En la música y la interpretación, la soprano Elisa Ávalos (24 de julio de 1981- 22 de septiembre de 2024) escogió un camino que le llevó a transitar el “verdadero sentido de la música”: el conmover al otro y el conmoverse a sí misma, afirma quien fuera su compañero de vida y profesión, Omar Ruiz García.
A poco más de un mes de su fallecimiento, el músico prepara un concierto dedicado a la memoria de Elisa Ávalos, reconocida artista formada en la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y en el Posgrado de Música e Interpretación de la UNAM.
Se trata de Apoteosis: música sobre muerte y trascendencia, concierto gratuito programado para el próximo jueves 7 de noviembre a las 17 horas en el Teatro de la Ciudad, a cargo de la Orquesta Sinfónica del Benemérito Conservatorio de Música de Puebla, la mezzosoprano Amelia Sierra, el pianista Emilio Victoria y el violinista Carlos Angoa, dirigidos bajo la batuta del propio Omar Ruiz.
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Durante una entrevista, el violista, violinista y flautista señala que el programa, al ser pensado para el Día de muertos se integra por tres composiciones que atañen a la muerte: Danza macabra Op- 40, de Camille Saint Saëns; Totentanz o Paráfrasis sobre Dies Irae, de Franz Liszt; y Kindertotenlieder o Canciones para los niños muertos, de Gustav Mahler. Acota que si bien las primeras composiciones hablan sobre otras perspectivas de la muerte, como el horror, en la última se habla de la esperanza de otra vida, una nueva, y de la confianza de que hay algo después de la muerte.
Por eso, continuó, es el título del concierto pues “si bien la muerte es un fin, creo que es también un punto de partida y da lugar a la trascendencia, en este caso de Elisa, que sembró muchas cosas, mucho amor, mucho dar. Ella siempre dio y ha trascendido en mucha gente”.
Confió que si bien su fallecimiento ha causado un gran impacto entre su núcleo familiar, de amistades y profesional, sabe que ella ha “trascendido” de muchas maneras. “Elisa y yo que hemos música juntos durante muchos años, nunca lo hemos hecho sólo como un escaparate, o una promoción o como una experiencia estética, sino siempre buscando el verdadero sentido de la música: el conmovernos, el conmover al espectador, y lo hemos conseguido. Elisa decía: esa es la magia de la música”.
Hacer esta música tiene que ver incluso con el sentimiento personal del director Omar Ruiz, para quien es tiempo de llorar. “Ahora toca llorar. No estoy feliz, estamos viviendo muchos un duelo, su familia y yo, y estamos con el dolor de la ausencia de Elisa, y esto es parte del duelo”.
Elisa Ávalos, definió, fue dueña de grandes atributos musicales reconocidos en certámenes, al recibir becas, al presentarse en varias orquestas y proyectos musicales como Ópera Prima: las voces del Bicentenario. No obstante, dentro de las tendencias de la música, ella optó por conmover al público más que impresionar. “Una de sus características musicales fue el timbre de su voz. Ella siempre decía que tenía una voz privilegiada y sí, tenía un timbre muy cálido, agradable y único, diferente al estereotipo de los cantantes”.
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Continuó que con esa característica Elisa fue reconocida, sobre todo por el público. Ejemplo de ello fue que en el Concurso de canto Carlo Morelli, el más importante de México, llegó en dos ocasiones a la final, siendo en la segunda de ellas cuando obtuvo el Premio a la mejor interpretación y el Premio del público, lo que es representativo de su intención profesional.
“Su timbre era único. Elisa nació con una voz privilegiada, cantó desde muy niña, pero trabajó mucho, estudió mucho, tuvo buenos maestros, y pudo trabajar técnicas vocales y musicales. Siempre tuvo una musicalidad excepcional, una expresividad también excepcional, lo mismo que en escena. Era una artista”, dijo orgulloso.
Acotó que a Elisa Ávalos también la caracterizó su “verdadera humildad” pues, como señalaron otros músicos: “Elisa es la única soprano que carga”, en referencia a su capacidad de colaboración y sencillez. “No tenía ínfulas de superioridad o grandeza, simplemente quería hacer la música para el público, para ella misma”.
Destacó además que la soprano fue también una mujer de profunda fe, que trasladaba incluso a su interpretación, proyectándola hacia sus escuchas. “Es una fe que yo siempre le admiré y le envidié; siempre tuvo fe y eso la hacía una artista íntegra”.
En ese sentido, distinguió que esas características de humildad, fe y sencillez, se trasladaron a su vida profesional. Ello, porque si bien se formó en Ciudad de México y formó parte de la primera generación del Estudio de Ópera de Bellas Artes, entre otros espacios que le abrieron posibilidades laborales, ella no aceptó porque su aspiración era estar en Puebla, con su familia, siendo feliz. “Eso también hizo que hiciera una gran aportación a Puebla, donde ha sido nuestra labor, de manera deliberada y por convicción”, afirmó el intérprete.
Dijo que a Elisa, para seguir homenajeándola, se le puede escuchar a través de las plataformas virtuales como YouTube. Ello, porque si bien la soprano no grabó discos porque no fue un objetivo propuesto, si hizo pública su voz, presencia, talento y capacidad de conmover, que ahora está en la virtualidad.
Por último, Omar Ruiz habla sobre Los Tonos Humanos, agrupación que al lado de Concentus Musica Antiqua, fundó y promovió al lado de su esposa Elisa Ávalos. Menciona que si bien descartaba seguir por el dolor de la partida de la soprano, sabe que es necesario continuar con la agrupación que fundó a su lado, pues quedó pendiente la celebración del 20 aniversario.
“Fue un proyecto que hicimos juntos, desde un inicio. Justo el 22 de septiembre Los Tonos Humanos cumplieron 20 años, y ese fue el día que falleció Elisa, quedando programado un concierto conmemorativo. Pensé que se terminaba pues es muy doloroso para mí, pero ahora lo estoy replanteando, reformulando y pienso que se puede retomar de una manera diferente, sin ella cantando, pero siempre presente”, concluyó.