La celebración tiene lugar cada 7 de julio desde el año 1963; esto, en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quién dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva: “La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
El principal propósito de este día, es el de concientizar a la humanidad de la importancia fundamental que tiene el suelo dentro del frágil equilibrio medio ambiental. Aun cuando se habla mucho del cambio climático y sus efectos, poco se dice como la contaminación o la explotación excesiva de los suelos afecta a la destrucción del medio ambiente, poniendo en riesgo la supervivencia de las especies.
El suelo es un sistema vivo que va cambiando constantemente, lo que lo transforma en un recurso altamente complejo. No solo sirve como soporte para todas las formas de vida, como las plantas y animales, sino que además sirve de sustrato para el crecimiento de la vegetación, garantizando los nutrientes necesarios para todas las especies. Además, es un regulador de la temperatura que emite el sol; es decir, no es lo mismo pararse a medio día encima de una plancha de concreto; que, pararse en un campo de cultivo.
En el suelo como elemento vivo y ecosistema, están presentes multitud de microorganismos que le dan la característica de fertilidad. En un suelo natural se pueden encontrar hongos, bacterias, anélidos, nematodos, actinomicetos, virus y protozoarios; todos están involucrados en el 90 % de las funciones del ecosistema. La presencia de microorganismos son indicadores de la salud biológica del suelo. Un suelo pierde su fertilidad a causa de la contaminación por el uso excesivo de fertilizantes químicos en la agricultura, la minería con arsénico y sus múltiples contaminantes, los desechos de granjas porcinas, sequías prolongadas, deforestación, sobrepastoreo, continuos incendios, derrames de hidrocarburos, asentamientos humanos e industriales, entre otros.
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El concepto de conservación del suelo hace referencia a un conjunto de técnicas y prácticas agrícolas que evitan la degradación, la erosión y el agotamiento de éste. Las técnicas de conservación del suelo están orientadas a un uso a largo plazo, pensando en el futuro. Tomando medidas adecuadas y oportunas, los agricultores aumentan el rendimiento de sus campos para los años venideros.
Uno de los principales objetivos de la conservación del suelo es el mantenimiento de la biodiversidad de las ecocomunidades que contribuyen a la fertilidad de diferentes maneras; añaden materia orgánica, descomponen organismos perennes para liberar nutrientes y/o mejoran la infiltración del agua y la aireación. Garantizar unas condiciones adecuadas para los organismos vivos de la tierra es de vital importancia para la vegetación que crece en ella, ya que los microorganismos ajustan la materia orgánica a las necesidades de las plantas.
Los sistemas de producción agrícola basados en modelos de hidroponía que usan como sustrato material inertes, o incluso la acuaponia; jamás podrán sustituir los sistemas convencionales de producción de alimentos usando como sustrato el suelo. Es importante reconocer que los microorganismos desempeñan funciones quelatantes, es decir, ayudan a eliminar los metales pesados presentes en el suelo por el uso de fertilizantes sintéticos, haciendo que las plantas de consumo humano no las absorban.
El suelo que es la capa superficial de la tierra, es la condición primaria y el entorno de los cultivos que sirven de alimento a los seres humanos, los animales domésticos, la flora y fauna silvestre. Dado que la mayoría de las plantas no pueden existir sin suelo, es importante utilizar este recurso sosteniblemente. Este enfoque nos permite disponer de suficientes alimentos en el futuro y de materias primas para la industria.
La importancia de la conservación del suelo también está relacionada con el suministro de agua y las capas de tierra funcionan como filtros naturales para mejorar la calidad del agua. A su vez, el agua es necesaria para disolver los nutrientes para las plantas. El uso inteligente de los recursos de la tierra garantiza su disponibilidad para las próximas generaciones y, por tanto, unos precios asequibles para los alimentos en el futuro. La rotación de cultivos, labranza de conservación, franjas de protección, terrazas, cultivos de cobertura, cultivos en franja, agricultura de contorno, arboles cortavientos, disminución del uso de fertilizantes químicos y aumento en el uso de abonos naturales, impulso a la agroecología, son algunas de las técnicas de conservación del suelo.
Lo más importante es hacer consciencia de que el suelo es un recurso no renovable ya que tarda hasta 400 años en formarse una capa superficial de tan solo un centímetro de forma natural, en tanto que, en México se pierden anualmente 24 mil millones de toneladas de suelo.
El suelo es el origen de la vida y de los alimentos; por tanto, es esencial para sostener la vida en el planeta.