Martes, junio 17, 2025

Detrás de los linchamientos de Tepexco y Cohuecan hay una guardia comunitaria

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Detrás de los siete linchamientos perpetrados hace dos semanas en Tepexco y Cohuecan se encuentra una guardia comunitaria silente, pero perfectamente organizada, que tiene más de un cuarto de siglo operando en la región y forma parte de los usos y costumbres de la gente de la zona.

Fuentes de administraciones estatales anteriores a la que encabeza el izquierdista Luis Miguel Barbosa Huerta consultadas por esta casa editorial, y también funcionarios del gobierno federal, coincidieron en afirmar que se tiene registro de la actuación de estos grupos civiles armados para la protección de sus pueblos desde el sexenio del priista, Mariano Piña Olaya.

Agregaron que, derivado del análisis de los cuerpos de inteligencia en los dos niveles de gobierno, se tiene claro que la guardia que hay en esa región de la Sierra Mixteca poblana forma parte del tequio, una forma de organización tradicional, en la cual los miembros de una comunidad se distribuyen el trabajo en faenas, lo mismo para dotar de servicios públicos y resolver problemas generales de la población que para ayudar a un individuo o familia, con la construcción de una casa, por ejemplo.

En el caso de la guardia comunitaria, sus integrantes han ido variando a lo largo de los lustros y las armas que poseen no son de uso exclusivo del Ejército, sino escopetas, pistolas de calibres bajos y, sobre todo, machetes y otros utensilios para trabajar en el campo.

“Hay que distinguir bien entre una guardia comunitaria y una autodefensa”, advierte Lorena León Perdomo, investigadora del Centro de Estudios sobre la Pobreza Rubén Jaramillo, y añade: “Las guardias comunitarias son núcleos de organización que la propia gente se daba y se sigue dando desde hace muchas décadas en serranías, valles, selvas y montes mexicanos y en otros países de América Latina, como Guatemala y El Salvador, con el propósito de defenderse del asolamiento que les suponían grupos de bandoleros, principalmente, pero también, de ladrones de ganado, de productos agrícolas almacenados”.

“Si hablamos de autodefensa, el contexto es muy distinto”, aclara la antropóloga con Doctorado del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Cambridge, “porque aquí el contexto vale y mucho. Lo que se ha estudiado de las autodefensas es que tienen su origen en una respuesta a las guardias blancas y otros grupos similares de asesinos a sueldo que formaban parte de las haciendas de latifundistas o eran contratados por caciques para matar a líderes comunitarios para que sus pueblos fueran sometidos y despojados de tierras y otras propiedades”.

“Más recientemente las autodefensas como las conocidas en Michoacán y Guerrero, surgieron para responder al acoso y la violencia del crimen organizado en su vertiente más conocida, que es el narcotráfico. En muchos casos se trataba de guardias comunitarias que se vieron obligadas a sofisticarse, no solo a mejorar su armamento para adquirir rifles de asalto, ametralladoras y chalecos de protección, sino a tener un entrenamiento casi militar, con el objetivo de poder enfrentar a sus verdugos en igualdad de circunstancias”, apuntó.

–¿Y en el caso de Cohuecan y Tepexco, si los informes oficiales son ciertos, de qué podríamos estar hablando, de una guardia comunitaria o de un grupo de autodefensa?

–A reserva de tener más datos y de una investigación profunda de campo, que incluya entrevistas y una historiografía del lugar, me atrevería a decir que se trata de una guardia comunitaria silente. Hay reportes hemerográficos en Morelos y muy pocos de Puebla, a principios de esta década, sobre grupos de la región que tienen comportamientos como el de una guardia comunitaria. Y me atrevo a decir que es silente, porque su actuación es sumamente discreta, no está revelada a nadie más que no sea del pueblo.

Los asesinatos y secuestros

Los informes oficiales y la especulación de León Perdomo pueden ser ciertas. El domingo pasado, en el marco de una visita del mandatario estatal, Luis Miguel Barbosa Huerta a Tepexco y Cohuecan, este reportero y una colega dialogaron con un vecino del primer municipio, un hombre de sesenta y tantos años que de inmediato se mostró solícito a contar las razones de los siete linchamientos, a condición de que no se le registrara en video ni se publicara su nombre.

El campesino dijo que a lo largo de 15 días, antes de lo hechos violentos consumados el 7 de agosto, hubo incursiones de hombres armados en camionetas: “Se metían en el pueblo como si fuera suyo, buscando a no sé quién”.

Contó entonces que el viernes 2 de agosto, sujetos armados en motocicletas, asesinaron al ex presidente municipal de San Marcos Acteopan, Juan Cuéllar Bravo, afuera de una tienda de abarrotes en Jantetelco, Morelos y se presume que lo ultimaron porque se negó a pagar el cobro de piso.

Al día siguiente, el sábado 3 de agosto, los delincuentes llegaron hasta una tienda –hay quien dice que era una cantina–, sometieron a todos los presentes, ordenándolos ponerse de bruces, mientras les apuntaban con armas largas. Se llevaron a un agricultor, al que confundieron con su verdadero objetivo, por eso lo soltaron.

Tres semanas antes ocurrió el plagio del hijo de otro productor de la zona, al que dejaron libre después de cobrar un cuantioso botín.

Lo mismo pasó en Coatepec, donde han asesinadas y secuestradas personas que no quieren pagarle a los criminales por dejarlos en paz.

Dijo que el camino a la inspectoría “es un tiradero de cadáveres” que delincuentes oriundos de Morelos, llegan a depositar ahí.

El varón recordó evidentemente enojado que hace tres años, en su huida, unos sicarios mataron a un huérfano muy querido en la región y que la gente salió a perseguirlos y lograron acorralarlos, pidieron ayuda al gobierno estatal de José Antonio Gali Fayad, que les mandara a la policía y un helicóptero, pero nadie les hizo caso.

–¿Por qué se piensa que hay una suerte de autodefensa aquí, pero que está tranquila? –se le preguntó.

–Mire, lo que hay es una reacción del pueblo, es un pueblo unido, aquí no es un pueblo de delincuencia, haciendo cacería, pero sí cuando les hiere y les toca, sacan lo suyo. Como salía en los periódicos que aquí había grupos, pues ya se calmaron, eso es lo que había y hay –contestó.

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