“El circo no está muerto ni agonizante; al contrario, es una disciplina viva y apoyada por la gente que lo hace que esté más vivo que nunca. (El circo) ha dejado de ser un arte maltratado y oprimido, y ha sido considerado noble, ubicándose en el mismo nivel que el ballet, la música, la ópera o el teatro clásico”, afirmó David Larible (Verona, Italia, 1957), considerado el payaso más importante a nivel mundial, al ser investido con el doctorado Honoris Causa por la Universidad Mesoamericana.
La mañana de ayer, luego de presenciar un espectáculo en homenaje a Charles Chaplin ofrecido por los estudiantes de licenciatura en circo que se ofrece en dicha institución, el clown con más de 40 años de trayectoria mereció este grado, “uno de los reconocimientos que le faltaban”, como él mismo admitió.
“No me había dado cuenta de que he realizado todo lo que dicen al leer mi currículum: pensé que hablaban de otra persona. Ahora me doy cuenta que sí era yo y que he tenido la dicha de haber obtenido más de lo que merezco. En la vida hay que tener un poco de suerte; la mía fue haber hecho lo que creo es para lo que nací: el circo”, dijo Larible, quien optó por ponerse la nariz roja que usa en el escenario.
Agregó que el reconocimiento lo hacía sentir como si estuviera soñando, sobre todo porque ocurría en México, en un país al que considera “su segunda patria”.
Durante su discurso de agradecimiento y con la presencia de su esposa América Olivera Jiménez y sus hijos Shirley y David Pierre, el clown señaló que es precisamente su familia “quien soporta la otra parte de David que nadie conoce, al que pocos aguantan”.
Confió que pese a que sus hijos tuvieron la oportunidad y la libertad de elegir su carrera, ellos optaron por el circo, quizá “porque es un arte que cuando te entra por las venas ya no se sale, sino que se queda”.
Por ello, a las jóvenes generaciones de cirqueros recomendó ejercer su profesión con “amor”, ya que hacerlo de esa forma ayuda a ser sobresaliente, además de que conlleva grandes satisfacciones y dinero. Aclaró que “no se hace dinero con el circo, pero sí al revés”.
También a ellos David Larible les dijo que “detrás de un minuto de espectáculo hay horas de preparación, frustración y dedicación, pero todo está bien pagado cuando tenemos nuestros pies en el escenario y se reconoce el fruto de nuestro esfuerzo con el aplauso del público”.
En la idea de que el circo está a la par que cualquier disciplina artística, el también llamado “maestro del humor” mencionó que es un arte cuando está bien hecho, cuando no tiene nada que pedirle al teatro o a la música, por ejemplo.
“Para mí no hay circo clásico o contemporáneo, porque si fuera así me pregunto de dónde vendría yo. Lo único que existe es circo bien hecho y mal hecho”, afirmó mientras los jóvenes se acercaban a pedirle que posara para una fotografía.
El clown agregó que como toda forma del arte, el circo se ha desarrollado de manera cíclica: “ha dado vueltas, del comienzo a la vanguardia, y al momento estático por el que atravesó durante mucho tiempo, pero que está cambiando gracias a dos nuevos aspectos: su dramaturgia y su cuidado estético, algo que le hace ser un arte sustancial”.
Estas dos características, consideró David Larible, se suman al principal personaje del circo que es el hombre: “desde un inicio se trató del ser humano, y de encontrar que era en el escenario donde superaba y rompía los límites de lo que pensaba: nunca pensó que volaría, que caminaría a gran altura, que conviviría con un león”.
Para concluir señaló que está acostumbrado a regresar, de alguna forma, lo que recibe; por ello, dijo que en breve dará un curso intensivo de tres días para los universitarios.
Destaca que a lo largo de sus más de 40 años de trayectoria, 15 de los cuales pasó en el Ringling Brothers and Barnum & Bailey, David Larible cuenta con presentaciones en Asia, Europa y América que le hicieron ser llamado como “el poeta de la acción” por el toque poético, la suma de disciplinas circenses y la empatía que establece con el público.