Madres, padres, abuelos y niños de Huitzilan de Serdán marcharon este martes por las calles principales de este bastión antorchista hasta el camposanto, que se convirtió en el ágora para clamar justicia por el asesinato de Christian Gobierno Silverio, el niño de 15 años que el pasado 1 de junio fue hallado desnudo, con signos de tortura y abuso sexual en la ribera del río Ateno, junto a un instructor de gimnasia que milita en Antorcha Campesina y fue protegido por la policía de dicho municipio serrano para que pudiera escapar.
La caravana fue observada con curiosidad y recelo. No era para menos: durante al menos tres décadas, Antorcha Campesina ha dominado la vida pública de Huitzilan con una política férrea y represiva, así que la disidencia abierta y la protesta colectiva son algo que puede resultar sorprendente, casi espeluznante, para la mayoría del pueblo.
Los manifestantes llevaban globos blancos y pañuelos del mismo color que agitaban como si saludaran a alguien. En la vanguardia de la columna iban dos hombres cargado grandes cruces con el nombre del interfecto, mientras otros participantes mostraban pancartas que expresaban el sufrimiento de la comunidad no solo por el crimen, sino por la impunidad que ha campeado a un mes y medio de su consumación.
Los elementos de la Policía Municipal de Huitzilan de Serdán –una corporación que mucho tiene que decir sobre lo que realmente pasó el día de los hechos– acechaban a los movilizados grabándolos con sus teléfonos celulares y echando miradas de pocos amigos a los periodistas y visitadores de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que acudieron a dar cobertura al acto.
A esa hora, cerca del mediodía, en la cancha de usos múltiples que se ubica en las inmediaciones de la presidencia municipal, la iglesia principal y camino al panteón, se estaba celebrando una graduación escolar.
Si a Christian Gobierno Silverio no le hubieran arrebatado la vida, también podría haberse graduado de Secundaria.
¿Omisiones o complicidades?
En el cementerio, todos los discursos se expresaron en la lengua local, el náhuatl, pero hubo traducción para que los periodistas pudieran transmitir claramente el mensaje de los dolientes.
Los deudos acusaron a la Fiscalía General del Estado (FGE) de no respetar los usos y costumbres de los pueblos indígenas en el caso, pues la institución le está exigiendo a la madre del menor que informe con datos de georeferenciación la ubicación de la tumba de su hijo para practicar una exhumación que corrija la omisión de la autopsia que cometió, quién sabe por qué razón, el Ministerio Público que conoció primero del delito. Las autoridades, abundaron, no alcanzan a entender que las coordenadas que precisan aplican sólo para panteones municipales, pero el niño al que segaron la existencia, yace en un camposanto comunitario.
No solo eso. Los asistentes denunciaron ilegalidades de inicio en las investigaciones sobre el crimen, pues los restos fueron hallados en el río Ateno, desnudos, con evidentes signos de tortura y en el lugar de los hechos se encontraba el hombre a quien identifican como el homicida: Abdiel Calderón González, fisioterapeuta y entrenador, quien acosaba constantemente a la víctima. No obstante, en el acta de defunción se consignó que Christian Gobierno Silverio murió en su casa y de un ataque al corazón. Además, la Policía Municipal supuestamente detuvo al antorchista, no lo presentó ante el Ministerio Público y habría facilitado su fuga, pues desde el día de los hechos se ignora su paradero.
De hecho, sentenciaron las y los oradores, las anomalías comenzaron desde el mismo emprendimiento de las indagatorias, pues el levantamiento de los restos no lo hizo el Representante Social, quien delegó esa responsabilidad en los uniformados comunales, mismos que, ya se sabe, permitieron la evasión del principal sospechoso.
Por si fuera poco, la madre del niño denunció que a un mes y medio del asesinato de Christian Gobierno Silverio, la Fiscalía General del Estado no le ha informado sobre los avances de las pesquisas.
“¡Vamos a hacerle como le hicieron en Zapotitlán, vamos a llevarle esto a la mañanera al señor presidente!”, exclamó uno de los oradores y todos asintieron, recordando que el alcalde de ese municipio serrano, el también antorchista, Emiliano Vázquez Bonilla, asesinó a un militante del PT en la misma fecha en que su compañero de militancia en Huitzilan le arrebató la vida a Christian Gobierno Silverio , y hoy está tras las rejas.