“Estoy listo para ganar la gubernatura”, exclamó Eduardo Rivera Pérez en medio del Palacio Municipal al termino de una comida navideña, que ofreció –la tarde de este miércoles– para anunciar el inicio de la muy esperada transición que le servirá para dejar el cargo de alcalde de la ciudad de Puebla e iniciar su mudanza a la candidatura opositora para contender por la titularidad del Poder Ejecutivo estatal.
En el ambiente desde un principio ya se percibía la intención, no era un encuentro convencional, similar al de otras cinco ocasiones anteriores –tres la primera vez que fue edil y dos en el presente periodo– en que Rivera se reunió con directivos, columnistas y empresarios de los medios de comunicación al llegar la temporada de fin de año.
Había dos elementos nuevos: la presencia de periodistas de diferentes regiones del estado, no solo de la capital, como una manera de hacer llegar el mensaje del alcalde a la opinión pública de diferentes regiones de la entidad.
Y en esta ocasión, no se optó por un espacio privado, como siempre lo había hecho en otras convivencias decembrinas. Sino ahora lo hizo en la sede oficial del gobierno municipal de la capital.
El alcalde su ubicó en la parte central del patio del imponente Palacio Municipal para darle más realce a sus palabras que por momentos sonaron nostálgicas, en otra parte del discurso fueron un puntual balance de los logros de su gestión y en la parte final, le imprimió un toque decisivo, firme, de anunciar que llegó el momento de ser el candidato de la coalición del PAN, el PRI y el PRD, sin nunca mencionar el nombre de algún partido político.
Solo expresó que los “dirigentes de los partidos políticos” esta semana emiten la convocatoria para elegir al abanderado de la oposición y cuando el documento esté publicado, anunciará en que momento solicitará el registro de aspirante. Sabedor de que no tendrá rivales ni obstáculos para alcanzar la postulación.
El edil utilizó un discurso sobrio. Sin triunfalismos, sin reproches, sin críticas a sus adversarios políticos, de los que no dijo una sola palabra.
Sin hacer alusión a la fallida candidata presidencial de la oposición Xóchitl Gálvez o de Claudia Sheinbaum, la abanderada de la 4T y puntera de la contienda, que por cierto está de gira, de tres días, en el estado de Puebla.
Y sobre todo, sin la presencia de aplausos o porras de los panistas intercalados en las mesas de invitados.
También le inyectó a su intervención una dosis de humildad al enfatizar, en un par de ocasiones, “no somos perfectos”. Reconocer que muchas cosas se pudieron hacer mejor y que quedaron pendientes por resolver.
De manera sintética expuso seis logros que expresan el rumbo, el estilo, que tuvo su gobierno: “se rescató” el Centro Histórico, sobre todo de la presencia de ambulantes; “se rescataron” estancias infantiles, sin el apoyo de otros niveles de gobierno; “se intervinieron” 60 parques públicos, que ahora “son de primera calidad”; se arreglaron mil calles; se les dio Infonavit a los policías municipales y ahora son los uniformados mejor pagados en el estado; llegaron a la capital –en dos años— 5 millones de turistas.
Se podría decir que el discurso fue un primer atisbo de como va a ser su dinámica de candidato a la gubernatura: poca confrontación política, discursos serenos, imprimir un tono de cordialidad política y mucha exposición de sus logros como gobernante de la capital.
Un estilo que sin duda será muy contrastante con el carácter impulsivo de su rival, el senador Alejandro Armenta Mier, el abanderado de la 4T.
Eduardo Rivera llegó a esta coyuntura en las circunstancias más favorables.
Es el líder absoluto del panismo poblano.
Ha logrado cohesionar al PAN y que los pocos disidentes, como Genoveva Huerta Villegas, depongan su actitud crítica.
Logró domar al PRI, que amenazaba con romper la coalición opositora si no le daban la candidatura de la capital.
No enfrenta la persecución política que sufrió del morenovallismo, entre finales de 2017 y principios de 2018, para que no fuera en esa ocasión candidato del PAN a la gubernatura.
Es la única figura bien posicionada para disputarle el poder político a la 4T.
Termina su segundo paso por el gobierno municipal sin enfrentar crisis políticas o escándalos de corrupción.
Ahora lo único que falta es saber si tendrá la capacidad de ganarle a Morena la gubernatura de Puebla.