó en las demás.
“Lograron identificarse con todo lo que estábamos creando, y se logró construir este universo”, dice y nombra, en la realización técnica, a Omar Nava, Marco Méndez, Berenice Natalí, Berenice Palomino, Esaú Barranco, Coco Quiroz y Mario P. Islas, éste último también encargado de la producción; a Rodrigo Ávila en la asistencia de dirección y en la asistencia de producción a Yessica Alfaro y Pablo Castañeda, éste último también encargado del script.
De igual forma, en el registro visual cita a Sofía Grijalba y Fernando Moisés, y como gaffers a Oscar Cop y a Miguel Rojas Reyes, además de Felipe Casas, en el diseño sonoro; a Tomás Castillo, en la asistencia de arte; en el montaje del video a Alex Lascurain; así como a Moritz Estudio, a Arpa UAP, a Perro Negro Cine, y por su puesto a la familia Díaz Manzano.
“Cuando hice La poética de mi espacio I sabía que sería una serie, pero no tenía ni el presupuesto ni el tiempo. Fueron tres meses de trabajo y dos días de rodaje, con tres personas en el equipo. Fue sin algún tipo de estímulo o reconocimiento, pero el haber hecho eso con tanta pasión y el haber recibido ayuda de gente talentosa, ayudó a que se consolidara la primera parte”, señala la artista.
En suma, considera que La poética de mi espacio II, con piezas que emergen de lo onírico y lo simbólico, entretejiendo recuerdos, sueños y secretos, como se apunta en el texto de sala, es un proyecto que es genuino, que viene de un lugar innovador y sincero, así como de una reflexión de ella y su familia, que es valiosa tanto para su experiencia personal como para el imaginario colectivo.