Las condiciones para lograr el objetivo central del quehacer político de la Cuarta Transformación, la creación de un régimen político distinto al neoliberal, parecen darse en terreno fértil roturado por los avances logrados en la gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador; sin embargo, el camino para levantar el segundo piso de las reformas impulsadas para lograr el cambio no está exento de problemas, entre otros, las alianzas hechas para enfrentar el proceso electoral, alianzas que no siempre garantizan la fidelidad a los postulados de Morena.
Ciertamente, Morena no es un club exclusivo donde se reserva el derecho de admisión, por el contrario, se trata de sumar esfuerzos y voluntades para impulsar el cambio, por esa razón son fundamentales las alianzas con fuerzas disímbolas, pero que coinciden en el objetivo final: el cambio de régimen político y la separación del poder económico del poder político.
En política, las alianzas necesarias, y posibles en algunas circunstancias históricas, pueden significar hacer concesiones a ciertas exigencias y renunciar a una parte de las reivindicaciones propias en virtud de un acuerdo con otras fuerzas sociales o partidos. Se puede, ceder en la táctica, poro no en la estrategia pues en ella se incluyen los principios fundamentales de las fuerzas políticas que deciden aliarse para enfrentar una situación coyuntural. Esto tiene un significado que, a veces, no se comprende del todo: ganar una elección, no es lo mismo que llegar al poder mediante una revolución, ésta no admite concesiones tácticas y, mucho menos, estratégicas. Finalmente, la política de alianzas exige determinar, con la mayor precisión posible, quién es el enemigo principal, es decir, distinguir con quien no puede haber alianza.
Pero la fuerza determinante de las alianzas, en este caso Morena, establece el ritmo y los momentos del proceso en acuerdo con sus aliados.
A lo largo del sexenio del Presidente López Obrador, se han destinado los mayores esfuerzos a la construcción y fortalecimiento de las bases políticas de lo que sería el primer piso del proyecto de transformación del país; ahora, la transformación transita por condiciones cualitativamente distintas a las del inicio del mandato presidencial de López Obrador; en las actuales circunstancias, si bien parecen favorecer a Morena, la derecha está dispuesta a destinar cuantiosos recursos para impedir el triunfo del proyecto transformador de la Cuarta Transformación. ahora encabezado por Claudia Sheinbaum y sus aliados; de esta manera, la campaña de la oposición se ha basado en la intensificación de la guerra sucia sin límites éticos, sostener mentiras y arreciar las calumnias contra el Presidente, que mantiene una aceptación del 77 por ciento de la población.
También puedes leer: La impotencia de la derecha
Si de la primera transformación histórica surgió nuestro país y la segunda logró consolidar la República derrotando al ejército agresor de Napoleón III, así como la separación del poder eclesiástico del poder civil, la tercera incorporó la economía del país al ciclo de reproducción del capital en la fase imperialista del capitalismo, la Cuarta Transformación debe ser la que trace el camino del desarrollo con bienestar en un país soberano, y esto, en mucho depende de la capacidad que se tenga de reforzar la organización del pueblo con miras a construir el poder popular y empatarlo con el poder formal para construir una nueva sociedad donde se pueda mirar el futuro de manera distinta en un ambiente social justo, democrático, solidario y fraterno.
Todos aquellos que coincidan con estos objetivos, deberán ser recibidos a sumar sus esfuerzos en esta titánica tarea histórica.