No quiero imaginarme lo que una madre, cualquiera, puede sentir al saber que su hija está desaparecida o que fue asesinada; tampoco el dolor que causa saber que esa hija tuvo un bebé antes de morir. Imagino sí que para no ahogarme en la desesperación, en la tristeza y en la locura dedicaría esfuerzos enormes a la búsqueda de mi nieto o nieta. Saber su nombre, averiguar dónde nació, si es niño o niña y cualquier otra cosa que me permitiera acercarme a él o ella me ayudaría a mantenerme cuerda.
Lamentablemente ésta es la historia de muchas madres, de muchas abuelas en distintos países en el mundo, quienes llevan años, meses o apenas días en una lucha contra la insensatez, contra la impunidad y la injusticia. Son madres y abuelas que buscan sin cesar pistas, indicios, certezas que les lleven a abrazar de nuevo a sus hijas, a estrechar en sus brazos a sus niet@s.
Estela de Carlotto es una de esas mujeres, quien hace 36 años comenzó una búsqueda y una lucha codo a codo con otras madres y abuelas de desaparecidos durante la última dictadura Argentina. Estela se volvió activista y defensora de derechos humanos como muchas otras madres y abuelas, obligada por las circunstancias. Es la presidente de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo y desde ahí ha contribuido junto con otras valientes mujeres a recuperar la identidad de 113 bebés nacidos en cautiverio, quedan muchos más, se calcula que unos 400, pero la semana pasada se recuperó la identidad del nieto 114. ¡El nieto de Estela de Carlotto! Guido, el hijo nacido en cautiverio y secuestrado de Laura, la hija asesinada de Estela fue identificado positivamente mediante pruebas de ADN a las que él se sometió de forma voluntaria al dudar sobre su identidad.
La noticia dio la vuelta al mundo, fue cubierta en medios impresos y electrónicos de distintas partes y en diferentes idiomas. Fue motivo de lágrimas y de sonrisas. Las redes sociales se llenaron de comentarios, los blogs circularon con opiniones, recuentos. El propio Ignacio Hurban, el nieto recuperado, usó twitter para publicar la primera foto con su abuela materna. Los medios en Argentina, sin importar su línea editorial, compartieron la noticia como algo bueno, esperanzador.
Una identidad más recuperada, una abuela luchadora que encontró la forma de abrazar a su hija a través de su nieto recuperado. Sin lugar a dudas la recuperación de Guido fue una buena noticia porque en medio de crisis de todo tipo y con sensaciones de impotencia, de impunidad, de coraje que se viven día con día uno sintió que se hizo justicia. Como compartió en una red social un colega y compañero, “porque gente como Estela hace que uno crea que sus hijos/as crecerán en un mundo un poco más justo.”