Una exposición y una conversación dejaron conocer no solo parte del trabajo de un grupo de mujeres artistas de Puebla, sino los caminos de su creación, sus preocupaciones, la importancia del cuerpo en su obra como motivo y continente, así como las condiciones de lucha, necedad y precariedad que las atraviesan.
8M Mujeres creadoras es el nombre de la muestra abierta en el edificio principal del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM), organizada en conjunto con la Secretaría de Cultura de Puebla en el marco de un programa homónimo conmemorativo al 8 de marzo, Día internacional de la mujer.
En ella, se exhiben una o dos piezas de las artistas locales Aby Blanco, Atole, Denisse Mejía, Epsira, Gabriela Farías, Isabel Tello, Loudes Gil y Gil, Luisa María Montiel Solares, Mabel Arellano Luna, Mónica Muñoz Cid, Requena Erika y Rosa Borrás, creadoras de diversas generaciones y caminos de creación que tienen en común no sólo su género, sino las condiciones en las que se desenvuelven.
Mediante un conversatorio posterior a la apertura de la muestra, Aby Blanco, Mónica Muñoz Cid y Rosa Borrás dejaron conocer algunas de las preocupaciones que como artistas las mueven: su postura política plasmada en sus obras; su relación con el cuerpo femenino, en el cual habitan, reconocen y recrean; el trabajo en comunidad o en independencia que siempre permanece ligado a lo social; la coherencia con la que trabajan; la no separación entre vida y obra; y sobre todo las condiciones de precariedad en las que crean, generadas la mayoría de las veces por el nulo reconocimiento a su labor como creadoras por parte de las instituciones, que minimizan su labor como artistas.
De inicio, Aby Blanco artista plástica que trabaja con la tierra y sus pigmentos confió que su obra habla del cuerpo, pues este mismo “es de tierra, me sostiene y me da todo”. Como ejemplo, refirió a La semilla germinando, la obra expuesta en la exhibición en la que una mujer hecha de textiles y pigmentos, es precisamente una semilla lista para crecer.
“Al ser mi propio cuerpo es nuestro cuerpo, el de nosotras. Este cuerpo esta germinando, está en un proceso de conocer cosas que hemos olvidado”, señaló acompañada por el resto de artistas. Agregó que su obra y su cuerpo también son políticos, como lo son sus acciones.
Al referir que su proceso artístico y creativo gira en torno a la tierra, derivado de la necesidad de que su arte fuera más social y compartido, y su cuerpo tuviera cercanía con los otros, supo que el arte era “una herramienta, una forma de vida”, pues está convencida que “el arte es igual a la vida”.
Blanco, becaria en programas como el Pecda en dos ocasiones y con residencias artísticas en importantes espacios como el Centro de las Artes San Agustín, en Oaxaca, resaltó que no es fácil ser artista, pues requiere de constancia, de compartir, de observar y de hablar.
En su caso, con menosprecios hacia su labor como la ocasión en que cierta institución le dijo que su trabajo artístico no merecía un pago puesto que “trabajaba con la tierra”, la también actriz en la obra Rayos y centellas apuesta al intercambio y al trueque con su comunidad de amigos y artistas. Con el gobierno y las instituciones, en cambio, sabe que si se quiere lograr algo justo hay que saber gestionar.
En su caso, Mónica Muñoz Cid, grabadora cuya reflexión gira en torno a la vida de la urbe y al entorno urbano, que apuesta por la multiplicidad de su disciplina para hacerla experimental y tridimensional, lamentó que exista poca difusión de los talleres encabezados por mujeres –como es su caso, en el Jacal Gráfico-, pues la mayoría sabe de los espacios que son dirigidos por hombres.
“Me ha costado mucho tratar de entrar a estos lugares donde antes no estaba muy bien visto y permitido estar a las mujeres. Esta exposición es una oportunidad de hablar, de tocar ciertos temas y hablarlos, porque nos conocemos pero no siempre estamos tan visibles y nos podemos palpar”, dijo la ganadora en 2022 de la Bienal de Pintura y Grabado Alfredo Zalce.
