Los 10 años (bisiestos) de La Jornada
Es el único movimiento social en su tipo
Este jueves 29 de febrero se cumplen 10 años bisiestos o 40 años normales del movimiento social que dio origen al nacimiento del diario La Jornada.
Ese día se reunieron en el Hotel de México -en el Polifórum Siqueiros, en la calle de Insurgentes Sur- alrededor de cinco mil personas: intelectuales, escritores, académicos, líderes sociales, dirigentes laborales, periodistas -como este reportero- y hasta algunos políticos y legisladores se unieron a una convocatoria lanzada principalmente por Carlos Payán Velver y Pablo González Casanova.
(Sería imposible en un espacio limitado nombrar a los asistentes y a todos los convocantes, aunque en el primer folleto editado después de esa reunión aparecen en orden especial Carlos Payáan, Héctor Aguilar Camín, Miguel Ángel Granados Chapa, Carmen Lira y Humberto Mussachio).
La idea era crear un medio de comunicación, por lo que puede considerarse como el primer y único movimiento social en su tipo en México y que ha permitido durante 40 años mantener a La Jornada como él único medio capitalino con un capital social independiente del llamado Poder Económico.
(Ya antes se habían creado Proceso y UnomásUno, pero su nacimiento no tuvo una convocatoria abierta, sino que se gestaron en reuniones privadas, algunas en aquella vieja casona de Prado Norte en Las Lomas de Chapultepec. Muchos de quienes estuvimos en la fundación de La Jornada habíamos sido testigos del momento fundacional de esos dos medios o de alguno de los dos).
La historia que siguió a esa reunión en el Hotel de México fue rápida. Inmediatamente David Márquez Ayala esbozó lo que sería la sociedad anónima propietaria del medio, con una estructura horizontal y sin que nadie pudiera tener mayoría accionaria. En abril se constituyó la empresa.
Se optó por una sociedad anónima, a diferencia de las tres cooperativas mediáticas que existían en ese tiempo –Excélsior, La Prensa y El Día-, pero con un carácter social, al estar pulverizada la propiedad accionaria, en dos tipos de títulos: las acciones extraordinarias que adquirió la sociedad y las comunes que tendrían voz y voto en las decisiones de la empresa.
(Cuando se creó el modelo de sociedad anónima de Demos –la empresa que edita La Jornada– Abel Beltrán del Río, director de Wharton Econometric Forecasting Associates, en ese entonces la principal consultora económica en México, me dijo que esa democratización accionaria podría ser el futuro del mundo).
En esa reunión, la de hace 10 años bisiestos, en un miércoles por la noche, Carlos Payán señaló que “es nuestra vocación política estimular la participación de lectores en favor de causas que juzgamos fundamentales”. Don Pablo González Casanova explicó que “…un grupo de escritores y periodistas ha decidido fundar una sociedad para la comunicación e información nacional, que realice sus tareas en la prensa escrita, en la radio y la televisión. La primera tarea es fundar el periódico diario que se llamará La Jornada”. Miguel Ángel Granados Chapa reflexionó: “La crisis por la que atraviesa el paíslo ha transformado ya, y lo transformará en una medida que no ha sido evaluada. Corremos el riesgo de suponer que muchas formas de acción pública, colectiva, pueden ser como las de antes de la crisis y eso no es verdad. Encontrar en qué consisten las diferencias, hallar rumbos para caminar en las nuevas circunstancias hacia metas de justicia y libertad, son tareas urgentes a las que quiere contribuir La Jornada”.
(En ese momento se daban en México los primeros pasos para que el país asumiera el camino del neoliberalismo, por lo que comenzaron a gestarse discrepancias en el partido en el poder, crecía la democratización laboral a través de los sindicatos independientes y hasta había diferencias en el seno de los organismos de la iniciativa privada).
Inmediatamente después de la convocatoria comenzó la venta de acciones extraordinarias a la sociedad -en la que participó este reportero en los siguientes siete meses- para juntar el dinero -junto con lo recaudado en subastas en las que más de 100 artistas plásticos donaron su obra- con el que nació el 19 de septiembre el diario La Jornada.
Desde los primeros años, La Jornada sufrió diferentes presiones, no sólo políticas por parte de personajes que no estaba de acuerdo con su contenido, sino también económicas y financieras, al grado de que hubo catorcenas sin dinero para pagar la nómina.
Las presiones políticas han continuado a lo largo de los 40 años y, ya desde afuera, este reportero ha observado muchas de ellas. Icómo en los últimos meses del gobierno de Enrique Peña Nieto se vivieron situaciones extremadamente difíciles. También ha sido víctima de diversos ataques internos y externos.
Por la redacción de La Jornada han pasado decenas de periodistas, escritores y analistas, algunos de los cuales se han convertido en férreos opositores al diario y otros -muchos, entre ellos este reportero- que no solo son fervientes lectores cotidianos de sus páginas, sino que incondicionalmente defienden la política editorial de este medio.
En 40 años ha sido prácticamente el único medio -como sociedad anónima, hay otros medios públicos como Radio Educación– que no ha caído en el juego de ser sometido a los intereses de los Poderes fácticos, como el Poder Económico.
(Hay que mencionar que, de acuerdo con el “informe Mom México: ¿Quién Mueve los Hilos de los Medios?”, 11 familias poseen la mayoría de los medios de comunicación más influyentes de nuestro país y concentran el mayor porcentaje de audiencia. Esta posesión mediática forma parte de lo que actual presidente de la República considera parte de “la mafia del Poder”).
En cuatro décadas, La Jornada fue dirigida durante 12 años por Carlos Payán y los más recientes 28 por Carmen Lira. Laboré los primeros 12 años y en los más recientes siempre he estado cercano al diario y he manifestado pública y abiertamente mi apoyo a la administración y a la política editorial en momentos difíciles.
Por eso, ¡el 29 de febrero no se olvida! Por ser el inicio de un movimiento social único en su tipo que debe quedar incluido como efemérides en la historia del periodismo y la comunicación en México.
Recientemente se han registrado otros movimientos sociales relacionados con los medios, como el de los 132 -en donde marché hombro con hombro junto a Virgilio Caballero- . Incluso hay espacios mediáticos surgidos desde la sociedad y que son exitosos, como el de “Los Periodistas” Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela. Pero no tuvieron su 29 de febrero.
En estos momentos de gran confusión y ataques mediáticos a México hay que gritar:
¡El 29 de febrero no se olvida!
¡Larga vida a La Jornada!
Dice el filósofo del metro parafraseando una vieja tonada de Julio Jaramillo: hay fechas escritas con tinta sangre del corazón.