A raíz de una iniciativa de ley promovida en el presente sexenio en cuanto a los derechos de los pueblos indígenas sobre la partería tradicional, y una vez que se realizó el primer foro dedicado a “La Partería” en Puebla, se buscará que dicha práctica ancestral sea reconocida como patrimonio cultural de los pueblos originarios de México y se pueda ejercer sin obstáculos, racismo, clasismo ni “violencia obstétrica”.
Así lo afirmó el responsable del área de cultura del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) de la oficina de representación en Puebla, Vicente Otero Andrade.
Lo anterior, debido a que en el caso de Puebla el padrón del Sector Salud de 2002 reconoció en el estado la práctica de mil 710 médicas tradicionales que acompañaban partos, sin embargo, para abril de este año sólo registró 71.
Al respecto, Otero Andrade informó que se necesita mayor difusión de los avances y logros obtenidos, así como del involucramiento de las autoridades y comunidad en general en el reconocimiento y la valoración de este oficio ancestral.
Aseguró que hay que abrir la mente, ampliar nuestro criterio y “descolonizarnos” de las ideas occidentales que descalifican de tajo a la partería, porque antes de que la medicina como ciencia existiera, ya había parteras y por lo tanto su sabiduría es milenaria.
El pasado 5 de mayo tuvo lugar en el municipio de Huaquechula, el foro mencionado con una asistencia de casi 300 participantes, entre parteras y médicos tradicionales de diferentes estados, comunicadores indígenas, investigadores, estudiantes de medicina general y comunitaria de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), además de enfermeras y parteras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Tlaxcala, quienes, durante más de cinco horas intercambiaron experiencias y diferentes ponencias.
Los asistentes pudieron testificar el valor histórico ancestral del oficio de la partería, con más antigüedad y experiencia en atender los nacimientos que la propia medicina alópata y con “saberes” que se han transmitido como una herencia cultural de generación en generación.
La cesárea, innecesaria
En este mismo sentido, informó que se ha señalado que existe una llamada “violencia obstétrica”, que se refiere a hechos realizados o promovidos por hospitales, médicos y por las propias instituciones públicas de salud que atentan la actividad del parto con métodos invasivos e impositivos como ciertos aspectos de la ginecología o las cesáreas, muchas veces innecesarias.
“Las parteras, con sus conocimientos ancestrales, pueden contribuir a que haya alumbramientos normales y naturales, convirtiéndolas en un espacio de refugio frente a la violencia obstétrica”, dijo.
Expuso que, cuando un niño viene atravesado o con el cordón umbilical enredado en el cuello, cosa que hace difícil el parto, a los doctores se les hace fácil pedir una operación de cesárea.
Desde ahí, el funcionario federal refirió que la embarazada empieza a ser violentada junto con su familia, el estado de ánimo afecta y la persona ya no se siente en confianza.
“Las parteras, con nuestras maneras de atender, la mayoría de veces no creemos necesaria una cesárea. Nosotras le pedimos a la embarazada que realice algunos movimientos de rodillas y mientras lo hace, que platique con su bebé, diciéndole: hago estos movimientos para que tú mi bebe, te desenredes y te acomodes bien para que cuando nazcas, sea rápido y muy bien”, relató la partera tradicional Aurelia Sánchez Durán.
También mencionó que hay otras técnicas para acomodar al bebé como la manteada que se hace con un rebozo, para que así puedan dar a luz de manera normal sin operación. “Pero desgraciadamente nos han negado el derecho a ejercer nuestras prácticas ancestrales y todo lo que sabemos. Muchas veces vivimos la discriminación, descalificación y exclusión”, comentó.
El pasado 12 de abril, tras varios años de lucha y de enfrentar diferentes estigmas y desinformación, fue aprobada con 90 votos a favor y uno en contra, la iniciativa para reformar la Ley General de Salud presentada por la senadora oaxaqueña Susana Harp Iturribarría, donde se incluye la protección del ejercicio de la partería tradicional, en condiciones de dignidad y acorde a sus métodos y prácticas curativas.
Entre otras cosas, la reforma busca que las parteras queden exentas del obstáculo casi insalvable de la partería tradicional: la certificación escrita del nacimiento, en un formato complejo, como requisito para que el Registro Civil pudiera extender el Acta de Nacimiento.
En México hay cerca de 15 mil parteras tradicionales que continúan practicando su labor y día a día luchan por resistir los embates que se les presentan.