Atlixco. Bernarda Pérez y su hijo Jhonatan llegaron a las cuatro de la madrugada de ayer miércoles a la puerta principal de la secundaria federal Gabino Barreda con un objetivo: ser los primeros en la ya pronosticada larga fila para acceder a la dosis Pfizer anti–Covid 19 de quienes tienen entre los 12 y los 14 años. Y cumplieron. No importó esperar cuatro horas más de pie junto a ese zaguán blanco.
“Sinceramente vale la pena la desvelada y el posible cansancio. En la familia ya estamos todos protegidos de esa enfermedad. Teníamos una preocupación porque ya regresó a clases totalmente de manera presencial y podía contagiarse. Faltaba este último paso”, agregó durante una entrevista con este diario.
Aquí desde la penúltima convocatoria masiva de aplicación de vacunas contra ese problema sanitario, en el último cuatrimestre del 2021 y con el turno para el refuerzo de los apodados chavorrucos, no había una respuesta abrumadora en el primer día de la jornada Correcaminos.
Sí Bernarda apareció a las cuatro de la mañana, el resto de madres y padres de chicos atlixcenses llegaron literalmente en bola entre las 5:30 y las 7 de la mañana. A falta de espacio entre el inmueble de la secundaria sede y los antiguos edificios de la unidad habitacional Infonavit, la línea de miles de personas quedó enroscada entre jardines infantiles, autos varados y viviendas pintadas de colores.
A las 9:30 de la mañana el ambiente ya era insostenible e insoportable para los asistentes y los anfitriones por el calor, la cantidad de ciudadanos presurosos y ansiosos de terminar rápido y el enojo de los adultos al impedirles el acceso junto a sus muchachos. Una de las opciones para agilizar todo fue el acceso rápido a los familiares.
Quienes llegaron alrededor del mediodía la pasaron mucho mejor. La calentura del ambiente y las filas venía en descenso. Cálculos oficiales detallaron en este primero de tres días, y con turno para los municipios de Atlixco, Atzizihuacán y Huaquechula, vacunaron a cerca de siete mil jóvenes.