Muñoz Cid dijo que su trabajo está enfocado, como el de sus contemporáneas, a su pensamiento, al sentir y a las luchas de mujeres que son maltratadas, violentadas, revictimizadas. Como ejemplo, refirió a su pieza Matrícula de Huitzilapan, que hace referencia a la Matrícula de Huejotzingo, un censo tributario realizado en cada uno de los 23 pueblos huejotzincas para detener el abuso de la Corona española que les pedía más de lo que les correspondía tributar. En su obra, la artista censa a alrededor de 800 mujeres víctimas de feminicidio de 2014 a 2024, cada una ubicada en los 217 municipios de Puebla que aparecen con sus topónimo, una cifra que no es dada por el Estado sino por otras instituciones de la sociedad civil y por el reclamo de sus deudos.
Sobre la lucha que ha implicado el ser artista, la también becaria de programas como el Fonca señaló que “hay que ser necia”, pues la constante es que se cierren las puertas, se nieguen las cosas o exista el desánimo. “Para ser artista necesitas un poco esta cualidad de ser terco”, afirmó y completó que es necesario serlo pues cuando existe una exposición “se le paga al curador, al que hizo la cédula, a los directores, a los custodios, pero no al artista”.
En su turno, la pintora, diseñadora y bordadora Rosa Borrás mencionó que más que empoderar a las mujeres, el arte es proveedor de técnicas, formas, lenguajes y soportes que pueden ser vehículo para expresar las necesidades y opiniones, además de ser un espacio de denuncia.
La también gestora de importantes proyectos como Espacios Abiertos Puebla y Cholula -al lado del importante periodista cultural ya fallecido, Óscar López-, prosiguió que su quehacer no está separado de su vida.
“Uno de los principios de mi quehacer artístico, de mi práctica, es no separar la realidad que me rodea de lo que hago. Tienen un contenido político pues creo que todo lo que hacemos tienen una carga política”, aseveró.
La también gestora del proyecto Bordando por la paz confió que lo que empodera son las acciones que cada una toma en lo individual y en lo social, con piezas que pueden ser de denuncia con la premisa que los lenguajes del arte contribuyen a fortalecerse y reconstruirse como mujeres.
Sobre todo, enfatizó Borrás, el arte sirve para encontrar un lugar en el mundo, sobre todo en un contexto en el que a la mujer se le pretende anular, se le juzga, no se le deja decidir o se le critica. Ejemplo es el cuerpo, que en su caso es auto referencial en su obra, pues a partir de su corporalidad produce sus piezas y es la excusa para hablar de lo que sucede a las mujeres.
Precisamente, al hablar sobre lo que atraviesa a las mujeres artistas, enfatizó que existe una grave precarización del trabajo artístico, provocado en mucho por las instituciones a las que se les tiene que soportar pero también exigir. “Estar aquí sin paga, que más precarización que esa. Nos invitan el 8 de marzo para conmemorar a las mujeres, hacer nuestro trabajo y hacernos visible, pero no nos dan ni para el pasaje. Son temas que se tienen que tocar, y que son políticos”, dijo con voz en alto, ante la presencia de un par de directores de área de la Secretaría de Cultura.
Como ejemplo de ese tema, la artista adelantó que este jueves 7 de marzo a las 17:30 horas en el Museo Taller Erasto Cortés habrá una charla entre las integrantes de la exposición Dejando huella, mujeres en la gráfica, que esta cruzada por “la falta de difusión y respeto a las expositoras”.
En el caso de 8M Mujeres creadoras, es una exposición que bajo el tema Cuerpo y creación ante la construcción de un mundo más igualitario –como escriben el MNFM y la propia SC–, “se explora la intersección entre el arte, la condición y posición de las mujeres y la lucha por la igualdad de género. A través de sus obras, estas artistas nos invitan a reflexionar sobre el papel del cuerpo como un lugar de creación, de gestación, contenedor de memorias, campo de batallas, resistencia y empoderamiento”.